Performance en el Vivac Pablo Pascual Méndez, periodista de DDC, relata su detención y la de varios activistas
de DDHH a manos de la Seguridad del Estado tras intentar asistir a la performance de Tania Bruguera.
Boris González Arenas y Pablo Pascual Méndez
PABLO PASCUAL MÉNDEZ PIÑA | La Habana |Diario de CubaUsar el micrófono que la artista Tania Bruguera colocaría en la Plaza de la Revolución fue la aspiración de Pavel, Atos y Pupi. Como decenas de cubanos, se personaron a las tres de la tarde del pasado 30 de diciembre en la plazoleta frente al monumento a José Martí. La prensa extranjera emplazó cámaras, órganos oficialistas hicieron acto de presencia y grupos de jóvenes tomaban asiento sobre el pavimento para conversar.
Más tarde llegaría la noticia: desde horas de la madrugada se desconocía el paradero de Tania Bruguera. De la misma forma fueron puestos tras las rejas varios líderes opositores, entre ellos, Antonio Rodiles, Reinaldo Escobar y Eliecer Ávila, quienes habían confirmado su participación en el evento.
Tras el repliegue, Pavel, Atos y Pupi fueron interceptados por agentes de la policía política que a empellones los metieron en una furgoneta WAZ donde nos amontonábamos ya otros siete detenidos. Las portezuelas fueron cerradas y durante el traslado al Vivac (15 km), la temperatura en el apretado espacio alcanzó los 40 grados Celsius.
Al llegar fuimos sacados intencionadamente a cuentagotas. Riachuelos de sudor corrían por nuestros cuerpos a causa de la canícula. El vapor comenzó a aneblar los cristales y, a pesar del reclamo humanitario, las puertas se mantuvieron cerradas exacerbando nuestra angustia.
A la tortura térmica le siguió la psicológica. El represor que acarreaba nuestras pertenencias utilizaba la ironía como provocación. "Tomaremos bastante cerveza el día 31 —se divertían― las tenemos guardadas en los [refrigeradores] LG que nos regalaron Fidel y Raúl".
Pavel Herrera, Luis Trápaga, Ernesto Santana, Carlos Manuel "Atos" Hernández, Boris González, Waldo Fernández, Omar Sayú, Ariobel Castillo, Delio Rodríguez, Onnier Blanco, Andrés "Pupi" Pérez y yo, fuimos conducidos a la "nave de los políticos", suerte de petrocasa chavista de 15 metros de largo por seis de ancho y equipadas con 30 literas, 20 ventanas, tres duchas, cuatro inodoros y dos lavabos.
Pavel, Don Sayú y yo nos "plantamos" inmediatamente ―iniciamos una huelga de hambre—, Ernesto Santana se sumo después. Luego la totalidad de los detenidos fuimos instruidos de cargos excepto Pavel, Atos, Pupi, Delio y Ariobel, quienes se negaron y más tarde entablaron una fuerte discusión con un teniente coronel de Seguridad del Estado.
A todos nos imputaban un disparatado "delito por desorden público", encausamiento que ninguno aceptó, ni firmó. Nos impidieron hacer una llamada telefónica ¿El por qué? Pues según los oficiales éramos "propiedad de la Seguridad del Estado" y estábamos privados de todos los derechos. Los allí secuestrados, acordamos que si no éramos liberados en las próximas horas "calentaríamos" el ambiente.
La ignición
En la mañana del 31 diciembre y a la hora en que los detenidos comunes "efectuarían" el desayuno tomamos posiciones tras las ventanas para descargar la primera andanada de consignas: ¡Abajo Fidel! ¡Abajo Raúl! ¡Abajo la dictadura! ¡Castros asesinos! ¡Che asesino! ¡Abajo los cinco! ¡Abajo la Seguridad del Estado! ¡Policías corruptos!
Cuando el grafitero El Sexto fue visto rumbo al comedor le dimos vítores. Pavel preguntó por el "puerco Fidel" y Atos indagaba por "la puerca Raúl".
