CRISIS DE ALIMENTOS
De cómo el castrismo cambió la dieta de los cubanos
Los inventos caseros eran mejores que los 'fidelistas'.
POR TANIA QUINTERO | ESPECIAL PARA
De toda la vida, a los habaneros siempre nos gustó acompañar las comidas con plátano vianda o macho, maduro, verde o pintón, frito o hervido. El de fruta más consumido era el platanito manzano.
Pero con la llegada de los barbudos y sus desastres agrícolas, el plátano vianda dejó de ser presencia diaria en nuestras mesas, también el manzano. En la variedad de fruta nos fueron imponiendo el plátano johnson, que lo mismo se comía maduro o verde, hervido como 'fufú' o frito como 'mariquitas'.
En 1990, tras la desaparición de la URSS y la caída del Muro de Berlín, Fidel y Raúl Castro implantaron el 'período especial en tiempos de paz'. Con él llegaron los estómagos vacíos, los apagones, la falta de transporte, de jabón y de almohadillas sanitarias para las mujeres, entre otras muchas carencias.
Pero llegaron también los 'inventos fidelistas'. Uno de ellos fue el plátano-microjet. Castro I puso a los habaneros y a todos los cubanos, a comer plátano burro o 'fongo', muy consumido en las provincias orientales, pero no en la capital.
Hace veinte años, la consigna no era 'patria o muerte', si no 'comer o morir', sobre todo si tenías que recorrer a pie la ciudad o pedalear cientos de kilómetros en pesadas bicicletas chinas. Así que no nos quedó más remedio que adaptarnos al plátano burro, que era el producido por el método microjet.
A falta de compotas rusas de manzana -venían en pomos de cristal, después utilizados en sustitución de las tacitas de café, desaparecidas del mercado, como tantas otras cosas-, muchas madres las hacían de 'fongo': lo hervían con agua y azúcar y las que no tenían batidora, lo pasaban por un colador.
Ya en 1994, los plátanos johnson y burro formaban parte del menú habanero. Solo los más viejos recordaban aquellas bolas de plátano pintón rellenas con queso blanco o con carne de res molida, sazonada con ajo, cebolla, tomate, comino, orégano, laurel, pasas, aceitunas y alcaparras.
Veinte años atrás, los condimentos tradicionales -casi todos heredados de los españoles- fueron sustituidos por cebollinos, orégano de la tierra y culantro, entre otras yerbas, pero en particular por los cuadritos de caldo, de res, pollo, bacon o vegetales.
Con los 'calditos', como les decían, se preparaban potajes. Los chícharos y frijoles colorados quedaban aceptables con los de bacon. Por suerte, el potaje de frijoles negros, típico de la cocina cubana, al igual que el congrí, con poca sazón quedaba sabroso.
Platos de moda en aquellos años fueron el 'arroz saborizado', las 'croquetas de averigua', las frituras de harina con cebollinos (aún se siguen elaborando) y los 'pudgom': pudines que al no llevar leche ni mantequilla, solo pan viejo, agua y almíbar con sabor a naranja o limón, quedaban tan gomosos que si usabas dentadura postiza se te podía caer
Así y todo, los inventos caseros eran mejores que los 'fidelistas'. Además del microjet, otro de sus inventos famosos, fue el helado de cítricos, de limón, naranja o toronja y que supuestamente contenía vitamina C.
Como las máquinas de hacer frozen, traídas de Argentina y que una vez vendieron helados de chocolate, fresa y vainilla en barquillo, se estaban echando a perder por falta de materia prima, Fidel Castro determinó que en ellas se elaborarían y venderían esos helados sosos y aguados.
Otra creación suya fueron las hamburguesas Zas, con carne de cerdo molida. Antes de lanzarlas al mercado habanero, Castro probó las auténticas. En vuelos especiales procedentes de tres o cuatro países, le llevaron varios tipos de McDonald's. Luego de probarlas, dijo que las Zas eran mucho mejores.
De que las hamburguesas Zas eran superiores a las McDonald's salió en un periódico Juventud Rebelde, pero yo tuve oportunidad de leer el acta de una reunión del Consejo de Ministros donde Castro, minuciosamente, contó sobre su proyecto de las hamburguesas y los helados de cítricos.
