La tortura de García Lorca dentro del armario
El martirio que sufrió el poeta granadino al tener que ocultar su homosexualidad es ilustrada con dibujos lorquianos y fotografías en el nuevo número de la revista 'El Maquinista de la Generación'
Por Cristóbal G. Montilla
Limitarse a pensar que ciertos legados sólo le pertenecen al pasado es una torpeza sin vuelta atrás. Le tapa los ojos a esos hallazgos del presente, o quizás del futuro, que ahondan en los pozos sin resolver que dejaron intelectuales que siguen vivos a través de sus obras. A través de océanos de saber como los que sembró la Generación del 27, a cuyo estudio siempre regresa, con las últimas noticias sobre aquellos poetas inmortales, la revista El Maquinista de la Generación, que edita el Centro del 27 de la Diputación de Málaga.
Por ejemplo, en las páginas de la publicación -que ha sido presentada en la vigente Feria del Libro de Málaga y lleva una portada de Luis Eduardo Aute- «se hace una original aproximación, a través de una serie de imágenes pictóricas y fotográficas, a la tortura espiritual que significó para el poeta granadino Federico García Lorca tener que ocultar celosamente su homosexualidad», según explica el director del Centro del 27, José Antonio Mesa Toré.
En un artículo titulado Federico García Lorca: Una botella al mar, el experto Eutimio Martín señala que «a Lorca le aterraba la idea de que su orientación sexual llegara a oídos de próximos y familiares». «Cuidó que no cayera en manos de quienes no debían ver ningún ejemplar de la edición limitada de Oda a Walt Whitman que Alfonso Reyes le procuró en 1933. Y cuando Gerardo Diego le incluye el poema al año siguiente en su famosa antología, ha de limitarse a reproducir un fragmento. Su mentor y maestro Fernando de los Ríos, siendo ministro de Justicia de la II República, no acierta a comprender en una gira de inspección carcelaria, qué seres extraños ocupan la 'sección homosexuales'. ¿Cómo hubiera reaccionado 'el santo laico socialista' de haberle sido comunicado que su querido Federico, corría el peligro, si no disimulaba su condición homoerótica, de hacerles compañía a los 'estrambóticos' seres allí detenidos?», apunta en su artículo el estudioso.
Según se recuerda en el citado trabajo, a modo de antecedentes, «en el verano de 1923 Lorca se explayaba ante su confidente Melchor Fernández Almagro: 'Hay ciertos sentimientos que no se deben enseñar... ¡y de esto tengo yo papeles!' No se deben porque no se pueden. Luis Buñuel a quien Federico denominaba 'el Wagner de la grosería' le espetó a bocajarro: '¿Tú eres maricón?' Y Lorca: 'Da por terminada nuestra amistad'».
La originalidad de esta investigación reside en las pruebas que, a modo de imágenes, se usan para ilustrar la 'tortura' por la que pasó el granadino.
De ahí que Eutimio Martín sostenga que «la angustia que a él le producía su condición de ciudadano furtivo condenado a la clandestinidad amorosa desbordó el marco literario y se incrustó en su obra gráfica con mayor intensidad y, por consiguiente, con mayor secretismo para que no lo vieran los que no debían verlo».
Es, ante este tipo de aseveraciones, donde cobra sentido la aportación del dibujo de Federico García Lorca que sitúa la palabra 'MORENO' en la gorra de un marinero: «Entre 1934 y 1936 puede probablemente fecharse este mensaje en el que Lorca oculta su desnudo en un verdadero laberinto de biombos. He aquí un marinero (emblema clásico de la tendencia homosexual) que presenta una compleja mezcla de feminidad (suaves rasgos faciales) y de virilidad (abundancia pilosa en pecho y sobaco). Posiblemente se trate de un simbólico autorretrato. Sobre abundar las fotos de Federico vestido de marinero, y en un texto juvenil se declara niño y niña».
Sumergido -por usar un verbo marino- en la interpretación de esta creación lorquiana, EutimioMartín llega a la siguiente conclusión: «Este marinero, como leemos en la gorra, pertenece al equipaje del barco moreno. Pero el trazado de las letras revela la separación de no. De modo que no leemos moreno sino more no. No es necesario ser un gran latinista para traducir more por según la costumbre, según la norma. Es decir: «según la costumbre» o «según la norma», no. Pero no, ¿qué? Seguimos leyendo la continuación del mensaje pero prolongando la lectura en la etiqueta de la botella: amo. Y tenemos ya la integridad del texto: según la norma, no amo».
En otro de los artículos de este número de El Maquinista de la Generación, salta a la palestra la relación de amor y odio que mantuvo el maestro de escritores Antonio Machado con los poetas de la Generación del 27. Este estudio, titulado La Generación del 27 & Antonio Machado. Historia de encuentros y desencuentros, lo firma Francisco Morales Lomas, y en él se regresa a los tiempos de finales de la década de los 20 en los que el sevillano se muestra crítico con la obra de los miembros de este grupo. «Machado afirma que es una juventud benévola y poco batallona, más inclinada al juego que a la lucha y 'menos palurda y más educada' que la de sus padres y abuelos, pero es 'pobre en promesas de personalidades ingentes', pues no considera que vayan a aparecer entre ellos escritores de la personalidad de Valle-Inclán o Unamuno», se recuerda en el artículo. Eso sí, se deja igualmente claro que Machado viró, en ocasiones, desde tales críticas hacia los elogios, y se añade como aportación novedosa la admiración que profesó hacia el malagueño de la Generación del 27 José Moreno Villa, que puede considerarse su favorito del grupo.
Otra de estas aproximaciones tiene que ver con la figura de José María de Cossío y su afición a la recolección de versos ajenos. Según explica Mesa Toré, «Mario Crespo López, que en el número de la revista conmemorativo de sus diez años de existencia participó con un ensayo sobre los lazos de amistad entre Dámaso Alonso y José María de Cossío, nos abre ahora en su artículo Una colección poética del siglo XX: el Cancionero de José María de Cossío las puertas de la Casona de Tudanca donde hoy se conserva , en cuatro tomos más uno, un tesoro de nuestra literatura más reciente: la compilación que para su deleite personal hiciera el erudito vallisoletano de poemas autógrafos de una 'nómina casi completa de los poetas españoles' de la pasada centuria».
«Mario Crespo, que en su obra José María de Cossío. Vida hasta la Guerra Civil (1892-1939), reseñada también en el anterior número de El Maquinista, publicó por vez primera el listado completo de poetas que aparecen en los cuatro tomos iniciales del Cancionero, nos explica al detalle cómo y por qué se forjó éste y cuál es su inmenso valor, además de dar de nuevo en nuestra revista la nómina de los poetas presentes en los cuatro volúmenes compilados por Cossío y, como novedad, publicar igualmente el listado de los autores que conforman el quinto tomo, el llamado Cancionero para José María de Cossío, iniciativa de Rafael Gómez, primer director-conservador de la Casona», añade el director del Centro del 27.
Y Machado, Lorca o Cossío no son los únicos protagonistas de la recién aparecida revista. La galería de personajes y contenidos que se asoman a ella la sintetiza Mesa Toré de este modo: «Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Moreno Villa, Hinojosa, Blanchard, Lorca, Dalí, Guillén, Cossío, Santos son algunas de las figuras que, como en un calidoscopio, El Maquinista hace girar ante la mirada de los lectores. Incesantes y novedosos enfoques de la generación del 27 que, según es costumbre en nuestra revista, se complementan con la divulgación de la cultura actual».
Portada de Aute para 'El Maquinista de la Generación'.