EL ARTE DE MENTIR
Castro, para el buen funcionamiento de su
totalitarismo, necesita mucha confusión y bastante miseria espiritual y material
Por Guillermo González | Diario las Americas Lo que menos le interesa a Raúl Castro y a su hermano es volver a permitir el libre ejercicio de la democracia en Cuba, tampoco les preocupa el restablecimiento de las relaciones con USA y sus ventajas para el pueblo cubano de uno u otro lado del estrecho de la Florida. Su objetivo a priori no es otro que simular y hacerlo bien para que los supuestos cambios sean lo más creíble posible y así obtener nuevas fuentes de financiación para su dictadura imperial de 56 años.
Maduro y Venezuela se degradan por día y tarde o temprano la colonia petrolera castrista se le escapará entre los dedos trayendo por consiguiente que una vez más la dictadura de la isla corra el peligro de quedarse sin sostén económico. Y para ese entonces hay que garantizar, desde lo antes posible, la manutención desde USA y la Unión Europea.
La gran preocupación de los dictadores no es otra que reflotar su vida opulenta una vez más para así permitirse el lujo de morir en el poder, lo que venga después no importa. El pueblo cubano les importa mucho menos; al fin y al cabo esa masa de carneros bien adoctrinada en el arte de buscar y volver a buscar las 24 horas del día, sin descanso, siempre les da un respiro. El desgaste psíquico que provoca la escases en los seres humanos les deja poco margen para pensar en la protesta o la rebelión.
Raúl, el segundo dictador al mando, sabe que son tiempos de simular y mentir, capacidad que tanto a él como a su hermano [Fidel] se les da muy bien. Lo que toca ahora es crear mucha confusión, hay que hacer ver como reales unos cambios inexistentes dentro de la isla y a la vez seguir reprimiendo a la sociedad civil descontenta, sin miramientos y con efectividad, aunque haya que esgrimir los más absurdos argumentos para justificar el atropello.
Otro de los ilusionismos consiste en aparentar que hay dentro de la isla un incipiente movimiento de trabajo privado en ascenso, pero la realidad nos dice que esos trabajos solo consisten el autorizar chinchales de poca monta y escaso desarrollo económico, solo para aparentar. Los verdaderos y buenos trabajos corporativos enfocados a sectores de solvencia económica como la industria, salud, telecomunicaciones y turismo, entre otros, solo están reservados para los hijos de los altos dirigentes (entiéndase adláteres) de la dictadura, y estos no tienen que sacar licencia alguna ni pagar impuestos por las suculentas ganancias que sustraen de los mismos.
Otro de los problemas que están por resolverse son las conexiones a la internet, que constituyen un auténtico dolor de cabeza para el DOR (Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del partido comunista, al servicio de la dictadura y regulador de todos los medios de comunicación y propaganda). Por estos días hemos asistido a discursos tontos, pero mal intencionados, que no porque parezcan ingenuos y desencajados dejan de cumplir un importante objetivo: sondear al rebaño para decidir más tarde que estrategia ejecutar para causar los menores daños posibles a la simulación de apertura dictatorial ante el mundo. Yo personalmente pienso que mientras exista dictadura no habrá internet, dada su incompatibilidad.
A la dictadura cubana la sustentan la mentira y la desinformación e internet es una puerta abierta a la libre información y a la verdad, lo cual deja bien clara la condición de incapacidad para unirse o existir conjuntamente.
Castro, para el buen funcionamiento de su totalitarismo, necesita mucha confusión y bastante miseria espiritual y material. Por eso todo cubano que se consagre en su familia y en el buen hacer social tiene que ser desprestigiado, reprimido y apartado de la vista hasta su total invisibilidad, ya sea este un político, artista o un simple ciudadano descontento.
El antes y el después del Coma-Andante
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