Los retos del nuevo escenario tras el deshielo entre EE UU y Cuba
Analistas y periodistas debaten en Washington los efectos de la cumbre de las Américas
Por Joan Faus - Washington - El País
Tras la histórica reunión en la Cumbre de las Américas entre Barack Obama y Raúl Castro en que se rubricó el deshielo entre Estados Unidos y Cuba, la incógnita ahora es cómo evolucionará el acercamiento y qué efectos tendrá en América Latina. Ese fue el hilo conductor del debate celebrado este miércoles en Washington en el laboratorio de ideas CSIS y coorganizado por EL PAÍS.
"El gran ganador de la cumbre es Obama", dijo en el coloquio el director de América de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco. Y consideró que el momento "más importante" fue el "homenaje" que le hizo Castro al presidente estadounidense, durante su discurso en el plenario, al exculparlo de las críticas y describirlo como un hombre “honesto”.
Vivanco fue uno de lo asistentes a la reunión privada que mantuvo Obama con miembros de la sociedad civil en los márgenes de la cita de Panamá, celebrada el viernes y el sábado pasado. El responsable de la ONG consideró que la decisión, anunciada en diciembre, de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba, tras más de medio siglo de confrontación, concede a Obama una "enorme credibilidad" y mayor "peso e influencia" en América Latina. Aunque, lamentó, parte de ese crédito se dañó con la decisión de Washington de declarar en marzo a Venezuela una "emergencia nacional" al ampliar las sanciones contra Caracas por la represión de las protestas opositoras.
Al margen del representante de HRW, participaron en el coloquio Luis Miranda, exjefe de prensa hispana de la Casa Blanca en el primer mandato de Obama, y Carl Meacham, director de la división de América de CSIS. También intervinieron Muni Jensen, analista política del programa Club de Prensa en la cadena de televisión colombiana NTN24, y Silvia Ayuso, periodista de la delegación de EL PAÍS en Washington
Meacham consideró que Panamá simbolizó la irrupción de "otra América" por el fin de la confrontación entre Washington y La Habana, pero avisó de que los "temas de fondo" -vulneraciones de derechos humanos, inseguridad, corrupción o migración- no han desaparecido y precisan respuestas. El reto ahora es utilizar el "legado político" cosechado por Obama para abordar esos desafíos regionales.
"El centro de la política de Estados Unidos [en América Latina] ya no es Cuba", subrayó Meacham. "La guerra fría en su etapa latinoamericana ha llegado a su fin, los líderes latinoamericanos tienen que dejar esa historia atrás", coincidió Miranda.
En términos similares, se expresó la analista Jensen, que habló de un "cambio balance de poder" que ha situado a EE UU en el "centro del debate latinoamericano". Y que, como derivada de los movimientos en el tablero regional, ha restado influencia a Venezuela, el mayor aliado de Cuba en América Latina y su principal apoyo financiero. "Se rompió el matrimonio entre Cuba y Venezuela", consideró.
Parte de ese fin se visualizó en que el rechazo regional a las sanciones de EE UU a Venezuela no fue tan rotundo como esperaba el presidente Nicolás Maduro. O incluso en el pragmatismo de Maduro al celebrar un breve encuentro con Obama, pese a ser blanco habitual de sus encendidas críticas. La periodista Ayuso destacó que, pese a que todos los países mencionaron las sanciones y manifestaron su malestar por el término de emergencia, no hubo el "entusiasmo" que hubiera deseado Caracas.
Para José Miguel Vivanco, director de América de Human Rights Watch, una de las causas fueron las palabras de elogio que dedicó el presidente cubano a su homólogo estadounidense: "Lo que sorprendió a muchos fue el discurso de Castro. Esas expresiones tan cariñosas a Obama le quitaron el suelo a los amigos del ALBA, encabezados por Maduro, que creían que había la oportunidad para crucificar a Obama" por las sanciones a Venezuela.
Sin embargo, el representante de la ONG lamentó que en la cumbre no hubiera referencias a las violaciones de derechos humanos en Venezuela o al estado de los presos políticos, aunque admitió que no era el foro adecuado. Durante la reunión a puerta cerrada que mantuvo con 15 representantes de la sociedad civil de toda la región, Obama, relató Vivanco, esgrimió que la defensa de los derechos humanos no puede interpretarse como una "injerencia" a un país porque es un valor "universal".
La cumbre de Panamá será recordada por el histórico apretón de manos entre Obama y Castro, pero no por grandes acuerdos o una defensa encendida de los derechos humanos. Por primera vez, la cumbre incluyó un foro paralelo de la sociedad civil, pero este quedó eclipsado por los disturbios de simpatizantes del régimen cubano. Pese a todo ello, algunos, como Miranda, confían en un punto de inflexión: "Ahora hay un empuje para que se repita. Es un cambio dramático".