Y el dinosaurio sigue ahí
¿Hasta cuándo seguirá el General tirándole mangos
al ventilador para resolver los problemas alimentarios del pueblo?
Veintiséis años han pasado desde que un Raúl Castro triste, lacrimógeno y con cuatro cañangazos de más, reflexionó frente al espejo antes de darle "palito" al general Arnaldo Ochoa, como castigo por el supuesto "error" de traficar drogas para suplir las necesidades logísticas de los internacionalistas en Angola. Era la época en que el paredón, la cárcel, las destituciones y el plan piyama funcionaban como antibióticos para las meteduras de patas de los mayimbes, e incluso algunas pifias mutaban a actos contrarrevolucionarios que precisaban mano dura.
Pero hoy por hoy el General/Presidente comanda a sus cuarteleros con guantes de seda y, ante el fracaso de las no cooperativas agropecuarias (descalabro reconocido el pasado viernes en la reunión del Consejo de Ministros) hizo el llamado a discutir con profundidad cada medida y a analizar todo lo que se ha hecho hasta ahora, para determinar los "pequeños errores" cometidos y corregirlos. En el harakiri no citó a las cooperativas agropecuarias que son el verdadero desastre.
No es el fracaso lo que encabrona, si no la perorata de doble casco: "Son seres humanos los que elaboran las propuestas", soltó, "los que las aprobamos, los que dirigimos el país. No siempre se tiene la experiencia en estas tareas, por eso lo que hagamos debe estar sometido constantemente a la crítica constructiva".
Así de fácil justificaba el mal funcionamiento de las cooperativas, 19 meses después de ensayarse en el mismo polígono por donde desfilaron el Plan Cordón de la Habana, el Plan Alimentario, la Zafra de los Diez Millones, el secado de la Ciénaga de Zapata y todo el repertorio de proyectos absurdos que han sumido a este pueblo en la indigencia económica.
Es de humanos equivocarse dejó entrever el General e igualmente es inhumano que los cubanos tengan que tragarse a empujones la bazofia adquirida a precios exorbitantes, a causa de los errores cometidos por él y su camarilla del Consejo de Ministros.
"Las cooperativas tienen un carácter experimental", dijo, " y aunque se avanza en su aplicación, no tenemos por qué acelerar el paso, tenemos que cogerle el ritmo a los acontecimientos… Todos los cuadros y funcionarios a cada nivel, desde San Antonio a Maisí tienen que hacer un análisis crítico del cumplimiento de las tareas, dar su opinión en el lugar adecuado, el momento oportuno y con las formas correctas, acerca de la aplicación de las decisiones, para rectificar errores antes de generalizar los experimentos".
¿Otro análisis sin prisas pero sin pausas y, que sea agradable a sus orejas? ¿Pero hasta cuándo el General seguirá tirándole mangos al ventilador para resolver los problemas alimentarios y de servicios del pueblo? ¿Qué prisa pueden tener los culos gordos que desayunan, almuerzan y comen bistec con papas fritas?
En la reunión convocada en el mismo sitio donde se instaló el tribunal de honor que juzgó al general Ochoa, Marino Murillo rumió los números del experimento que fuera ensayado en las provincias La Habana, Artemisa y Matanzas.
Lo contradictorio es que el zar de las reformas raulistas aseveró que las cooperativas han incrementado las ofertas, la calidad de las producciones y los servicios, a la par que han extendido los horarios, ocupándose de los segmentos del mercado que no resultan competitivos para la empresa estatal.
El pasado año, fundamentó Murillo, 268 cooperativas aportaron cerca de 88 millones de pesos por concepto de impuestos sobre las ventas y utilidades, así como la contribución a la Seguridad Social, según informes de la Oficina Tributaria (ONAT).
Nadie en la reunión razonó que un porcentaje importante de esos 88 millones los pagó Liborio, a costa de los sobreprecios que les imponen los cooperativistas, como consecuencia de los abusivos impuestos que cobra el Estado para evitar la acumulación de riqueza.
¿Con esos sobreprecios (incluyendo la mascada del 240% que cobran en las shoppings) quién puede creer en la fábula de la salud gratuita? ¿Educación gratuita? ¿Cuánto nos cuesta la buena vida que se dan los "Cinco Héroes" y sus familiares? ¿Con esa inflación, quién puede tragarse el cuento de que el salario medio subió a 600 pesos (25 dólares)? Espabílate Liborio, que te me vas a quedar.
Igualmente Marino Murillo descubrió el agua tibia al afirmar: "Las dificultades para acceder a los suministros es la causa de la subida de los precios de la mayoría de productos y servicios que se ofertan en las cooperativas".
Añadió a la lista de dificultades la dispersión generada por la carga burocrática, demoras y estancamiento a causa de la selección de locales, legalización en los registros y otros. Asimismo recomendó la consolidación de las cooperativas existentes para no "extender el problema". Luego se abordaron los impagos, las contrataciones, el combate a la corrupción, así como la trayectoria de los cometas rabilargos y rabicortos.
Lo cierto es que mientras Raúl permanezca en la silla presidencial (hasta el 2018, si Dios quiere) los únicos autorizados a meter dinero en el saco son los integrantes de su clan familiar, con yernos y novios incluidos. Y, el Bobo de la Yuca continuará en la indigencia, mientras niños y ancianos no podrán tomarse un miserable vaso de leche.
La única esperanza, acorde a lo que escucho en la calle, se enfoca en los anglosajones que paseándose en almendrones descapotables por La Habana nos miran como si fuéramos alienígenas que perviven en casas con peligro de derrumbes, rodeadas de charcas albañales, nos alimentamos de bazofia, tenemos los bolsillos vacíos y permanecemos encerrados en una burbuja llena de telebasura y carente de internet. Los optimistas sueñan que General Motors, Microsoft, McDonald's y Coca-Cola serán las deidades norteamericanas que nos traerán la abundancia negadas por los Castro.
Lo incuestionable es que a los países los hacen los pueblos. Mientras sigamos siendo más sumisos que los perros (porque esos animalitos cuando tienen hambre ladran y cuando te aproximas a su comida gruñen y muerden) estará fuera de nuestro alcance la prosperidad política, económica y social.
Mentir cuando desfilamos en la Plaza dándole loas al régimen para después robar y corrompernos porque los salarios no alcanzan para mal comer… Elogiar el sistema de salud y educación y, más tarde quejarse de las faltas de medicinas, de las asquerosidades de los hospitales y de que sus hijos no aprenden… Votar en las elecciones para más tarde decir que el Gobierno es una mierda… Y, que la oposición al régimen permanezca empantanada en viejos proyectos y no despliegue su talento para llegar al pueblo y competir por el poder… Estas son razones de peso para que al despertarnos por la mañana, el dinosaurio esté ahí.