La reacción no se hizo esperar. Irrumpió el oficial de guardia, quien alegó "hablar en calidad de hombre y no de represor". Nos aconsejó que no nos complicáramos con otro delito. Volvieron los reclamos de las llamadas telefónicas, procedimientos y derechos violados.
El oficial reiteró que seguíamos siendo "propiedad de la Seguridad del Estado", pero trasladaría las inquietudes al mando superior y prometió que regresaría con una respuesta. Ante los cuestionamientos legales, respondió saber al dedillo el procedimiento penal por ser "licenciado en abogado" ―y la expresión se puso de moda en la nave.
Nunca regresó y la espera propició conocernos con más detalles. Pavel, activista de Cuba Independiente y Democrática (CID). Omar Sayú, de UNPACU. Atos, Pupi, Delio y Ariobel, de la Comisión de Atención a Presos Políticos y Familiares (CAPPF). Onnier, opositor independiente. Todos ellos acumulaban una cantidad considerable de horas/detenciones. En cambio Luis Trápaga, de Estado de SATS, y los periodistas independientes Boris González, Waldo Fernández, Ernesto Santana, y yo, éramos novatos en estas lides.
A la hora del almuerzo se repitieron otras andanadas de consignas. Pavel y Atos argumentaban a los jóvenes detenidos por causas comunes que nosotros luchábamos por la libertad, los derechos humanos y la libre expresión. Nos sorprendió que a hurtadillas uno de los guardias levantó el pulgar.
En la tarde noche, Vicente Coll Campanioni y Miguel Borroto, ambos activistas de la CAPPF, junto a Claudio Fuentes (Estado de SATS), quienes habían sido apresados en otras unidades policiales, fueron trasladados a "la nave de los políticos". En la noche hicimos provechosas tertulias e intercambios de experiencias y acordamos reservar nuestras cuerdas vocales, para dar una buena tanda a las 12:00. Notamos que la vigilancia de la nave fue reforzada con perros pastores alemanes.
Claudio —que logró pasar un reloj— avisó a la hora en punto y, con todas nuestras fuerzas, comenzamos a gritar ¡Cuba sí, Castro no! ¡Abajo el Partido Comunista! ¡Asesinos, asesinos, asesinos! ¡Viva Laura Pollán! ¡Vivan los derechos humanos! ¡Libertad, libertad, libertad! ¡Castro, traidor, asesino y dictador!, y todo el repertorio de consignas disponibles contra el régimen. Este fin de año no tomamos ron, cerveza, ni comimos chicharrones, pero el desahogo contra la dictadura hizo que la llegada del 2015 resultara inolvidable.
A la mañana siguiente, cuando los represores se aproximaban a la nave, recibían gritos de "¡asesinos!". Pupi —coordinador nacional de la CAPPF— fue llevado a interrogatorios. Por él nos enteramos que en las afueras del Vivac su esposa y otros activistas de la CAPPF estaban metiendo un mitin y amenazaban con ir a la Plaza de Revolución a formar jaleo. Ignorábamos que Tania Bruguera, Antonio Rodiles y Ailer González estaban entre los manifestantes. Desde las ventanas advertimos seis patrulleros y supusimos que se había armado la gorda. Aunque ya estábamos agotados, acrecentamos las frecuencias de las consignas anti régimen.
Gracias a las valientes demandas de Tania Bruguera, la Comisión de DDHH, organizaciones y prensa internacional e independiente encabezada por DIARIO DE CUBA, más la hermandad de la oposición al régimen, todos los secuestrados fueron liberados, so pena de una advertencia oficial por desorden público, amonestación que nadie firmó ni reconoció. Desafortunadamente, Omar Sayú fue deportado a las provincias orientales.
Los sucesos de los días 30, 31, 1 y 2 demostraron que la Plaza de Revolución es la Bastilla que tenemos que tomar. El monumento a José Martí está llamado a ser el sitio ideal para defender la libertad de expresión, porque "libertad es el derecho de todo hombre al nacer y, a pensar y hablar sin hipocresía".
En esta ocasión las ventanas del Vivac fueron nuestro micrófono abierto. Dejar que se desvanezca este impulso sería un desperdicio imperdonable.
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