La trampa del Odiseo
Cuenta Omero en su poema épico “La Odisea”, que luego de un lustro de asedio a la que se tenía por inexpugnable ciudad de Troya, las huestes griegas se comenzaron a desmoralizar y reclamar a sus comandantes el regreso al hogar. Sólo el genio de Odiseo, el más prudente de sus varones, pudo salvar a los invasores del bochorno, con aquello del caballo de Troya.
Lo que pasó ya lo conocen. El caballo fue colocado frente a las murallas de la ciudad e ingenuamente introducido por los sitiados, quienes en la noche fueron emboscados y derrotados por los ocupantes de de la trampa. Desde entonces el mítico caballo es tenido como el símbolo del mal enmascarado al que inconscientemente se ha dejado entrar dentro del espacio protegido, que agazapado espera el momento oportuno para atacar.
De alguna forma mientras reflexionaba sobre la obra, creí descubrir un paralelismo entre la ciudad de la leyenda griega y la realidad que afronta el régimen cubano; entre el caballo de Troya y los avances tecnológicos de nuestros días, particularmente aquellos relacionados con las comunicaciones. Los videos, los DVD, las antenas satelitales, la internet, los teléfonos celulares, los ordenadores, todos ellos son sin lugar a dudas verdaderos caballos de Troya.
La inexpugnabilidad del régimen está siendo puesta a prueba en estos momentos como en su tiempo lo estuvo Troya y las posibilidades de sobrevivir al cerco son casi nulas. Esto se debe a que sus dominios han sido penetrados por el enemigo ideológico y en eso mucho han tenido que ver los enunciados caballos.
Desde que el señor Castro pronunciara en uno de sus kilométricos discursos allá por la década de los ochenta, que los videocaseteras eran un veneno ideológico, muchas aguas han caído, al igual que muchas cabezas. Sin embargo a pesar de las orientaciones dadas por “el jefe”, el avance tecnológico no se detuvo, ni los guardianes de la pureza ideológica pudieron evitar que estos medios invadieran la isla.
Muchas leyes y decretos se emitieron y se emiten, pero lo prohibido tienta, más cuando se trata de entretenimiento e información.Fue así que por diferentes canales y utilizando los artilugios más ocurrentes, las personas se fueron armando de disímiles medios con los que contrarrestar la aburrida programación que emiten las televisoras gubernamentales y burlar de paso la recia censura que el régimen impone a los ciudadanos. Por primera vez en la era comunista muchos veríamos películas de Superman, prohibidas por considerarlas símbolos del imperialismo, conoceríamos como era la vida de nuestros familiares en el extranjero o simplemente la pasaríamos de rechupete con algún programa comercial.
Pero de todos estos juguetes los que han resultado más nocivos para la dictadura han sido el internet y las computadoras personales. La primera por ser la avenida por donde transita todo el acontecer mundial, la segunda por su capacidad de almacenar y sobre todo, de reproducir en forma económica, rápida y segura toda la información que queramos. Tan letales han resultado que los cubanos hemos formado especies de clubes informáticos por medios de los cuales lo que resulta novedoso, importante, trascendental es pasado de mano en mano, copiado, compartido o regalado y de esta forma, memoria flash de por medio, una parte importante de la población, empieza a tener acceso a información sin filtrar.
Gracias a ello vimos la caída de Castro en Santa Clara, conocimos del exilio de Carlos Otero, hemos contemplado desfilar a las Damas de Blanco y el video que recoge el noqueado que le dieron los jóvenes informáticos de la UCI al ex presidente del llamado parlamento cubano, Ricardo Alarcón de Quezada.
No sé qué Odiseo creó esos modernos caballos de Troya, quizás ni siquiera debieran importarnos, porque lo trascendente es el papel que están jugando, y lo más importante, que pésele a quien le pese, entraron a nuestros hogares y aquí se van a quedar.