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General: Hillary Clinton pide a Obama apoyar la deuda de Puerto Rico
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 08/07/2015 21:33
La encrucijada puertorriqueña
Washington olvidó el último cabo suelto que queda de la Guerra Fría, Puerto Rico.
Hillary Clinton pide a Obama apoyar a la endeudada isla del Encanto Puerto Rico

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LA ISLA DEL ENCANTO PUERTO RICO
           Por Rafael Cox Alomar /  EL PAÍS
Puerto Rico, la que algunos ya comienzan a llamar la Grecia del Caribe, está en la bancarrota. La más pequeña de las Antillas españolas, descubierta por Colón en su segundo viaje y entregada a Estados Unidos como botín de guerra por el gobierno de Práxedes Mateo Sagasta a raíz del desastre de 1898, vive hoy entre la espada y la pared.

El experimento constitucional que Estados Unidos urdió a finales de la administración Truman, cuando la Guerra Fría iba ganando mayor intensidad y se dio a conocer como el “Estado Libre Asociado de Puerto Rico”, colapsó. Y todo el andamiaje económico de corte neocolonial que lo sostenía, preconizado sobre la completa claudicación de la isla del control político sobre las variables económicas que inciden directamente sobre su vida, se vino abajo como castillo de naipes.

Con una deuda pública impagable de $72.204.000.000 (equivalente al 103% del PNB), un déficit gubernamental en espiral de $2.500.000.000 (3,5% del PNB), una participación laboral raquítica del 40%, una descapitalización progresiva de la banca comercial del 30% (en comparación con los niveles de 2005), unos niveles de pobreza que arropan al 45% de la población y una diáspora masiva, que entre los años 2010 al 2013 forzó la salida de más de 144,000 puertorriqueños, no puede existir duda alguna que el coloniaje no le ha hecho bien ni a Puerto Rico ni a Estados Unidos.

Si relevante es el estudio ponderado de lo que Edward Gibbon titularía la decadencia y caída del Estado Libre Asociado, más urgente aún es el análisis sistemático de las consecuencias que la implosión puertorriqueña tiene sobre la dinámica coyuntura geopolítica que se vive hoy en el Caribe y la América Latina. Cuando el pasado 17 de diciembre de 2014 el presidente Obama anunció desde la Casa Blanca su intención de reestablecer lazos diplomáticos con Cuba, luego de medio siglo de mutuo aislamiento, fue enfático al sugerir que en lo sucesivo se abría en las Américas un periodo de renovación del trágico legado del coloniaje.

El experimento constitucional que Estados Unidos dio a conocer como el “Estado Libre Asociado de Puerto Rico”, colapsó
De inmediato Washington inició una intensa ofensiva diplomática en la cuenca del Caribe. El 26 de enero, el vicepresidente Biden recibía en la capital a los jefes de estado y gobierno de los países caribeños para delimitar una agenda energética común. Asimismo, el 20 de febrero el secretario de estado John Kerry designaba a Bernie Aronson como enviado especial a las negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC. Y el 9 de abril, a sólo horas del comienzo de la Cumbre de las Américas en Panamá, el presidente Obama anunciaba desde Kingston el compromiso de su administración de proveer $20 millones de dólares en financiamiento para proyectos de energía renovable en Jamaica.

Todo esto, claro está, como corolario al nuevo cálculo geopolítico que llevó al deshielo con La Habana. Dentro de ese nuevo rompecabezas, sin embargo, Washington olvidó de plano el último cabo suelto que aún queda en el Caribe. Y esa última pieza, cabeza de playa de la Guerra Fría, es Puerto Rico.

Irónicamente, fue el propio Raúl Castro quien en su discurso inaugural en la Cumbre le recordó al presidente Obama la innoble condición de subordinación política de Puerto Rico, y la tupida madeja que como poder colonial aun le resta por desenredar a Washington en aquel territorio caribeño.

Mientras Puerto Rico no ejerza control político sobre aquellas variables económicas, hoy sujetas al indiferente pero férreo control del Congreso estadounidense, jamás podrá potenciar un despegue económico endógeno que fortalezca su competitividad a nivel global y su capacidad para fortalecer la agenda hemisférica en materia energética, comercial y de seguridad.

Difícilmente podrá Puerto Rico potenciar su entrada al tablero económico internacional si no se libera de taras tan asfixiantes como las leyes de cabotaje norteamericanas, la cláusula de comercio interestatal de la Constitución federal, y todos los exorbitantes costos de producción que desde Washington se le imponen a su economía sin su expreso consentimiento.

Fomentar y auxiliar la descolonización de Puerto Rico constituye, pues, pieza indispensable en ese nuevo tablero de ajedrez geopolítico que Washington y La Habana han comenzado a conformar a la luz del entramado de nuevos imperativos económicos y políticos post Guerra Fría. Continuar barriendo debajo de la alfombra la condición de Puerto Rico ya no es opción ni para Washington ni mucho menos para los puertorriqueños de estos tiempos.

