Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: EL doble discurso en la Cumbre de las Américas 2015
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 26/04/2015 15:45
esperamos.gif picture by aromademujer
 
                                 El doble discurso en la Cumbre de las Américas                                         
obama_y_el_dictador.jpg (980×755)
   Por Yoani Sánchez -  14ymedio 
Al llegar a Panamá un taxista me observó por el espejo retrovisor cuando pronuncié la primera frase. “¿Cubana?”, preguntó y me tardé unos segundos en responder. Ya habían comenzado los piquetes progubernamentales de la isla a boicotear el foro de la Sociedad Civil y la vergüenza ajena me embargaba. Entonces el hombre fue más allá e indagó “¿Cubana de Castro o cubana libre?” y solo atiné a decirle que era periodista. Su observación fue clara y concluyente “ah… entonces, eres una cubana libre”.

La ciudad de Panamá es como un ser que ha pasado de la infancia a la adolescencia muy rápido y alterna el rostro imberbe con la experiencia democrática de los últimos años. Los pequeños comercios conviven con las grandes cadenas de mercados y los rascacielos están al lado de casas más pequeñas y tradicionales. Es América Latina a pulso y el sentir general es que el país avanza, crece y hay esperanzas para el futuro. En medio de ese contexto, concluyó hace algunos días la Cumbre de las Américas, una cita histórica que algunos prefieren olvidar y otros reevaluar pasados los días.

Cubanos de muchas partes y diversas tendencias asistimos a los eventos paralelos a la cita de mandatarios o cubrimos desde la prensa el tan esperado encuentro. Toda la ciudad y el país estaba en función de un evento que atrajo a más de 12,000 visitantes, demandó grandes esfuerzos de seguridad y generó verdaderos retos organizativos. En medio de ese colosal empeño, la causa cubana era una de las tantas que esperaban ser escuchadas por presidentes y activistas.

Sin embargo, la represión tiene brazos largos y a veces se salta las fronteras. De manera que el castrismo terminó por exportar hacia la nación istmeña sus tropas de choque, disfrazadas de sociedad civil, para que reventaran algunos de los foros paralelos a la Cumbre. En medio de su algarabía, los medios informativos apenas captaron los varios momentos gloriosos que vivió el sector independiente de la isla.

La excelente exposición de los jóvenes representantes de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu) quedó relegada de los titulares, en los que tuvieron amplia cobertura los golpes y los gritos de los más intolerantes. Una exposición sobre la participación de la mujer cubana en el activismo social, magistralmente desmenuzada por la analista Miriam Celaya, tampoco encontró eco en un periodismo que buscaba más el insulto y la querella, que las propuestas para el presente y el futuro cubano expresadas durante las discusiones.

De manera que la Cumbre de las Américas, no solo fue el contexto para mostrar la violencia revolucionaria que tanto hemos denunciado desde Cuba, sino que funcionó como una cortina de humo para tapar el discurso articulado, propositivo y maduro de nuestra sociedad civil independiente. Los alborotadores ganaron, al imponerse por la fuerza. Una cuestionada victoria que les dejó el calificativo de vulgares y burdos.

Sin embargo, aquellas turbas solo fueron la “carne roja” lanzada a los perros de la intolerancia que miraban el espectáculo desde la isla. Algunos consideran que sirvieron como maniobra de distracción, con la que esconder toda la gestualidad servil y el discurso de la entrega que desarrolló Raúl Castro frente al presidente de Estados Unidos Barack Obama. El teatral rechazo escondía así el verdadero sometimiento.

A pocas horas de que sus tropas de choque gritaran hasta el delirio en el lobby del hotel El Panamá, el general presidente reía nerviosamente ante el inquilino de la Casa Blanca. Él le estrechaba la mano y lo llamaba un “hombre honesto”, mientras una jauría enloquecida gritaba ¡asesinos! a esos cubanos que jamás han disparado contra alguien. Una estrategia estaba pensada para complacer a la Casa Blanca, a la par que la otra iba dirigida a los halcones de la Plaza de la Revolución.

Castro lograba así complacer a las dos partes. A su hermano, convaleciente pero vigilante, le enviaba el mensaje de que no hay claudicación posible, pero al gobierno estadounidense le confirmaba que podrían “hablar de todo, pero con paciencia”. Ese militar de doble cara, olfato aguzado y del que no se despegaban los guardaespaldas, demostró que puede llevar al unísono el discurso del cambio y el del inmovilismo, la flexibilidad de pactar con el “enemigo” exterior y la verticalidad de no sentarse a negociar con su disidencia interna.

La noche en que la Cumbre terminó, salí a la calle. La ciudad de Panamá, al caer el sol y concluir el evento oficial, tenía un rostro auténtico y familiar. Alguien se me acercó para proponerme un viaje al otro día por todo el canal, pero apenas me quedaba un par de horas para hacer las maletas. “¿Cubana?” indagó la señora al escuchar mi acento. No esperé su próxima pregunta. “Sí, señora, soy cubana libre, no he venido aquí a gritar sino a aprender”.
 
 
 


Publicado en El Nuevo Herald


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados