Jóvenes con 'smartphones' y 'tablets'
han desplazado a los indigentes del parque.
El Parque Fe del Valle vive un renacer con los cientos de usuarios de su recién inaugurada red wifi que vienen cada día. ( Foto www.14ymedio.com )
Por Verónica Vega | La Habana | Diario de Cuba En el parque Fe del Valle, frente a la calle Galiano, en Centro Habana, impresiona ver a tanta gente conectada a internet por WiFi.
La mayoría son jóvenes y ocupan todos los bancos. Pero también suele haber filas de pie, todos completamente absortos en sus smartphones o tablets mientras navegan por la red de redes o chatean con amigos o familiares distantes.
El contraste resulta violento por lo que siempre ha sido común en Cuba: consignas políticas, retos al capitalismo y al imperialismo, personas de aspecto abatido y un ambiente de permanente decadencia. Hasta hace muy poco, en el parque Fe del Valle esos mismos bancos se llenaban de indigentes.
El parque mismo ofrece visibles signos de abandono, lo mismo que la calle colindante, San Rafael, desplazada en atención por su homóloga Obispo, el actual bulevar de La Habana.
Tal fondo confiere a la escena el dramatismo de una pesadilla futurista. A solo unos metros, algunos de los antaño huéspedes del parque prosiguen en su desesperado conato de supervivencia.
Es un logro que los cubanos que dispongan de la tecnología requerida y puedan pagar la tarjeta imprescindible para conectarse a internet disfruten de un derecho tan común en el resto del mundo. Con los aires de acercamiento a EEUU, el hecho parecería el preludio de sucesos más espectaculares todavía.
Pero los verdaderos problemas en la Isla siguen inmutables: los salarios y pensiones simbólicas, las deficiencias del transporte, los graves problemas en la educación, cada vez más visibles en la actitud de muchos de esos mismos jóvenes a quienes el dominio de la tecnología no les confiere una actitud civilizada.
La presencia de perros famélicos y enfermos denota la ausencia de la prometida Ley de Protección Animal, debatida falazmente en noviembre de 2014 en una Mesa Redonda televisiva.
El cubano, acostumbrado a hacer acrobacias para garantizar el sustento diario, ahora tiene el reto añadido de "luchar" para costear la tarjeta de acceso a internet que permitirá a sus hijos no quedarse atrás en la última moda de Cuba.
Los familiares del otro lado del Estrecho, con la nostalgia y el amor acumulados, ayudarán en lo posible a cumplir el sueño de verse las caras aunque solo sea a través de una pantalla.
La juventud cubana, acostumbrada a aceptar las coacciones que paralizan sus cuestionamientos y el menor brote de iniciativa civil, se conforma con esta apariencia de primer mundo, no importa si de éste no nos lleguen las ventajas reales: un estado de derecho que incluye no tener que robar o estafar, o esperar por una remesa para especular con un smartphone frente a los tristes huéspedes del parque Fe del Valle, desplazados, además de por la incapacidad gubernamental y por la tecnología, por la indolencia de las nuevas generaciones.
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