“Ausencia quiere decir olvido, decir tinieblas, decir jamás”… , se escucha cada noche en los sitios de recreación para turistas que hay a lo largo del país. El bolero ha pasado de ser la música de los enamorados para convertirse en el género más concurrido en la llamada sopa con la que los trovadores embelesan a los recién llegados. Sin embargo, hasta el 21 de junio en Santiago de Cuba, los cultivadores de la canción romántica intentan rescatarla del letargo y los estereotipos.
Con intérpretes de Cuba, México, Panamá y Perú, la edición 27 del Festival Boleros de Oro se ha propuesto este año hacer resurgir una manera de cantar y decir, vinculada a nuestra idiosincrasia musical. En la patria chica de Pepe Sánchez, sastre y compositor del primer bolero del que se tenga noticia a mediados del siglo XIX, bajo el título de Tristeza , varios artistas se reúnen para hacer latir el corazón a través de los cantos al amor, el dolor y la separación.
Las sedes principales del Festival son el Teatro Martí y la Sala de Conciertos Dolores, aunque también habrá presentaciones en El Cobre y El Caney. En la noche de este jueves la Sala Dolores se estremecerá con el espectáculo inaugural que incluye a figuras de la talla de Anaís Abreu, Marilys González, la peruana Rosa Delia Guzmán, Esperancita Ibis, Miguel Ángel Justiz, Joel Leyva, Alexander Martínez y Luis Carlos.
Entre los grandes retos del evento está lograr atraer a un público más joven, interesado en géneros musicales actuales como el reggaetón En el teatro Martí el público podrá acercarse al trabajo interpretativo del consagrado Waldo Mendoza, acompañado de Gladys Puentes, el panameño Rolando Reina, Grisel Gómez y Ernesto Joel. “Se espera que se llene la sala, aunque no ha habido muy buena promoción este año”, refirió a 14ymedio una empleada del local.
En esta ocasión el lema del Festival ha sido “Boleros 500” en homenaje al quinto centenario de la fundación de la ciudad de Santiago de Cuba. Los organizadores han querido aprovechar el impulso cultural de los últimos meses para relanzar un encuentro musical que ha vivido tiempos de decadencia y pérdida de importancia. Atrás han quedado los años en que el bolero lograba convocar multitudes.
Entre los grandes retos del evento está lograr atraer a un público más joven, interesado en géneros musicales actuales como el reggaetón, el hip hop o la balada. Para Mirko Gómez, residente en el reparto Altamira “esa música es cosa de gente mayor, yo nunca iría a un teatro a escucharla”, asegura el joven de 17 años aunque confiesa que no conoce el título de ningún bolero. “No sé, creo que todos tienen la palabra amor en algún lado…”, detalla con sorna.
Sin embargo, los seguidores del géneros sienten que la canción romántica es imperecedera. “Mientras haya gente enamorada, este tipo de canciones atraerá a un amplio público, porque el amor no es cosa de edad”, explica Eloísa Ruiz una jubilada que espera deleitarse con la voz y el carisma de Waldo Mendoza.