La artista cubana Tamia Bruguera. Convocan a la Plaza de la Revolución, esté 30 de diciembre a las 3 de la tarde
Nora Gámez Torres Nuevo Herald Con el reclamo del derecho “a ser seres políticos” y conocer “cuál es la idea de nación que estamos construyendo”, la artista cubana Tania Bruguera y un grupo de cubanos que crearon la plataforma “#Yotambiénexijo” están convocando a una acción artística en la Plaza de la Revolución el próximo 30 de diciembre, a las tres de la tarde, para que las personas discutan a micrófono abierto “qué nación desean”.
“La idea es que la gente hable un minuto y diga lo que piensa”, explicó Bruguera.
Según Bruguera, la idea surgió de modo “espontáneo”, a partir de una carta que escribiera el 17 de diciembre a los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, y al Papa Francisco, en la que exigía que los cubanos “tengamos todos un espacio de participación y el derecho a tener una opinión diferente que no sea castigada” y a “manifestar pacíficamente en la calle a favor o en contra de una decisión del Gobierno”.
La artista explicó a el Nuevo Herald que el proyecto incluye a “cubanos que están fuera y dentro de la isla, personas que vienen del mundo del arte, periodistas, diseñadores, editores, gente joven. Lo interesante del grupo es que es un espacio al que han accedido personas que hasta este momento no se habían manifestado sobre lo que está pasando en Cuba, no sentían que tenían un espacio dentro de las instituciones oficiales o alternativas para hacerlo”, dijo.
En cuatro días, el grupo cuenta ya con más de dos mil seguidores en Facebook y otros mil en Twitter.
“Somos personas con distintas tendencias ideológicas y credos religiosos. Todos tenemos una visión diferente sobre lo que tiene que ser Cuba pero estamos reunidos en el mismo espacio porque tenemos el derecho a ser parte de lo que está pasando”, agregó.
Bruguera es una de las artistas cubanas más internacionales, cuya obra ha recorrido todo el circuito mundial de eventos artísticos más prestigiosos.
El performance “#Yotambiénexijo” tiene un precedente memorable en El susurro de Tatlin, otra acción performática durante la décima Bienal de La Habana en el 2009. En aquella ocasión, se abrió un micrófono para que los participantes pudieran expresarse sin censura durante un minuto. La bloguera Yoani Sánchez utilizó la oportunidad para destacar que “Cuba es un país rodeado de mar y es también una isla cercada por la censura”.
La artista cubana insistió en que la reunión convocada en la Plaza es una actividad artística, porque “a través del arte se pueden crear espacios de tolerancia que quizá todavía no existen en la realidad y se pueden probar otras maneras de comportarse”.
A este tipo de práctica, que busca “el ensayo de nuevos comportamientos o la reflexión sobre ellos”, le ha llamado “arte de conducta” o “arte útil”, y lo puso a prueba en el proceso de organización del movimiento de protesta Occupy Wall Street, del cual fue parte, sobre todo a través de la plataforma educativa y artística Immigrant Movement International.
“Personalmente estoy sintiendo la misma emoción que sentí cuando nosotros comenzamos Occupy Wall Street, que éramos un pequeño grupo de personas. Todos estamos trabajando voluntariamente, desinteresadamente”, comentó Bruguera quien hizo hincapié en que pese a ser una obra de arte, la actividad busca la participación “del cubano de a pie”.
“Estamos invitando también a personas que están en posiciones de dirección y del gobierno para que vengan también, pero que vengan como un cubano del pueblo”, aseguró. Aunque la idea original es que cada quien hable por un minuto, “a lo mejor tenemos más suerte y la gente quiere quedarse más tiempo, a lo mejor podemos crear algo como Occupy Wall Street donde la gente se sentaba a tener discusiones sobre lo que estaba pasando y se crearon grupos de trabajo para proponer soluciones diferentes a los problemas de los Estados Unidos”, comenta.
La artista informó que viajará pronto a Cuba para obtener los permisos necesarios de las autoridades. “Ellos pueden decir que no quieren que se haga, pero si la gente va, no importa lo que ellos quieran. Si va una o diez o cien personas a compartir y tener un diálogo pacífico eso habrá pasado no importa lo que ellos quieran”, afirmó.