Pero mientras Washington siga intentando tapar el cielo con la mano, difícilmente podrá detentar el liderazgo moral que hoy desesperadamente pretende ejercer en la región del mundo en donde, de forma más aguda y apremiante, subyacen sus intereses geopolíticos, económicos y de seguridad más básicos y vitales.
Rafael Cox Alomar es profesor de Derecho en la Universidad del Distrito de Columbia, Washington, DC. 
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                                 Clinton pide a Obama apoyar a la endeudada Puerto Rico
La candidata presidencial se une a los que piden a la Casa Blanca que se implique
  
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Por Silvia Ayuso / EL PAÍS
El Gobierno de Barack Obama no debe dejar solo a Puerto Rico, considerado “la Grecia del Caribe”. El mensaje de la candidata demócrata a la presidencia estadounidense, Hillary Clinton, aumenta la presión para que el Gobierno federal actúe ante la insolvencia de la isla, que hace una semana reconoció que no puede pagar los más de 72.000 millones de dólares que debe y pide una reestructuración de su deuda.

La misma Casa Blanca que presiona a Europa por un acuerdo con Grecia ha seguido descartando en el caso puertorriqueño un rescate federal y apunta al Congreso. Este es, recuerda, el que podría modificar la Ley de Quiebras para que Puerto Rico, como estado asociado, pueda beneficiarse de igual manera que los 50 estados federados de la normativa que ha permitido a ciudades como Detroit salir del atolladero financiero en que se sumieron durante años.

Pero según Clinton, la Casa Blanca puede implicarse más. “El Congreso y el Gobierno de Obama tienen que trabajar junto con Puerto Rico, proporcionando un verdadero apoyo y herramientas para que Puerto Rico pueda hacer el duro trabajo que le permitirá iniciar un camino hacia la estabilidad y la prosperidad”, dijo la exsecretaria de Estado en un comunicado reproducido por Reuters.

La semana pasada, poco después de que el gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla, reconociera que la deuda de la isla es “impagable” y pidiera una reestructuración de los pagos debidos, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, afirmaba que un rescate no estaba en la agenda del Gobierno y que el tema estaba en manos del Congreso.

Una postura que ha reiterado esta misma semana. Según declaró el lunes, la Casa Blanca apoya “en líneas generales” que el Congreso se plantee una reforma de la Ley de Quiebras para incorporar a Puerto Rico. Pero no parece tener intenciones de ir más allá. Y eso, según Clinton, no es suficiente.

Sobre todo porque con apenas una veintena de días antes de cerrar por vacaciones estivales, hay muy pocas posibilidades de que una reforma de la ley avance en un Congreso donde los republicanos que dominan las dos cámaras han recibido las peticiones con reticencia.

Tampoco es suficiente para legisladores como la demócrata Nydia Velázquez.

La congresista de origen puertorriqueño ha enviado una carta a Obama pidiéndole “con urgencia” que se implique personalmente en el asunto.

“En vista del potencial para que esta situación se deteriore más aún rápidamente, le pido que convoque una reunión de emergencia del Grupo de Trabajo del Presidente para los Mercados Financieros para tratar este asunto y traer a todas las partes a la mesa para que negocien una solución ordenada”, escribió la popular congresista latina.

Según Velázquez, que recordó el peligro implícito para todo EE UU de la crisis de la isla -el 53 % del mercado estadounidense de deuda municipal gestiona bonos puertorriqueños- este equipo sería “la mejor opción” mientras no cambien las leyes de bancarrota. “Sentar a todas las partes -tanto acreedores como deudores- a la mesa de negociaciones, como solo la Casa Blanca lo puede hacer, es nuestra mejor esperanza, no solo para Puerto Rico, sino también para los intereses de EE UU”.

“No estamos hablando de un rescate, estamos hablando de dar una oportunidad justa para que (Puerto Rico) pueda tener éxito”, subrayó por su parte Clinton.

El apoyo de la también exsenadora por Nueva York no es del todo gratuito.

Puerto Rico, como estado asociado, no puede participar en las elecciones presidenciales. Pero sí celebra primarias que ayudan a definir los candidatos finalistas de cada partido. En las primarias demócratas de 2008, los puertorriqueños de la isla apoyaron masivamente a Clinton (68 %) frente al también candidato Barack Obama (32 %).

Además, los puertorriqueños residentes en EE UU sí pueden votar en las presidenciales. Y su presencia es cada vez mayor en estados como Florida, que será clave en la próxima contienda presidencial en 2016.

Pese a ello, de los candidatos en cabecera para la Casa Blanca, solo el republicano Jeb Bush, exgobernador de Florida, se ha pronunciado sobre Puerto Rico. Y fue antes de que estallara la crisis y antes incluso de que oficializara su candidatura. Durante una visita a la isla a finales de abril, Bush dijo que las instituciones públicas puertorriqueñas deberían poder pedir la bancarrota y tener así los mismos derechos que los estados federados. Otros candidatos punteros, como los republicanos Marco Rubio -senador por Florida- o Ted Cruz han evitado posicionarse. Según medios como The Washington Post, ello se debe a la oposición y presión de los grupos de acreedores que rechazan que la isla pueda acogerse a la Ley de Quiebras. 

PUBLICADO EN  EL PAÍS
 


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