¿Se prepara Cuba para exportar almendrones?
Empresas estadounidenses comprarían estos viejos automóviles.
“Dicen que van a dar entre 20 y 60 mil dólares”
Ernesto Pérez Chang |
En las últimas semanas, al menos en la capital cubana, han crecido los rumores entre los dueños de autos antiguos sobre la posibilidad de que algunas empresas norteamericanas apuesten por la compra de esas “reliquias” rodantes que en Cuba conocemos como “almendrones” y que en su mayoría sirven en la transportación pública.
Aunque ningún medio de prensa nacional o extranjero ha divulgado noticias al respecto, algunos preparan sus viejos automóviles para un negocio que, posiblemente, sería mucho más rentable que el llamado “boteo”, un servicio muy similar al de los taxis pero que se rige por tarifas asociadas a tramos de recorrido invariables.
Según Manuel Paredes, chofer de un Buick de 1957 que aún conserva algunas piezas originales, se comenta que una empresa estatal cubana sería la encargada de adquirir los autos, ya sea mediante la compra o el cambio por otro carro moderno, para después revenderlo a clientes en el mercado norteamericano con los que ya, en privado, ha ido estableciendo algunos convenios:
“Dicen que los van a comprar, pero que tienen que tener todas las partes originales y la tapicería también. Si es así, no voy a poder vender porque yo he tenido que hacer cambios para poder botear, (…) aunque ya no es muy rentable. Ganas mil pesos y se te van dos mil en impuestos y comprar piezas. Si me lo compraran así como está, lo vendo. Dicen que van a dar entre 20 y 60 mil dólares. Yo por este pagué 12000 [dólares] y aún no he recuperado ni la mitad”.
Para Randy Martínez, dueño de un Chevrolet Bel Air de la década de los 50, los comentarios sobre este posible negocio comenzaron poco después que el Ministerio de Transporte recrudeciera el control sobre los autos antiguos y amenazara con eliminar de la circulación aquellos que no conservaran sus piezas originales o que sus pisos o carrocerías hubieran sufrido transformaciones excesivas o peligrosas, lo cual ha obligado a los dueños a invertir en costosas restauraciones o a vender muy por debajo de los precios anteriormente establecidos por la demanda:
“Eso ha desvalorizado los carros”, nos dice Randy, “y ha obligado a muchos choferes a endeudarse para poder seguir con el negocio del boteo. Antes cualquier carro americano de petróleo, en buen estado, costaba más de 15 mil dólares, ahora nadie quiere dar más de 9 mil porque hay que meterle mucho dinero para que te lo dejen pasar el somatón [la inspección]. Hay mucha gente comprando a esos precios porque dicen que el gobierno los va a comprar o a cambiar por nuevos. También hay gente de Miami que los quiere comprar por más de lo que valen por el hecho de tener algo que todo el mundo sabe que va a desaparecer, por nostalgia o por locura. […] También hay quien dice que los venderán a Hollywood para películas y que no importa que los motores sean modernos, que lo que quieren es la carrocería. Pero cuando el gobierno se ha puesto para los almendrones es porque está planeando algo y si va a comprarlos como dicen, primero tienen que bajar los precios y por eso es el fuego de los inspectores”.
Marcos Hernandez, mecánico automotriz, afirma que los rumores deben ser ciertos porque ya varios choferes se le han acercado buscando piezas originales cuando antes solo le pedían adaptaciones de autos modernos o piezas inventadas en el torno:
“Eso no es solo por el somatón [inspección] porque allí, que yo sepa, no te piden que las piezas sean originales. El carro solo tiene que pinchar bien y no tener piezas soldadas o remiendos. No importa si es un Chevrolet con motor de Volga o de Peugeot. Lo que la gente dice es que los americanos van a pagar bien los carros originales y andan como locos detrás de las piezas. Antes los almendrones de petróleo costaban más, ahora es al revés. El que tenga uno “original original” se va a poner las botas y aquí en Cuba hay cantidad de gente que los tienen tirados en los garajes porque ya no valían nada. El gobierno va a hacer como cuando las tiendas del oro y la plata, que la gente vendió todo, hasta los dientes. Después comenzaron a comprar las [máquinas de coser] Singer por una pieza de platino que dicen que tenían. La cosa es sacarle dinero a lo que sea (…). Aquí atrás vive un italiano, casado con una cubana, que ya ha comprado como tres carros americanos. Eso es una inversión y cuando el río suena es por algo”.
Los comentarios forman parte de la ola de expectativas que se han forjado algunos cubanos a raíz del anuncio del futuro restablecimiento de las relaciones entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos. Si hay algo cierto en ellos, sin dudas ha de ser esa constante que todos conocemos en la isla: los rumores siempre han sido una de las vías que utiliza el propio gobierno no solo para sondear las opiniones de las personas en la calle y comprobar el estado de las cosas sino para sembrar lo mismo el miedo que las falsas y efímeras esperanzas, todo depende de las circunstancias.