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General: Los Gays en la mira del nazismo..Un poco de historia
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 16/09/2014 16:40
           Historia LGBT: en la mira del nazismo                   
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Los nazis quemando los libros del Instituto para la Ciencia Sexual.
Durante las primeras décadas del siglo XX la situación pareció haber mejorado, ya sea parcialmente, para las personas de la comunidad LGBT. Esto, sin embargo, no significó el fin de la lucha. Como también les mencioné y para nuestra lástima, la historia sufrirá un segundo punto de giro.
 
Antes de comenzar a narrar la parte oscura de las décadas subsiguientes a la publicación pasada, señalaré un hecho bastante importante. Se trata de la primera cirugía de cambio de sexo, llevada a cabo en Alemania bajo la supervisión de Magnus Hirschfeld (¿Lo recuerdan? Uno de los primeros activistas, el fundador del Comité Científico Humanitario y el Instituto para la Ciencia Sexual). Einar Mogens Wegener, que tras la operación cambió su nombre a Lili Elbe, era un artista danés que tuvo que someterse a cinco cirugías para tratar de tener, con la mayor precisión posible, la anatomía de una mujer. Para los años en los que Lili era sometida a cirugía, la publicación de un nuevo código penal danés dejó de considerar la homosexualidad un crimen. De acuerdo a la documentación, Lili pudo haber sido intersexual, quizá afectada por el síndrome de Klinefelter; de hecho, durante su operación se evidenció que tenía ovarios rudimentarios. Para su desgracia, sufrió demasiadas complicaciones: la segunda cirugía consistió en un trasplante de ovarios, pero tuvieron que ser removidos en una tercera y cuarta intervención por la incompatibilidad. La quinta y última cirugía consistió en un implante de útero que, lamentablemente, solo consiguió complicarla más y quitarle la vida. A pesar de haber sido la primera persona en someterse a una cirugía de cambio de sexo, Lili no fue tan conocida como la estadounidense Christine Jorgensen ―nacida George William Jorgensen, Jr.―, cuyo caso llegó a difundirse mundialmente.
  
Una vez que el nazismo alcanzó el poder en Alemania en 1933, las organizaciones homosexuales fueron prohibidas. La gran biblioteca del Instituto para la Ciencia Sexual ardió en llamas, y el Instituto en sí fue destruido. Magnus Hirschfeld no se encontraba en Alemania durante esta catástrofe, y luego de enterarse de lo sucedido jamás regresó. Tomó una sabia decisión, ya que pronto los homosexuales empezarían a ser enviados a los campos de concentración, donde la luz no los volvería a alcanzar. Un médico de las SS, Carl Værnet, comenzó sus experimentos en gatos y gallinas para encontrar la cura de la homosexualidad a través de la administración de testosterona. Posteriormente, Carl practicaría sus experimentos en seres humanos reclutados en el campo de concentración Buchenwald, donde cerca de trece de los cincuenta individuos utilizados morirían instantáneamente ante las atroces pruebas.
  
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El triángulo rosa.
  
