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General: Recordando a Eduardo Moure, protagonista de Lucía
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 19/01/2015 15:34
Eduardo Moure, además de 'Lucía'
Humberto Solás, que lo dirigió en el cine, celebró su trabajo.
 Los más importantes críticos alabaron sus actuaciones en el teatro.
Sin embargo, su decisión de exilarse, terminó con su carrera.
  
f1013.jpg (173×147)
Raquel Revuelta y Eduardo Moure en 'Lucía', de Humberto Solás.
Por Juan Cueto Roig  | Miami | Diario de Cuba
A Eduardo Moure se le recuerda principalmente por la película Lucía (ICAIC, 1967), en la que interpretó al joven que enamora a la protagonista para averiguar el paradero del hermano, un mambí de la guerra de independencia de Cuba. Lucía, ganadora de varios premios internacionales, es una de las mejores y quizás la más conocida de las producciones fílmicas cubanas. Dirigida por Humberto Solás, tuvo como protagonista a la actriz Raquel Revuelta. Y a pesar de la descollante personalidad, la belleza y el talento histriónico de esa gran diva que eclipsaba todo lo que la rodeaba, Eduardo Moure, además de poseer una elegante y apuesta figura, consiguió brillar con luz propia y demostró ser un excelente actor.
  
En el documental de Carlos Barba Un hombre con éxito (2006), Humberto Solás comenta sobre la opinión de los críticos que lo catalogaban como gran director de actrices: "Si yo tenía sagacidad para dirigir actrices, también la tenía para dirigir actores, porque había dirigido nada más y nada menos que a Eduardo Moure". Y cuando dice el nombre, su rostro expresa la admiración que sentía por el actor que dirigió en Lucía.
 
El narrador y ensayista Calvert Casey reseñó una puesta de Romeo y Julieta, y dijo de él: "Brillante, en el caso de Moure… Moure es sencillamente magnífico".
 
José Manuel Valdés Rodríguez, reseñando una puesta de Un tranvía llamado Deseo, también celebró su trabajo actoral: "Eduardo Moure consigue el mejor Stanley Kovalski hecho en Cuba, bueno en cualquier latitud teatral. El gesto, el ademán, las poses y movimientos dan el personaje íntegramente".
 
Y Humberto Arenal escribió de su actuación en Santa Juana de América: "En Manuel Asensio Padilla ha encontrado Moure su personaje… La sinceridad de este actor es conmovedora. En vez de perderse en gestos inútiles, en piruetas teatraloides, va buscando la verdad interior, la verdad que se regatea, pero que cuando llega, tiene más fuerza que cien gestos vacíos".
 
Pero aparte de sus méritos artísticos, todos los que conocieron a Eduardo resaltan su calidad humana, su bondad y simpatía.
 
En un artículo publicado en este diario a raíz de la muerte en Miami del cineasta Alberto Roldán, Irma Alfonso, quien trabajó con Moure en la película La ausencia, comenta: "Otras tomas memorables, por lo divertidas, fueron, por ejemplo, la escena en la que Eduardo Moure —el médico— y yo, hacíamos el amor en total desnudez. Como aquello era Cuba, año 1965, en realidad estábamos vestidos, con los hombros al descubierto y las ropas ocultas por una sábana. Recuerdo que Moure, considerado y correctísimo, lo pasó mal procurando no molestarme".
 
Reproduzco esta anécdota porque contiene dos adjetivos que definen a Moure y que he oído en boca de todos los que lo trataron; y no solo esos, sino también otros, como diáfano, caballeroso, modesto, decente, noble, etc.
 
Eduardo Moure Conde nació el 4 de julio de l932 en La Habana. Sus padres, Antonio y Manuela, naturales de Galicia, llegaron adultos a Cuba y se casaron en La Habana, donde siempre vivieron. Eduardo se casó en 1958 con Elena Gómez Boix, y tuvo tres hijos: Adriana, Eduardo y Sergio.
 
En l972 se exilió con su familia en España, después de esperar cuatro años para que le dieran el permiso de salida de la Isla. En Madrid, la embajada norteamericana demoró dos años para concederle la visa, debido a una acusación anónima de que era un agente castrista infiltrado.
 
Eduardo Moure murió el 14 de enero de 2006 en las Vegas, Nevada.
 
Lamentablemente, muchos ignoran su labor actoral antes de Lucía. Y poco se sabe de su vida después de exiliarse en 1972 con su familia. Por eso me decidí a entrevistar a su viuda, Elena Gómez Boix.  
 
¿Qué nos puede decir de los padres y de la niñez y adolescencia de Eduardo?
 
