Los 'ladyboys' son los populares transexuales tailandeses de Bangkok
CARMEN GÓMEZ MENOR (BANGKOK)
A sus 25 años y su metro ochenta y cuatro de altura, Pathinya Boonkien, o Paris como prefiere ser conocida, no es una modelo al uso. Casi mujer de cintura para arriba, y todavía hombre de cintura para abajo, Paris es una de las ladyboys –o transexuales tailandesas– que hacen posible que “Bangkok sea el único lugar del mundo en el que los hombres heterosexuales se enamoran de los de su propio sexo”.
Paris forma parte de los ángeles de Korekamino, la marca hispano-francesa de moda que ha decidido dedicar una de sus últimas colecciones, City of Angels, a esta enigmática figura tan habitual en Tailandia, y a cuyos materiales de venta pertenece la frase entrecomillada más arriba. Inspirados en su irresistible melancolía y decididos a dignificar su a menudo banalizada imagen, Anna Stervinnou y Kike Gutiérrez presentaron su colección en Bangkok con un show desfilado por sus protagonistas. Nos lo cuenta Anna, la mitad francesa de Korekamino. “Queríamos presentar la historia humana detrás de los ladyboys, descubrir sus historias personales”. A Anna le fascinó la tristeza que encontró en muchas de ellas, algo que suele pasar desapercibido al cliente que cerveza en mano las admira contonearse en la barra de algún bar de la capital tailandesa. Sus prendas, sin embargo, son alegres, sencillas, perfectas para el calor del sudeste asiático, y con un toque chic muy francés. Bermudas con pinzas, elegantes ponchos de lino y divertidas camisetas, con discretos mensajes bordados en tono sobre tono, percibibles sólo por quien lleva las prendas.
Paris, por su parte, afirma que nunca le gustaron las Barbies, ni vestirse de chica, y que a pesar de sentirse mujer era bastante “chicazo”, toda una contradicción que sin embargo a ella le pareció lo más natural. Su madre fue siempre su mejor apoyo, pero su padre y su único hermano tardaron más en aceptar su condición femenina. Paris usa un maquillaje discreto, viste camiseta negra de hombro caído y pantalones pitillo negros, una imagen sofisticada y discreta que se aleja del tópico ultra-femenino de los ladyboys. “Siempre me gustó jugar al fútbol y al baloncesto, pero ya desde niño mis amigos me protegían y no me dejaban estar en posiciones de riesgo, me trataban como a una chica. A los 15 años empecé a tomar hormonas, a usar sujetador y a conocer a muchos otros chicos como yo”. De momento no se ha operado, las hormonas le han dado un pecho con el que se siente a gusto, pero algún día piensa hacerse el cambio de sexo.
La marca hispano-francesa de moda ha ideado la colección 'City of Angels' inspirada en esta enigmática figura tan habitual en Tailandia. Foto: Simon Kolton “Creo que a mi novio le gustaría que me librara de esto”, dice entre risas mientras señala con un dedo bajo su ombligo. En una de esas contradicciones tan habituales en Tailandia, Paris cuenta que a su novio siempre le gustaron las chicas, y que no se considera homosexual a pesar de que quien comparte la cama con él tiene atributos sexuales masculinos. “Antes de hacerme la operación me gustaría comprarle una casa a mi madre, estoy ahorrando para ello”, dice Paris sin vacilar demostrando cuáles son sus prioridades. Su madre regenta un modesto negocio de lavandería en Bangkok. Le pregunto si se siente discriminada por ser un ladyboy y no poder cambiar su carnet de identidad “No sé lo que significa ser mujer”, dice. “Yo no necesito tener Miss delante de mi nombre, estoy orgullosa de ser Míster, pero quiero tener derecho a ser quien soy, sin limitaciones por lo que haya bajo mi ropa. En ese sentido, creo que Tailandia no es un país tan abierto como América o Inglaterra”. Le digo que en el resto del mundo pensamos lo contrario, que no hay país tan tolerante con el transgénero como Tailandia, pero Paris no está de acuerdo: “En la sociedad tailandesa no puedes llegar alto si eres un ladyboy. No puedes acceder a puestos de responsabilidad en el gobierno o en las empresas. Nos dejan estar, siempre que no aspiremos a mucho”.
Y ella tiene grandes sueños. Además de su ídolo Paris Hilton, de quien ha tomado su apodo, quiere seguir el camino de la modelo transexual brasileña Lea T. y se está preparando para ello. “Todo el mundo me dice que es imposible, pero yo creo que si tienes un sueño debes seguirlo hasta el final”. De momento, trabaja como maquilladora ocasional y como camarera en el café Kuppadeli de Bangkok.
Cada colección de Korekamino se inspira en una historia particular de un país, en el que Anna y Kike viven el tiempo suficiente para interpretarlo en clave de moda. Se conocieron en Vietnam y tras vivir en Ghana y en Brasil decidieron aunar talentos y sensibilidades y crear una marca de moda diferente, con contenido ético de principio a fin. “Queremos conectar las historias humanas con la gente que lleva nuestra ropa”, afirma Anna. Tradiciones, mitos y personajes que se funden en cada prenda. Bangkok, Isan, Vietnam, Brasil o la Bretaña francesa son algunos de los lugares que esta pareja ha interpretado en su ropa. Kike, creativo publicitario, trabaja durante el día en una de las agencias más importantes de Bangkok, y Anna diseña las colecciones que se producen en Vietnam, en colaboración con AFESIP, por mujeres rescatadas del comercio sexual. Por internet venden su ropa a cualquier país del mundo.
Humanidad es lo que trasciende en todas sus colecciones, como puede apreciarse en el video del making off de la sesión de fotos que ilustra este artículo, y una curiosidad que va de la mano del respeto por otras culturas y formas de vida. Nunca moda y viajes estuvieron tan unidos.