Eso fue cuando 'la glasnost y la perestroika' eran seguidas con atención entre altos cargos del gobierno y el partido de la isla. Entonces era periodista oficial y para que no me quejara más de 'falta de información y transparencia', del departamento ideológico me dijeron que me iban a permitir leer varias actas del Consejo de Ministros. Pero solo pude leer una. Los lentes duros de contacto que usaba por mi avanzada miopía, me dañaron la córnea y tuve que permanecer más de un mes sin poder leer ni salir a la calle.
Las hamburgueserías Zas, que con bombo y platillo habían sido inauguradas en distintas barriadas de la capital, fueron languideciendo y dejaron de existir, sin que su creador explicara los motivos.
Mientras, en las carnicerías, por la libreta de racionamiento, cada vez se distribuía menos pollo. En su lugar, una amplia variedad de bodrios fidelistas, como el picadillo de soya o 'texturizado', la masa cárnica, el 'perro' sin tripas y la pasta de oca. La macarela y el jurel congelados fueron sustituidos por jurel en lata chileno.
En las bodegas, el producto estrella era el 'cerelac', una especie de gofio destinado a los mayores de 60 años. Los ancianos eran quienes peor lo pasaban, sin poder desayunar café con leche, si no cocimientos con hojas de naranja, limón o toronja o 'sopa de gallo', como le decían al agua tibia con azúcar prieta.
Por dólares, además de los 'calditos', en 1994 lo más popular eran los 'perritos' (salchichas de pollo) de Canadá, el picadillo de pavo de California y los sobres de refresco instantáneo, de fresa, uva o melocotón.
Hoy, la vida en La Habana y en el interior sigue siendo estresante y difícil. Pero al menos ahora la gente tiene lo que hace veinte años ni soñar podíamos: la apertura de timbiriches, cafeterías y restaurantes particulares, donde puedes comer desde churros rellenos hasta sandwiches de jamón y queso.
11 recetas cubanas de los tiempos duros
1- Arroz microyé: Una vez cocinado el arroz, añada agua. (Se enchumba, pero crece y llena más).
2- Francisco: Una vez blandos los frijoles, agregue arroz crudo. (No, no es congrí, es potaje de frijoles con arroz flotando. Este plato es principalmente de las provincias orientales).
3- Huevo frito con agua: Coloque el sartén a la candela, añada agua hasta cubrir la superficie y espere a que se caliente. Parta el huevo y protéjase de las salpicaduras. Espere a que se endurezca y retire con una espumadera.
4- Bistec de toronja: Pele la toronja. Separe la corteza blanca pegada al hollejo tratando de sacar lascas grandes. Adobar a la manera tradicional con no más de tres ingredientes. Fríalo en aceite de coco.
5- Picadillo de gofio: Prepare una salsa con la menor cantidad de ingredientes posible. Tire el gofio y observe cómo se apelotona. Piense en un sabroso picadillo de res y cuando comience a salivar, métale mano.
6- Picadillo de cáscara de plátano: Muela la cáscara de plátano (preferiblemente de plátano burro). Prepare una salsa similar a la del picadillo de gofio y agregue la cáscara molida. Para una mejor degustación haga un intenso ejercicio de abstracción.
7- Dulce de coco de col: Muela la col y échela sobre el almíbar previamente hecho. Asegúrese de haberle echado mucha azúcar al almíbar.
8- Cerelá: (Polvo de procedencia dudosa que vendían por la libreta y que supuestamente contaba con leche entre sus ingredientes). Ponga a calentar agua y luego vierta varias cucharadas de cerelá. Remueva hasta espesar. Tómelo si puede.
9- Arroz mixto: Para este platillo es preciso tener los conocidos “cabos” de días anteriores. Puede usarse todo tipo de arroz: congrí, arroz amarillo, arroz blanco. Mézclelo, rocíe agua y ponga a calentar. (Ojo: no confundir con arroz frito).
10- Albóndigas de pasta de oca: Es probable que usted ya no encuentre esta masa en el mercado, al menos no con esa consistencia babosa que la caracteriza. Si usted tuviera tamaña desgracia haga pelotas con la masa y échelas a cocinar en la salsa de los picadillos anteriores. No coma mucho, para evitar que se le pegue en el estómago.
11- Prisma o sopa de gallo: Añada varias cucharadas de azúcar prieta en un vaso de agua y revuelva. Este preparado le debe su nombre al programa Prisma y como rezaba el lema del mismo se tomaba “justo antes de la medianoche”, para que las tripas dejaran dormir.