Castro en Costa Rica, donde se gestó la “traición” de la OEA
El gobernante cubano Raúl Castro a su llegada el martes a San José, donde fue recibido por la vicepresidenta de Costa Rica
Por Jose Melendez - Para El Nuevo HeraldLa revista cubana Bohemia, que ganó prestigio en América Latina y el Caribe desde la primera mitad del siglo XX, describió en una crónica de hace casi 55 años el hecho de que solo fueron necesarias “36 horas de traición diplomática” en agosto de 1960 para consumar la presunta conspiración desplegada en Costa Rica contra Cuba.
La maniobra allanó el camino para que el régimen cubano fuera expulsado en 1962 de la Organización de Estados Americanos (OEA), por adherirse a un sistema político marxista-leninista incompatible con el sistema interamericano y aliarse al bloque comunista de la Unión Soviética y China.
“Las sardinas votaron con el tiburón”, decía el titulo de Bohemia en septiembre de 1960, en una crónica que la periodista cubana Marta Rojas despachó desde esta ciudad y en la que calificó a la mayoría de países latinoamericanos y caribeños como pequeños peces que fueron devorados en una cita de la OEA en San José por el poderoso escualo de Estados Unidos en contra de Cuba y su naciente revolución.
Tras la VII Reunión de Consulta de la OEA, efectuada del 22 al 29 de agosto en esta capital, el escenario quedó listo para que en la VIII, realizada del 22 al 31 de enero de 1962 en Punta del Este, Uruguay, Cuba fuera excluida del foro continental.
A casi 55 años de los sucesos diplomáticos que se tejieron para acelerar el aislamiento interamericano de Cuba, la tierra donde se gestó la “traición” relatada por Bohemiarecibe ahora al gobernante cubano, Raúl Castro, quien asiste a la III Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
En una aeronave de bandera venezolana, Castro llegó en la mañana del martes a Costa Rica.
La ironía de la política coloca a Costa Rica en otro momento estelar: Castro se encontrará en este país de profundo y añejo arraigo democrático –pluralismo, multipartidismo, libertades electorales y de prensa y derechos civiles y socioeconómicos– con los gobernantes de la CELAC en su primera salida al exterior desde que Washington y La Habana iniciaron un trascendental proceso para normalizar sus relaciones, después de más de 55 años de hostilidades.
Una etapa clave de los choques se registró en 1960 en Costa Rica. “Las sesiones transcurrieron en el tinglado de la OEA trasladado de Washington al Teatro Nacional de San José de Costa Rica”, en una estructura burocrática, técnica, ornamental y de otros servicios que procedían de las “oficinas instaladas permanentemente en el Potomac; también los métodos aplicados en las reuniones fueron importados: made in USA”, escribió Rojas.
La VII Reunión, precisó, fue convocada por Perú para debatir el “peligro de agresión extracontinental en América”. Se hacía un “retrato a pincel” de Cuba, para colocar “a nuestra Patria en el banquillo de los acusados por haber aceptado un ofrecimiento espontáneo de ayuda de la Unión Soviética, que solo podría hacerse realidad si nuestro país resultara agredido por Estados Unidos”, subrayó.
Al final del debate, con el retiro de la comitiva cubana (encabezada por el entonces canciller Raúl Roa) de las deliberaciones y sin mencionar todavía directa y expresamente a Cuba, la VII Reunión aprobó –con solo el voto en contra de La Habana y la ausencia de República Dominicana– condenar “enérgicamente la intervención o amenaza”, pese a que sea condicionada, de una potencia extracontinental en los asuntos americanos.
Pero en una clara alusión a Cuba, rechazó “la pretensión de las potencias sinosoviéticas de utilizar la situación política, económica o social de cualquier Estado americano, por cuanto dicha pretensión es susceptible de quebrantar la unidad continental de poner en peligro la paz y seguridad del Hemisferio”.
A partir de ese texto, y con la precipitación de los hechos posteriores, se llegó al 31 de enero de 1962, en Punta del Este, a la exclusión de Cuba del sistema interamericano por alinearse al bloque comunista y por su régimen marxista-leninista, como hechos incompatibles con el sistema interamericano.
Cuba sigue sin ser parte de la OEA, aunque esa organización aprobara en el 2009 levantar las sanciones. Luego de casi 55 años de las tramas diplomáticas en San José, un gobernante cubano arriba a Costa Rica a un acto totalmente opuesto a las maquinaciones ocurridas en agosto de 1960 y en un escenario geopolítico signado por el deshielo que Washington y La Habana anunciaron en diciembre pasado, ya sin la existencia de la URSS –que se desintegró en 1991– y con China como un apetecido socio comercial regional.
Y en otra señal de distancia con los tiempos de la “traición” expuesta porBohemia, Castro acude en Costa Rica para participar en la máxima cita anual de la CELAC, foro creado en el 2011, sin la presencia de Estados Unidos ni de Canadá y que inicialmente surgió bajo la batuta del fallecido Hugo Chávez como un intento por contrarrestar… la fuerte influencia continental de la Casa Blanca.
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