Hoy en día el cambio de sexo es un proceso que incluye psicólogo o psiquiatra,
endocrinólogo para un largo y temible camino de dosificación de hormonas
Como todo en esta vida, hasta en el costo
del cambio de sexo tiene que haber una relación “calidad/precio”.
Alina Fernández, la hija rebelde de Fidel Castro | Periodista, vive en Miami | Diario las Americas
Supongo que como todo en esta vida, hasta en el costo del cambio de sexo tiene que haber una relación “calidad/precio”.
He tratado de averiguar una cantidad exacta con vistas a exponerla en esta columna, pero confieso que tras un viaje bastante tórrido sigo sin saber si transformarse de hombre a mujer cuesta $20 000.00 o $100 000.00. Lo único seguro es que el caso contrario, o sea, insertar un pene, despechugar a mujer y hacer que le salga barba vale el doble. Tanto en Seúl como en Madrid.
¿Que a santo de qué me meto en estos temas? Por algo que tiene que ver con Wikileaks y el Pentágono, ya veremos.
Lili Elbe fue la primera mujer atrapada en un cuerpo de hombre que se sometió a procedimientos hoy impensables. Fue en Alemania, en 1930, y allí se dejó operar cinco veces. La primera fue una penectomía, la segunda una orquiectomía (le cortaron las orquídeas, creo); luego le implantaron dos ovarios, que obviamente su cuerpo rechazó dando lugar a otra operación más y como parece que se había vuelto adicto al bisturí, se dejó hacer una vaginoplasta, (que no vaginoplastia), tras la que murió a los tres meses. Fue una pionera y se dejó masacrar en aras de que casi un siglo después, el procedimiento se haya mejorado casi hasta la perfección.
Hoy en día el cambio de sexo es un proceso que incluye psicólogo o psiquiatra, endocrinólogo para un largo y temible camino de dosificación de hormonas y desde luego, una o varias, manos de cirujanos. Aunque las hormonas trastornadas provoquen que le salgan unas almohadillas fofas a los hombres, es preferible un par de pelotas de silicona de buena calidad. Así que imagino que aquí es donde el precio cambia, pues hay algunos hombres que se operan la nuez de Adán, esa prominencia laríngea que adorna los longilíneos cuellos de algunos adolescentes, como el de Bradley Manning, por ejemplo. Otros se afinan las cuerdas vocales para atiplar la voz y perder el sonido grave, como de panadero búlgaro, al hablar…Y otros se gastan una fortuna en aniquilar cualquier vestigio de vello facial.
Ahora vamos a Wikileaks y al Pentágono. Seguramente el nombre de Bradley Manning sonó familiar, conocido. En efecto, es el soldado estadounidense que está cumpliendo en estos momentos 35 años de cárcel por regalarle, o venderle, a Julian Assange documentos de comunicaciones secretas del Departamento de Estado, diplomáticas y militares, que causaron un escandalo en el 2010.
Julian Assange, el editor de Wikileaks, sigue metido en la embajada del Salvador en Londres desde hace dos años, pero en este tiempo Bradley Manning ha hecho su propia guerra: al día siguiente de ser condenado anunció que se identificaba como mujer, que su nombre sería Chelsea y que quería empezar un tratamiento para cambiar de sexo.
Bradley, hoy Chelsea, ganó recientemente una querella que obliga al Pentágono a identificarle como tal y ya todos sus documentos oficiales llevan ese nombre. Pero lo que los jueces no han autorizado todavía es su traslado a una cárcel de mujeres o a una prisión civil, donde pudiera recibir el tratamiento. De eso nada. La autoridad federal de prisiones se opone.
El Ejército de los Estados Unidos no autoriza a transexuales en sus filas, aunque desde el 2011 permite que los soldados se expresen abiertamente sobre su preferencia sexual.
Chelsea Manning ha encontrado defensores en organizaciones de derechos civiles que piden una actualización o modernización de las definiciones del Ejército norteamericano para que acepte el concepto de “disforia de género” y deje de considerar el asunto como un trastorno mental.
Tal parece que, aunque el presidente Obama dijese que “el valor no entiende de géneros”, lograr que se permita el servicio militar a los transexuales aquí va a tardar. Llevan la delantera en este campo Australia, Israel y el Reino Unido.
Volviendo a Chelsea, vean ustedes, es el propio Ejército de Estados Unidos quien le proporcionara a la soldado su anhelado cambio. Tras la denegación del traslado, el Pentágono anunció, hace pocos días, que proveerá a la soldado Manning el tratamiento hormonal necesario para comenzar su transición…
No es un asunto de Seguridad Nacional, y aunque no creo que a Chelsea le ofrezcan lo más caro que exista en el Mercado en relación “calidad/precio”, es desde luego un precedente humanitario interesante y podría decirse que hasta inesperado, en este caso, por parte del Departamento de Defensa.
Alina Fernández, vive en Miami y es una de las hijas de Fidel Castro...