La escritora cubanoamericana Achy Obejas considera que el evento es aún más relevante “porque es algo que tomará lugar en Cuba, no afuera. Veremos cómo reacciona la gente: si van o si se queda Tania sola en la Plaza. Y veremos cómo reacciona el gobierno ante el evento: si dejan a la gente tranquila o si los botan de la plaza o los arrestan”.
El impacto de la normalización de relaciones en la cultura
“En una plaza sitiada, la disidencia es traición”, decía un cartel cerca de la vivienda del fallecido disidente cubano, Oswaldo Payá. Pero tras el anuncio del reestablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, el pilar del nacionalismo revolucionario –el “enemigo” del Norte, la lucha del pequeño David caribeño contra el imperialismo yanqui– ha quedado tambaléandose.
Opositores cubanos reunidos esta semana declararon que el reestablecimiento de relaciones entre EEUU y Cuba “pone fin al pretexto y la narrativa oficial de plaza sitiada”.
Tan pronto como en la tarde del histórico 17 de diciembre, cuando Barack Obama anunció el cambio de política exterior hacia la isla, los periodistas del programa televisivo La Mesa Redonda cuidadosamente se referían a EEUU como “el vecino”. El cambio fue tan evidente, que en una ocasión, una periodista aclaró que eso “no era una traición a los términos que hemos acuñado, pues la batalla de estos años nos llevó a eso”.
En el campo de la cultura el impacto de la normalización y el cambio de discurso pudieran ser favorables. Aprovechando el momento, un grupo de cineastas cubanos hizo una declaración ese mismo día 17 contra la censura del filme Regreso a Ítaca, del realizador francés Laurent Cantet y con guión del escritor cubano Leonardo Padura, premio nacional de literatura en 2012.
La película, basada en parte de La novela de mi vida (2001) escrita por Padura, toca temas álgidos como el exilio y la escasez durante el Periódo Especial. La cinta fue eliminada del pasado Festival del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana porque “no podía ser incluida en ninguna de las categorías del certamen”, había comunicado el director del Festival, Iván Giroud.
Pero el grupo de realizadores denunció que “por imposición de las máximas autoridades del Ministerio de Cultura y el ICAIC [Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos], la dirección del Festival fue obligada a retirar la película” y calificó el acto de censura como “un disparate cultural y político”.
Los cineastas—entre ellos Senel Paz y Fernando Pérez—advierten en la carta abierta que “la inédita situación que se abre para el país a partir de hoy, 17 de diciembre, hace todavía más insostenible la censura ejercida contra esta obra”.
El director del filme respondió a los cineastas agradeciéndoles y reconociendo que “además de la película ustedes están defendiendo la libertad de creación y de expresión y soy absolutamente solidario con esa lucha”.
Los firmantes, no pueden describirse como disidentes, por lo que el impacto de su acción es aún mayor, comenta Obejas, quien no cree que “el mero reestablecimento de las relaciones con EEUU va a promover un cambio. Raúl tampoco ha prometido nada”, dijo.
“En Cuba hay censura oficial, hay cosas que no se pueden decir. Hay una censura que ya es tan parte de la vida que se sobreentiende, la gente sabe cuáles son los límites y no los cruza. El mayor problema es que la gente, aunque hable directamente de estos temas, en realidad funcionan con esa sombra de autocensura”, valoró.
“La gramática de Cuba está marcada por el decir indirecto”, subrayó y por eso le pareció significativa la carta de los cineastas. “No tiene ese matiz indirecto, la gente que firmó la carta no necesariamente son controversiales—con excepción de Fernando Pérez—y [la carta] viene de adentro, de gente que tiene su vida artística y espiritual en Cuba. Son gente que está atada al sistema”.
Para Obejas, esto es esencial pues considera que “los cambios en Cuba tienen que venir de dentro. La historia demuestra que Cuba cambia cuando quiere, la fuerza de afuera siempre ha tenido el esfuerzo opuesto”, concluyó.
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