El padre trabajó en los tranvías y, cuando éstos dejaron de existir, pasó a las guaguas. La madre, en las labores de su casa. Vivían muy modestamente.
 
¿Tuvo hermanos?
 
Sí, su hermana Rosa, que salió de Cuba en 1960.
 
¿Dónde cursó sus estudios?
 
Como no podían pagar un colegio privado, lo mandaron a la escuela gratuita de la parroquia del Vedado, en la calle Línea, dirigida por los hermanos de la Salle.
 
¿Dónde estudió actuación?
 
Él me dijo que había tomado clases de canto, pues su ilusión de adolescente era ser cantante de ópera. Y antes del castrismo formó parte del grupo teatral Prometeo, bajo la dirección de Francisco Morín, que formó tantos actores y actrices de calidad.
 
Mientras vivió en Cuba, ¿trabajó en alguna otra ocupación además de la actuación?
 
Trabajó en unos almacenes, pero cuando yo lo conocí ya hacía algún dinerito en la televisión. En 1957 viajó a Nueva York con el propósito de lograr una mejor situación económica.
 
¿Recuerda cuál fue su primer papel?, y ¿en qué obra?, y ¿en qué teatro?
 
Si no recuerdo mal fue en el papel de Escipión en Calígula, con el grupo Prometeo, bajo la dirección de Francisco Morin, en la salita de Prado.
 
¿Viajó fuera de Cuba con motivo de alguna producción teatral o cinematográfica?
 
No, solamente dentro de Cuba. A Trinidad y a Santiago de Cuba.
 
¿Cómo lo conoció? ¿Tenía usted alguna relación con el teatro?
 
Nos conocimos gracias a la ópera, pues teníamos en casa muchos discos viejos de Caruso y de otros grandes cantantes del pasado, y un amigo de mi hermano lo invitó a que nos visitara para que los oyera. Nos enamoramos, y en 1958 nos casamos en Nueva York, después de 3 años de noviazgo. Estuvimos casados durante 47 años, hasta que el cáncer terminó con su vida en 8 meses.
 
¿Quisiera comentar sus últimos meses en Cuba? ¿Pudo seguir actuando después de solicitar la salida del país?
 
Él tardó en irse de Cuba pues eso significaba renunciar a su carrera de actor. Eduardo tenía un lema: "Prefiero ser víctima que victimario", y vivió siempre de acuerdo con esos principios. Así actuó cuando alguien le pidió que hiciera una lista de homosexuales en el mundo artístico, y él se negó.
 
Cosas como esa, y su oposición al adoctrinamiento que recibían los niños en la escuela, lo decidió a presentar la solicitud para abandonar el país. Y como todos recuerdan, inmediatamente que una persona "presentaba", perdía su trabajo y sus derechos ciudadanos, y era  automáticamente catalogado como vago, para que el Estado pudiera acusarlo y castigarlo, bajo la "Ley contra la vagancia".
 
Alguien lo denunció, y una tarde vino un miliciano a la casa y se lo llevó detenido. A las pocas horas regresó con un documento que lo condenaba a trabajar en el campo, castigo ineludible que se le imponía a todo el que se iba del país. El día señalado, lo montaron en un camión junto con un conocido cantante de ópera, y otro amigo nuestro abogado, padre de cuatro hijos, y muchos hombres y mujeres más.
 
No supe quién intercedió, pero a los pocos meses lo trasladaron a La Habana y lo pusieron a barrer el Parque Lenin. Y un tiempo después, a vender helados en La Frutada. Luego de cuatro años de angustias salimos hacia Madrid, con pasajes comprados por su hermana y su cuñado. 
 
¿En España intentó relacionarse con el ambiente teatral o cinematográfico?
 
No. En España vivimos al principio de la venta de unas tierras de sus padres y sobre todo de las de su tía y madrina, que se las cedió. Pero la Divina Providencia no le falta a los suyos y conocimos a Carlos Alberto Montaner y a su esposa Linda, que fueron personas muy generosas con nosotros y que nos ofrecieron trabajo a los dos. Gracias a Montaner, que dio la cara en la embajada asegurando que Eddy era una persona de su confianza, nos dieron la visa para entrar a Estados Unidos. Por eso me da tanto gusto verlo a menudo en la TV.
 
De España, son Linda y Carlos Alberto nuestros mejores recuerdos. De modo que el calumniador que denunció a Eddy como un infiltrado castrista, no se salió con la suya.
 
¿Cómo fueron los primeros años en Estados Unidos?
 
Para casi todos los cubanos, los primeros años de exilio han sido siempre bien duros. En nuestro caso fue aún peor, ya que llegamos en plena recesión económica. A los tres días, él empezó a trabajar de camarero en un restaurante cubano de Nueva York, pero al poco tiempo lo cerraron y como el país estaba en recesión nos fue imposible encontrar empleo en esa ciudad.
 