Se crearon instituciones para la persecución de los homosexuales y su posterior traslado a los campos de concentración, donde serían obligados a vestir prendas con un triángulo rosa bordado para diferenciarlos de los otros prisioneros. Entre 1933 y 1945 fueron juzgados casi 100 000 hombres por conductas homosexuales: la mitad de estos fueron sentenciados, y se calcula que aproximadamente 15 000 de esta mitad fueron prisioneros de los campos de concentración. Se desconoce, sin embargo, cuántos de ellos murieron como consecuencia del Holocausto, si bien se cree que pudo haber sido el 60 %… o más. Tras la caída del nazismo las cosas no mejoraron para los homosexuales, quienes tuvieron que seguir encarcelados a causa del código penal alemán, que aún criminalizaba estas conductas. Los homosexuales fueron ignorados y, para el entonces, ni siquiera fueron considerados víctimas del nazismo. No fue hasta el 2002 cuando el Gobierno alemán anuló las sentencias nazis y pidió disculpas a la comunidad homosexual. Se sabe que hoy en día existen ciertos monumentos en varias ciudades de Alemania y el mundo para recordar a las víctimas homosexuales asesinadas en el Holocausto. El Gobierno italiano, aliado del alemán, sin aun haber promulgado una ley que prohibiera la homosexualidad (de hecho, si recuerdan, a mitad del siglo XIX fue legalizada) escudándose de las leyes ya existentes se maltrató, detuvo y juzgó a numerosos homosexuales. Pronto surgió un decreto que permitía realizar una limpieza: los homosexuales serían exiliados a islas o zonas montañosas de la misma Italia. En comparación con las víctimas del nazismo, estos fueron una cantidad considerablemente menor, pero al igual que en Alemania, su situación no mejoró tras el fin de la guerra. La Unión Soviética volvió a criminalizar la homosexualidad con una pena de cinco años de cárcel. Paralelamente, en la España franquista se modificó la Ley de vagos y maleantes para volver a penalizar las conductas homosexuales… Ambos países dieron un paso atrás. Por su parte, Filipinas, Grecia, Islandia, Tailandia, Portugal ―por segunda vez― y Uruguay despenalizaron la homosexualidad. Suiza y Suecia también hicieron lo mismo poco más tarde, tras establecer la edad de consentimiento sexual de 20 años; Polonia estableció una edad de 15 años, tanto para heterosexuales como para homosexuales. En Reino Unido se publicó el informe Wolfenden con la opinión de un comité liderado por John Wolfenden sobre la homosexualidad, y en el cual se recomendaba que el comportamiento homosexual entre adultos ya no tenía que ser un crimen. Asimismo, recomendaron que la edad de consentimiento sexual entre hombres debía ser de 21 años, que era la mayoría de edad. Inmediatamente no hubo cambios en las leyes inglesas, pero una década más tarde se aprobó una ley que seguía las recomendaciones del comité. En Reino Unido, Francia, Dinamarca, Suecia y los Países Bajos se crearon organizaciones cuyo propósito era defender los derechos de la comunidad LGBT a nivel nacional, luchar por la emancipación del colectivo. Fuera del cuadro bélico y de manera un poco aislada, hay que destacar que para 1938 la palabra «gay» comenzó a ser utilizada para referirse a los homosexuales. Ahora hablaremos de un punto que, al menos para mí, resulta bastante interesante. En Estados Unidos el sexólogo Alfred Kinsey publicó su libro Comportamiento sexual del hombre (1948), producto de una ardua investigación. Tras haber entrevistado a más de 5300 hombres, Alfred señaló que un 46 % de ellos había reaccionado sexualmente ante ambos géneros al menos una vez en su vida, mientras que un 37 % había tenido una o más experiencias homosexuales. Sin embargo, tan solo un 4 % había tenido una conducta homosexual durante toda su vida. Alfred también concluyó ¡que la homosexualidad existía en todos los niveles sociales y ocupacionales! Hoy en día esto es algo muy obvio, pero en antaño hubiesen preferido creer que la Luna era de queso. Y a los que todavía creían que la Luna era de queso, lamento haberlos decepcionado. Posteriormente, Alfred publicó la continuación de su obra, ahora Comportamiento sexual de la mujer (1953), basado en los datos recopilados tras entrevistar a más de 5400 mujeres. El 13 % de estas mujeres había tenido al menos un orgasmo homosexual durante su adolescencia; en cambio, solo un 3 % de ellas eran estrictamente homosexuales. Todos estos resultados hicieron que Alfred supusiera que quizá el 10 % de la población del país, tanto masculina como femenina, era homosexual. Ambas publicaciones, conocidas en conjunto como el «informe Kinsey», descartaban que la homosexualidad fuese una patología, así como demostraban que era una práctica relativamente común. Alfred también se dio cuenta de que había más niveles en la sexualidad humana que las simples heterosexualidad u homosexualidad. Así, creó su propia escala, que iba desde el cero ―exclusivamente heterosexual― hasta el seis ―exclusivamente homosexual―. En la mitad de la escala el número tres se refería, por supuesto, a la bisexualidad. Su trabajo fue muy criticado, pero sirvió de base para que otros investigadores en otras partes del mundo hicieran lo propio. No sabría decirles si el esfuerzo de Alfred cambió la mente de algunos; lo más probable es que sí, al menos de aquellos con mentes abiertas.
  
