Rostros de la transexualidad en Cuba
La fotógrafa Claudia González presenta una serie de contrastes con personajes anónimos
que se han sometido a un cambio de sexo en la Isla. El proyecto contó con la venia del CENESEX.
Uno de los participantes en la serie.
Joan Antoni Guerrero Vall | Diario de Cuba
La fotógrafa Claudia González ha realizado una serie con retratos de transexuales cubanas que se convertirá en libro a la vez que en exposición, a presentar en España y Cuba el próximo año. La serie muestra el contraste de un conjunto de personajes anónimos, capturados en su entorno doméstico, antes y después del proceso de cambio de sexo.
La autora señaló, en conversación telefónica con DIARIO DE CUBA, que se propone resaltar la dignidad" de un colectivo todavía menospreciado "en Cuba y en otros muchos países". El proyecto arrancó en 2011 porque la autora, nacida en Santiago de Chile pero criada en España, acudía a la Isla por asuntos de trabajo y así conoció la labor del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), dirigido por la hija del general Raúl Castro, Mariela Castro.
"Me di cuenta de que tenía una idea equivocada de lo que pasa con los homosexuales en Cuba", explica la autora desde un hotel de Holguín, donde la semana pasada todavía estaba haciendo fotos para el proyecto. González, que es fotógrafa de retratos, dijo sentirse con la "obligación" de iniciar la serie porque "las imágenes me venían a la mente". A pesar de que no hace fotografía documental, en este caso reconoce que bordea el género.
"Es inevitable pasar por el tema documental y que el espectador, con un simple vistazo, pueda pensar qué es lo que viven estas personas a diario, no solo en Cuba". El resultado de la serie, de acuerdo con el objetivo de la fotógrafa, ofrece una imagen positiva de los transexuales en la Isla. Precisamente una visión que le permitió contar con el permiso del CENESEX, "que quiere dar una visión de progreso" sobre el colectivo.
El centro que dirige la hija del dictador es a menudo criticado por usar a las minorías sexuales para el lavado de cara del régimen, una estrategia de relaciones públicas que en otros contextos se ha denominado como pinkwashing, el uso de los derechos de los gays para proyectar una imagen de modernidad ante las críticas por violar otros derechos humanos.
En Cuba, las iniciativas oficiales de integración social para personas del colectivo LGBT excluyen la esfera independiente y proscriben las del entorno opositor. La lealtad política al régimen se antepone a la dignidad humana, algo que genera sospechas sobre la honestidad de la labor del CENESEX.
"En el tema político yo no me meto —arguye González— porque es asunto muy complicado y soy apolítica total." A pesar de ello, reconoce que "en Cuba hay un camino muy largo por recorrer en todos los sentidos". La fotógrafa añade que incluso Mariela Castro tiene dificultades para hacer más cosas: "Para ellos es muy difícil hacer todo, incluso a Mariela Castro le resulta difícil, no tiene todas las libertades, ni siendo la directora del CENESEX".
La homofobia que perdura
El trabajo con los transexuales fue al principio un tanto complejo porque "desconfiaban" de la fotógrafa. El contacto directo con ellos le ha mostrado algunos de los problemas cotidianos del colectivo en la Isla. La homofobia sigue instalada en Cuba y todo ello se percibía "en esas miradas inquisitivas, que darían para otra serie", cuando la fotógrafa paseaba por la calle con sus modelos o cuando las esperaba en un punto y no llegaban porque la policía las había retenido.
"Conozco las historias de cada uno de ellos, ha sido una experiencia muy gratificante y enriquecedora", explica González. Los personajes que desfilan por la serie no proceden de una esfera de marginalidad. "El CENESEX les da una oportunidad para que no caigan en la prostitución o en las drogas, he conocido a peluqueras, enfermeras y universitarias."
La idea original del proyecto era hacer el seguimiento de todo el proceso de transformación, "pero ha sido muy complicado que confiaran en mí, no he podido hacer las fotos que quería hacer hasta 2012".
Tampoco le dejaron hacer las fotos que quiso hacer al principio porque otros fotógrafos habían mostrado una faceta más truculenta del colectivo. "No es la visión de progreso que se quiere dar, eran trabajos más documentales, de transexuales prostituyéndose o pinchándose hormonas, una imagen más morbosa, aunque no es real, ellas no tienen esta vida, son de lo más tradicionales, femeninas, mujeres de un solo hombre y religiosas."