Los habaneros de hoy
Son los mismos habaneros quienes reconocen sus defectos y pésimos hábitos de educación, además de constituir ellos mismos hoy, su peor enemigo
Pelea en calle habanera
Por Frank Correa | La Habana | Cubanet En su libro Cuba La lucha por la libertad, Hugh Thomas analiza las tipologías de rasgos que vuelve al habanero un ser impar. Para ello remarca las palabras del comandante norteamericano Gosham, quien participó en la toma de La Habana por los ingleses bajo las órdenes del almirante Albemare:
“La Habana tenía ese carácter único, indolente, brillante… los habaneros parecían una mezcla tan mala como la peor de la tierra.” Más de doscientos años no parecen haber variado mucho tal fundamento y son los mismos habaneros quienes reconocen sus defectos y pésimos hábitos de educación, además de constituir ellos mismos hoy, su peor enemigo.
Hace un par de días, un grupo de jóvenes pernoctaban en el parque Emiliano Zapata, de 5ta y 24, Miramar, mientras pasaban revista al listado de desatinos y delitos en que incurren a diario, conscientes o inconscientes, para sobrevivir. En su perorata, volvían actuales las palabras del comandante norteamericano, quien siglos antes de esa noche, había descrito ya con tino la realidad de La Habana y los habaneros.
Uno de ellos contó una historia ocurrida recientemente en Guanabo, donde, una noche, todas las motos de alquiler para turistas fueron guardadas en un local con candado para llevarlas al otro día a Guanabacoa a reparar, pero al abrir a la mañana siguiente, descubrieron los encargados que todas habían sido sacadas de madrugada por la ventana.
“De verdad que estamos fritos”, dijo uno del grupo, “Si entramos al baño de un restaurante, o de un hotel, lo primero que hacemos es llevarnos el jabón, el champú, el peine, lo que haya. Tienen que colocar a una persona para cuidar cada baño y evitar que carguemos con la taza o el lavamanos. Nos llevamos los vasos, las copas, los ceniceros, los adornos, hasta los palitos de dientes.”
“No podemos decir que somos todos, pero sí la mayoría. Y no lo vemos como robar, nadie le llama así, es resolver, inventar, cuadrar… Cuando buscamos empleo no preguntamos cuánto nos van a pagar, sino qué podemos cargar para la casa.”
Al mismo tiempo en que hablaban, se efectuaba una boda en el parque y los novios se retrataban junto a la estatua de Emiliano Zapata. Estaban vestidos de blanco y uno de los muchachos dijo que él podía jurar que el novio era extranjero. Observamos y en efecto, la novia era cubana pero el novio parecía nórdico, y le doblaba la edad.
“Lo sé porque en cada boda que los novios se visten de blanco, resulta que es un extranjero. Los cubanos ya no se casan de blanco, debe ser por escasez de vestuario, ¿o será alguna señal?”
Pregunté y ninguno supo decirme quién fue Emiliano Zapata, pero sí que los zapatos en las tiendas estaban sumamente caros y eran de pésima calidad, porque los funcionarios cubanos que salen a comprar al exterior, compran lo más barato que encuentran para ahorrar dinero, sin importar que estén en fecha de vencimiento, o lleven largo tiempo guardados en almacenes.
“Compré un par de sandalias el otro día y me las puse para ir al Acuario con mi familia el fin de semana. Tuve que regresar descalzo, se despegaron las suelas y una largó una correa cuando me bajé de la guagua.”
Otro contó que estaba armando una moto por piezas, y que ahora estaba en la fase de los tornillos pero que lamentablemente cada uno costaba cinco pesos, una barbaridad, y la moto necesitaba más de doscientos. No quería ver, acotó, cuánto valdrían los guardafangos, el timón, o las piezas del chasis.
“La última es que en los talleres particulares están fabricando tanques imitaciones de motos Suzuki. Todo el mundo los busca porque como son las motos que usa la Seguridad del Estado, es una garantía. La policía no te para en la calle”, comentó.
“¡Y del entretenimiento ni hablar! No hay donde ir a divertirse, todos los sitios son caros, el servicio es pésimo, los productos que ofertan están adulterados. Míranos, matando el tiempo en el parque a esta hora, cuando debíamos estar trabajando y produciendo para desarrollar el país. Pero ¿para qué? El estado paga con balas de salva y te vende todo en balas trazadoras. La única opción de los jóvenes es jugar videojuegos, o pasársela sentado en la computadora ido del mundo, o quemando alcohol para después matarse en las broncas que desata. Esa es la verdad”, apuntó otro de los presentes.
Dejé a los muchachos en el parque, desnudando la realidad con ejemplos que servirían para un texto voluminoso como el de Thomas, quien con su análisis académico de alto vuelo intentó pasar revista a la historia cubana, a sus incógnitas, al surrealismo que como un fantasma la maravilla y enrarece.
|