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Joseph McCarthy y Roy Cohn, respectivamente.
Para seguir hablando de los Estados Unidos, en 1950 tuvo lugar el «terror lila» ―Lavender scare, en inglés―; como la homosexualidad era considerada una enfermedad mental, los altos funcionarios del Gobierno creían que estos eran fáciles de chantajear y, por ende, revelar los secretos del Estado. Esto conllevó a que 91 homosexuales fueran despedidos «por razones de seguridad». El senador Joseph McCarthy contrató a Roy Cohn como su consejero jefe, y juntos despidieron a numerosos funcionarios del Gobierno a causa de su orientación sexual, o silenciaron a otros esparciendo rumores de su homosexualidad. Como la vida siempre nos brinda una pizca de ironía, se sorprenderán al saber que Roy Cohn mismo era un homosexual en el armario. Personas como Roy hacen que el mundo se oscurezca cada día un poco más. Un despido que causó mayor escándalo fue el de Frank Kameny, en 1957 (debo aclarar que ni Roy ni Joseph tuvieron algo que ver con este despido). Frank fue un astrónomo del ejército estadounidense que tras su despido se convirtió en un defensor de los derechos homosexuales y un pilar del movimiento LGBT. En un principio, Frank llevó su caso a la Corte Suprema de los Estados Unidos, y aunque su petición fue denegada, la importancia de su actuación radicó en haber sido el primer caso de reclamación de derechos civiles basado en la orientación sexual. Pronto cofundaría la sucursal de la organización Mattachine Society en Washington para continuar su lucha. De hecho, promovió campañas para la eliminación de las leyes de sodomía aún vigentes y de la clasificación de la homosexualidad como enfermedad mental por parte de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. A finales de la década de los 50, la psicóloga Evelyn Hooker publicó su artículo The Adjustment of the Male Overt Homosexual (1957), en el que afirmaba que los homosexuales no eran anormales y que, en realidad, no había diferencia entre estos y los heterosexuales, patológicamente hablando. Este estudio sería uno de los principales contribuyentes en la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría unos veinte años más tarde. Edward Sagarin, bajo el seudónimo de Donald Webster Cory, publicó su libro The Homosexual in America: A Subjective Approach (1951), considerado una de las obras más influyentes en la historia del movimiento LGBT. Fue de los primeros libros estadounidenses que expuso la situación de los homosexuales, cómo eran discriminados en todos los aspectos, y sus derechos.
 
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Alan Turing.
Por último, les hablaré brevemente de Alan Turing. Este es un personaje que quizá pocos conocen, pero que jugó un papel importatísimo en el descifrado de los códigos nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Alan contribuyó significativamente en el área de la informática al punto de que ha sido considerado el padre de la computación. No obstante, todo lo que él dio y pudiera dar a la sociedad fue eclipsado por su mera orientación sexual. En 1952 Alan fue procesado por su homosexualidad, pues era una conducta aún penalizada en Reino Unido; se le dio a escoger entre dos años de prisión y someterse a un año de tratamiento hormonal ―castración química―, eligiendo la última opción. Dos años más tarde Alan murió por envenenamiento con cianuro: algunos consideran que se trató de un suicidio, mientras que otros ―incluida su madre― creen que fue un accidente. En 2009, gracias a la iniciativa del programador John Graham-Cumming, el Gobierno británico se disculpó por el trato que recibió Alan Turing a causa de su orientación sexual. En 2011 surgió otra petición al Gobierno, esta vez se pedía el indulto de Alan, pero fue denegada debido a que la homosexualidad era penada en el entonces. Fue la misma reina Isabel II quien le otorgó el indulto real en 2013.
«Solo podemos ver poco del futuro, pero lo suficiente para darnos cuenta de que hay mucho por hacer.» ―Alan Turing



 
*Fuente InOut Post


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