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General: El chivo de Miguel Barnet y los intelectuales cubanos
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 23/03/2015 15:07
Miguel Barnet, como la mayoría de los artistas cubanos, saben que
chivo que rompa el tambor ideológico de la revolución a contra ritmo, con su pellejo paga
 
Barnet-Fidel.jpg (580×400)
“Veneración”, podría llamarse esta foto archivo de Cubanet
El chivo de Barnet y los intelectuales cubanos
          Por Víctor Manuel Domínguez  | La Habana
Miguel Barnet camina con pies de gato sobre el tejado de zinc caliente de las conversaciones entre Cuba y Los Estados Unidos. Teme hablar de más o de menos. Sólo debe decir lo que autoriza el partido. No importan los avances y retrocesos que decida el poder. Está obligado a opinar como un ventrílocuo

A diferencia de la rebeldía de Esteban Montejo, personaje de su novela-testimonio Biografía de un Cimarrón, Barnet acepta de buen grado el bocabajo ideológico y el cepo político, que lo hacen brillar y humedecer como “al pasto el rocío”. En la vida real, de pasarse de tragos imperiales sería destituido.

Desde su poltrona como presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Barnet, cual alquimista del Siglo XXI, elige obras moldeables a la imagen cultural de la revolución, y las mezcla con lo más “puro” del pensamiento político, en busca de la piedra filosofal del eterno castrismo.

En vez de propiciar que obras y proyectos vinculados al arte y la literatura se adueñen de las calles y espacios culturales de la nación (más allá de temas, estilos y preferencias de sus autores), se dedica a pasear, como una marioneta de trapo, por las pasarelas desvencijadas y oscuras de un ramplón comunismo.

Un chivo con tontera

En su cauteloso y surrealista artículo Chivo que rompe tambor con su pellejo paga (Granma, 9-2-2015), Miguel Barnet, en una suerte de malabar crítico-elogioso-político, despotrica: “La espada de Damocles (imperialista) ya no debe pender más sobre nuestras cabezas. ¿Será así, verdaderamente, o es una ilusión poética? ¡Quién sabe! Con ellos siempre primaría la desconfianza”.

Más adelante, en un ejercicio mental que envidiaría Funes el memorioso, (personaje de Borges), el también autor de Gallegos hace referencias a Playa Girón, y a Cuba, como un bastión moral invulnerable, entre las razones que obligaron a los Estados Unidos a sentarse a dialogar con el gobierno de la isla.

Sus patrioteras expresiones están ligadas, por enésima vez, a que a la inmensa mayoría de los intelectuales cubanos -primero víctimas y luego cómplices del poder-, aún le zumban los oídos, tiemblan las piernas, y se sienten al borde de un patatús creativo cuando escuchan palabras como traición o hipercriticismo.

Barnet, de seguro, no puede olvidar a los intelectuales y artistas condenados al ostracismo, la cárcel o el exilio por su orientación sexual, racial, ideológica y política, a lo largo de una revolución excluyente con sus críticos, y sabe lo que digo. El temor a perder los favores del poder lo convierten en títere.

Para corroborar el ejercicio perenne de temor y sumisión de gran parte de la intelectualidad cubana en su complicidad con el régimen y en detrimento de sus colegas y amigos, leamos lo dicho por Desiderio Navarro en el prólogo al libro La política cultural del período revolucionario: memoria y reflexión:
 

Barnet-Alicia-Raul.jpg (450×330)
Barnet, Alicia Alonso, Raúl Castro: No hay sitio en el poder para las nuevas generaciones
“Con contadas excepciones, entre los intelectuales, los heterosexuales (incluidos los no-homófobos) se desentendieron del destino de los gays; los blancos (incluidos los no-racistas), de la suerte de los negros reivindicadores; los ateos (incluidos los tolerantes), de las vicisitudes de los católicos y demás creyentes”.

Además, continuó Navarro, “entre los prosoviéticos, de la suerte de los antirealistasocialistas y de los marxistas ajenos a la filosofía de Moscú, y así sucesivamente, para concluir preguntándose si esa falta de responsabilidad moral individual podría repetirse hoy entre la intelectualidad cubana”.

La respuesta es ¡sí! El macabro ejercicio de inmoralidad individual al callarse o aplaudir cuando alguien cae en desgracia, y que después, al tocarles el turno a otros éste y los demás hagan lo mismo, persiste. En esta suerte de ruleta rusa intelectual tras los favores, no hay amigos. Sólo víctimas, rivales y enemigos.

De ahí esa monserga cínica donde Barnet mezcla ajiacos étnicos y culturales, glorias, próceres, héroes, educadores, ejemplos, altruismo, moral, lucha contra los demonios, y cuanto ayude a cimentar la buena imagen y trayectoria de un copón divino sui géneris, que ayude a la revolución a mantenerse en el poder.

¿Peinarse o hacerse papelillos?

Al contrario de lo que Barnet asegura en su panfletario Chivo…: “nosotros, intelectuales y artistas, estamos en el deber de erguirnos como vanguardias en la defensa de nuestros valores”, algunos creadores, sin identificarse por temor a represalias contra sus personas y obras dentro de la UNEAC, expresaron:

“No creo que los intelectuales cubanos sean un ejemplo moral para nadie y menos vanguardia en la defensa de ningún valor, que no sea el de su propio pellejo”, dijo un dramaturgo, y se preguntó: ¿Protestó Barnet por los ataques pasados y presentes contra intelectuales y artistas cubanos perseguidos?

Asimismo, una poetisa señaló: “El escritor Leonardo Padura fue atacado en Kaos en la Red (11-5-2014), por el profesor y poeta Guillermo Rodríguez Rivera, por decir, entre otras cosas al diario La Nación, de Buenos Aires, “que los artistas comprometidos de una manera militante con un partido, estado, filosofía o poder, terminan siendo siempre –o casi– marionetas de ese poder”.

Además, añadió, nadie se solidarizó con el multipremiado escritor Ángel Santisteban, quien cumple una sanción de cinco años por un supuesto delito de violencia doméstica. Mucho menos, ninguno levantó la voz en defensa del performance El susurro de Tatlin, de la artista Tania Brugueras, detenida, puesta en libertad y privada de su pasaporte, en espera de una decisión oficial.

En una entrevista concedida a Pedro de la Hoz para el diario Granma (4-3-2015), sobre la posibilidad de una convivencia civilizada entre Estados Unidos y Cuba, Barnet aseguró: “Esa convivencia que deseamos implica condiciones. En primer lugar, el respeto a los principios humanistas de nuestro socialismo. La época de la zanahoria y el garrote pasó” ¿Se peina o se hace papelillos?

El hecho es que tanto Miguel Barnet, como la mayoría de los artistas e intelectuales cubanos, saben que chivo que rompa el tambor ideológico de la revolución a contra ritmo, con su pellejo paga. Es decir, que quienes se atrevan a berrear contra la política del país, serán sacrificados por el poder.

Cubanet


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