¿Cómo fueron a vivir a Las Vegas?
 
Un amigo de la niñez lo llamó y le dijo que en Las Vegas había trabajo, malos trabajos, pero trabajo; y con tres hijos que mantener no tuvimos otra opción. Así que nos mudamos al desierto.
 
Eddy comenzó limpiando pisos en un hotel y terminó llevando lo que pedían los huéspedes desde sus habitaciones (room service), con lo cual ganaba algo de propinas.
 
En un tono más íntimo y familiar, y sin tratar de inmiscuirnos demasiado en su vida privada, ¿quisiera usted comentar sobre el carácter de su esposo, su personalidad?
 
Eduardo fue un hombre leal, recto, honesto y yo diría que estoico, pues jamás le oí quejarse de su suerte. Era muy hermético y había que tratarlo mucho para conocerlo realmente.
 
Además de la ópera y el teatro le encantaba ir al cine Rex de La Habana a ver cartones y se divertía mirando los muñequitos como un niño. Era un ávido lector. Le encantaba la psicología. No le interesaba la vida social, al extremo que cuando en Cuba lo invitaban a una fiesta en una embajada, yo era la que insistía en que debíamos ir. Esto sucedía con frecuencia, después que empezó a hacerse famoso por las películas y las obras teatrales que protagonizó.
 
Recuerdo en especial la vez que la embajada inglesa  festejó la representación de Romeo y Julieta. El amor por el teatro siempre estuvo en las buenas y en las malas de su vida. En Las Vegas leía mucho la Biblia para seleccionar los textos que escenificaría en la iglesia.
 
En los 90, Eduardo organizó en nuestra parroquia un Via Crucis viviente, con "actores" que el mismo seleccionó entre los feligreses, a los cuales entrenó y dirigió. Usó para los diálogos versículos de la Biblia, traducidos por nuestra hija. Escenificó también el juicio de Poncio Pilato que precedió a la Pasión de Cristo, y otros pasajes del Nuevo y del Antiguo Testamento. El lugar de las representaciones era el propio templo.
 
¿Quiere agregar algo más?
 
Agradecer que se me haya dado la oportunidad de comentar la vida y el aporte de mi esposo a las artes escénicas de Cuba.
 
Eduardo Moure en cine
 
1960 Historias de la revolución. Dir. Tomás Gutiérrez Alea
 
1964 Elena. Dir. Fernando Villaverde
 
1968 Lucía. Dir. Humberto Solás
 
1968 La ausencia. Dir. Alberto Roldán
 
 (Elena  creo que la "engavetaron" pues tanto el director como su esposa, que era la protagonista, se fueron del país.)
 
Eduardo Moure en teatro
 
1955 Calígula, de Albert Camus.
 
1955 Los endemoniados, de Eugene O’Neill
 
1956 Delito en la isla de las cabras, de Ugo Betti
 
1956 Sur, de Julien Green
 
1956 Un tal Judas, de Claude André Puget y Pierre Bos
 
1956 Llama viva, de John Steinbeck
 
1957 El fuego mal avivado (Le feu qui reprend mal), de Jean J. Bernard
 
1957 Réquiem para una monja, de William Faulkner
 
1958 Los Condenados, de José Suárez Carreño (En Nueva York, en la sala teatro del hotel Lucerne, Calle 79 y Avenida Ámsterdam)
 
1960-61 Santa Juana de América, de Andrés Lizárraga
 
1962 La Madre, de Máximo Gorki
 
1962 El centroforward murio al amanecer, de Agustín Cuzzani
 
1963 Y nos dijeron que éramos inmortales, de Osvaldo Dragún
 
1964 Romeo y Julieta, de William Shakespeare
 
1965 Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams
 
1965 Casa de muñecas, de Henrik Ibsen
 
1965 Réquiem por Yarini, de Carlos Felipe
 
1966 Unos hombres y otros, de Jesús Díaz
 
Intimidad de una Estrella, de Clifford Odets
 
El millonario y la maleta, de Gertrudis Gómez  de Avellaneda
 
El Caballero de Olmedo, de Lope de Vega
 
 (Las fechas del estreno de estas tres últimas obras no se han podido averiguar)
 
 ***********
Agradezco a Elena Gómez Boix, viuda de Eduardo Moure, y a su familia. También, al cineasta Carlos Barba y a la historiadora teatral Rosa Ileana Boudet por esclarecer ciertos datos. A José Taín por su asistencia técnica. Y a Julio Baladrón por haber facilitado la conexión con la entrevistada.





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