Mario Vallejo no solo tiene un sutil olfato periodístico, sino también conoce muy bien cómo enfrentar las respuestas demagogas de sus entrevistados cuando estos son funcionarios del régimen de Cuba.
Recordemos cuando el veterano reportero del noticiero local Noticias 23, de Univisión, abordó a Vilma Espín, la fallecida esposa de Raúl Castro, en los pasillos de las Naciones Unidas de Nueva York en el 2002. Espín lo confundió con un periodista oficialista de la isla y cuando Vallejo comenzó a hacerle preguntas incómodas sobre opositores y disidentes, la entonces presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas le dijo que no fuera sonso, que lo iban a echar del trabajo.
Vallejo salió de Cuba hacia Chile, donde por dos años trabajó en emisoras de radio, pero para no perder su posibilidad de entrar a la isla por razones familiares, debía entregarle al gobierno castrista el 30 por ciento de su salario. En 1997 murió su madre y él se radicó en Miami. En la actualidad sus reportajes para Noticias 23 se concentran fundamentalmente en temas cubanos.
En la pasada y controvertida Cumbre de las Américas, una entrevista que Vallejo le hiciera a una miembro de la delegación oficialista del gobierno cubano ha recorrido diversas páginas en internet. En relación al cara a cara con la “psicóloga millonaria” –como han apodado los cubanos internautas a la entrevistada– conversamos con Vallejo.
¿Qué te hizo ir directamente hacia esta mujer para entrevistarla?
“Era una de las que se encontraba en primera fila del acto de repudio, entrevisté a otros, pero me pareció idóneo poner en mi reportaje un fragmento de esta mujer, cuyo rostro enardecido dista mucho de su profesión como psicóloga, según me dijo”.
Cuando ella te contestó que era una psicóloga y se había pagado su propio pasaje a Panamá, ¿qué te impulsó a acercártele y decirle que cómo era posible ganando $20 al mes?
“Era la pregunta obligada. Ya yo había recorrido el hotel donde se encontraba la delegación de la supuesta ‘sociedad civil’ oficialista. Era un verdadero nido de ‘segurosos’. Vicente Raigoso, mi camarógrafo, logró sacar algunas imágenes; estábamos literalmente rodeados de agentes. Y todos respondían al mando de una persona, Abel Prieto, actual asesor de Raúl Castro, quien tiene de integrante de la sociedad civil lo mismo que yo de cosmonauta”.
¿Qué pensaste cuando supiste que no era tal psicóloga, sino la segunda secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas a nivel nacional?
“Yo sabía que todos eran miembros de organizaciones de masas del gobierno de Raúl Castro, de hecho, entrevisté también al presidente de la FEU [Federación Estudiantil Universitaria] nacional y al de la Asociación Hermanos Saíz, y todos sabemos que son apéndices de las organizaciones que ellos han creado. Pero como había cubierto la historia sobre la delegación cubana con antelación al viaje a Panamá, había escuchado a Abel Prieto decir que querían borrar la imagen de gritones e intolerantes que tienen en el mundo. Cuando le pongo el micrófono a aquella mujer y le pregunto, quedé en shock. Pensé, ¿y ellos quieren que el mundo crea que esta es la verdadera sociedad civil cubana? Pues entonces surge la pregunta: ¿Quién te pagó el pasaje? Pensé que me diría, organizaciones sin fines de lucro, ¡qué sé yo!
Pero al escucharla decir que lo pagó con sus ahorros, me dije: ¿pensará que llegué del planeta Marte? Entonces surgió la interrogante obligada: ¿Con los $20 como promedio que ganan allá usted se pagó el pasaje?”
¿Qué sabor te dejó el comportamiento de la delegación oficial del gobierno cubano pasando por sociedad civil en la Cumbre de las Américas? ¿Tuviste algún otro encontronazo?
“Tuve varios. Sin embargo, creo que el mundo pudo ver con sus propios ojos a lo que tiene que enfrentarse día a día quienes en la isla piensan diferente, más cuando son víctimas de represión y actos peores que este, sin tener cerca cámaras de televisión o integrantes de otras organizaciones regionales. Los oficialistas trataron de boicotear el diálogo, ellos apelaron al escándalo y la represión porque no tenían argumentos para sentarse cívicamente a hablar sobre gobernabilidad y democracia”.
Como reportero que se ha especializado en el tema de Cuba, ¿consideras que el gobierno de Raúl Castro hará concesiones a la oposición tras las nuevas relaciones con EEUU?
“No creo. Todos lo dejaron claro, hasta el propio Raúl Castro. Habrá acercamientos entre Washington y La Habana, pero a un nivel muy elitista. El cubano de a pie tiene sus esperanzas puestas en que el diálogo sea sinónimo de libertades y prosperidad económica, pero se equivocan porque la prioridad de ese régimen está en mantenerse en el poder. Las libertades económicas reales van más allá de permitir que alguien sea dueño de un pequeño restaurante, legalizar un negocio de rellenar fosforeras, tener una pequeña peluquería o unos pocos más. El gran problema es que Estados Unidos no sabe que empoderar a la sociedad civil cubana es imposible sin el consentimiento de un régimen totalitario que no entregará lo que durante décadas ha mantenido usando la fuerza”.