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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 15/09/2015 14:08 |
Un viaje, dos mundos:
El Papa emprende su gira más política
Conoce los temas de la agenda en EEUU y Cuba
-Washington-
Los nueve días que el papa Francisco pasará entre Cuba y Estados Unidos, a partir del sábado próximo, abren un enorme desafío logístico en una tierra donde la seguridad es obsesión. Pero, sobre todo, alimentan expectativas inusitadas en millones de cubanos y norteamericanos que lo convirtieron en catalizador de sus esperanzas y en su vocero ante dos sistemas -dos mundos casi antagónicos- con sus propios déficits de resultados.
“Nadie espera que las cosas cambien de un día para el otro. Pero su presencia da institucionalidad moral y pone en agenda un reclamo de cambio de la sociedad que la clase política resiste”, describió Thomas Wenski, arzobispo de Miami.
En su periplo dará 26 discursos -18 de ellos en Estados Unidos- en los que se esperan definiciones sobre inmigración, pobreza, derechos humanos, medioambiente y economía al servicio del hombre y no del lucro.
Pero, aún antes de abrir la boca sobre ninguno de ellos, mirada en detalle, la agenda misma del viaje del Papa por siete ciudades es todo un pronunciamiento religioso,político y hasta diplomático.
Los platos fuertes se conocen. En La Habana, misa multitudinaria en la Plaza de la Revolución, al pie del retrato del Che Guevara, el mismo sitio donde, hace 17 años, Juan Pablo II pidió “que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”.
Previa llegada a EEUU En Estados Unidos, audiencia con el presidente Barack Obama en la Casa Blanca, corto paseo en papamóvil por una ciudad cerrada a cal y canto, discurso en el Capitolio, otro en Naciones Unidas, celebración ecuménica en la Zona Cero de Nueva York y mensaje de cierre del Congreso de la Familia, en Filadelfia.
“Es en la miga de los detalles donde la agenda cobra especial dimensión”, subrayó Elisabeth Dias, experta en temas religiosos para la revista Time.
Presentada primero como una escala previa a su llegada a Estados Unidos, la visita a la isla se llevará, en realidad, cuatro de los nueve días que reparte entre los dos países.
Pero la cuenta sale a partes exactamente iguales si se descuenta el día y medio que pasará en el Congreso de la Familia, en Filadelfia, motivo inicial del viaje al que, luego, se le añadieron los ocho restantes.
Todo un simbolismo que se extiende en el hecho de que desde Cuba volará directamente hasta la base Andrews, en Maryland. Será una ratificación de la comunicación que él mismo ayudó a abrir, con las conversaciones secretas en las que se involucró de modo personal y que dieron paso al histórico deshielo entre Washington y La Habana.
Es impensable que el Papa no hable de inmigración en Estados Unidos, el país donde 11 millones de personas viven a la sombra, donde muchos miles mueren tratando de cruzar la frontera y donde se rompen familias enteras por la deportación de personas sin papeles.
Pero aún si no abriera la boca, su sola presencia en el Capitolio será un potente llamado contra el racismo que pone a la minoría hispana -como a la afroamericana- en un segundo lugar.
Francisco no sólo será el primer papa en exponer ante el Capitolio en una sesión conjunta de las dos cámaras. También “será el hispanohablante de mayor proyección internacional” en hacerlo, subrayó el ex vocero de Barack Obama y asesor para asuntos hispanos de la Casa Blanca, Luis Miranda, en diálogo con LA NACION.
“Eso ayudará a poner las cosas en su lugar, en el lugar en el que deben estar”, añadió Miranda, en referencia a la resistencia que aún pesa sobre numerosos legisladores para aceptar que hoy hay 60 millones de personas en este país que hablan español. Y que 11 millones de ellas claman en vano por un estatus legal que les permita salir de la sombra.
Promesas demoradas Jefe de una iglesia de 1200 millones de personas, pero con una aceptación cercana al 70% entre los no católicos de este país, la figura de Francisco trasciende lo religioso para darle proyección a un largo listado de promesas políticas demoradas. Entre ellas, la anunciada y nunca cumplida reforma migratoria.
“A esta altura, posiblemente muchos de los que lo invitaron se estén arrepintiendo” es la broma que corre entre quienes recuerdan que la invitación al Capitolio fue del presidente de la Cámara baja, el republicano John Boehner, jefe de la bancada que mayor poder tiene para bloquear la agenda del presidente en esa y otras materias.
En el detalle, la agenda combina lo pastoral con lo político y va de una línea a la otra y se detiene en aquello sobre lo que quiere llamar la atención. Aquí se detendrá en Catholic Charities, una entidad que podría asimilarse a Cáritas. En Nueva York irá a Harlem y eligió a Ground Zero, el sitio donde nació la mayor desconfianza hacia el mundo musulmán, para celebrar un oficio ecuménico.
Esperan movilizaciones “Una cosa es visitarla. Otra, hacer allí un llamado a todas las religiones”, explicó una fuente a esta corresponsal.
En Filadelfia su parada personal será en una cárcel. Una de las que nutren la mayor proporción de población negra entre los internos, a la vez que difícilmente deje de apuntar a la pena de muerte que impera en buena parte de Estados Unidos.
En un país donde el Papa atrae más allá de lo religioso, se esperan movilizaciones masivas.
“Yo creo que veremos concentraciones similares a las que, en su momento, provocó la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca”, dijo John Dinges, de la Universidad de Columbia, a LA NACION.
Es allí donde la seguridad vuelve a ser obsesión. Serán días difíciles y de mucha tensión para sus responsables y de verdadera incomodidad para quienes tengan que seguir su vida cotidiana en ciudades saturadas de vallados, puestos de control y calles cortadas.


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No te acerques mucho, hermano Francisco
Una Cuba de miradas diversas y pasiones encontradas es la que hallará el Obispo de Roma cuando en pocos días comience su visita a la Isla. Un país que quiere entrar en el futuro, pero permanece atenazado por un discurso político que murió con el siglo veinte. El contexto demandará toda la destreza diplomática de Jorge Mario Bergoglio, pero vale la pena aconsejarle el imponente verso de Rubén Darío: "No te acerques mucho, hermano Francisco".
A su llegada a La Habana le espera al papa un masivo recibimiento y las correspondientes fotos de familia. Tendrá que posar junto a un poder que hace décadas ordenaba arrancar escapularios, prohibir crucifijos y recluir al fondo de las casas los cuadros del Sagrado Corazón de Jesús. Ese mismo Gobierno que impidió –bajo el temor de las represalias– que varias generaciones de cubanos fuéramos bautizados o entráramos a una Iglesia.
En la plaza donde el rostro del ateo Ernesto Guevara se erige en la fachada del Ministerio del Interior, oficiará su misa Francisco. Viene precedido de una reputación de revolucionario dentro de la Iglesia, de hombre conciliador y dispuesto a romper el protocolo. Carga sobre sus hombros, también, el haber sido mediador en las conversaciones secretas que durante 18 meses sostuvieron los Gobiernos de Estados Unidos y Cuba.
La responsabilidad que ha contraído con un gesto así supera la gloria que recogerá por su intervención. Ahora, le llega el turno de otras mediaciones. Francisco conocerá de cerca una sociedad donde unos pocos han excluido a millones de la toma de decisiones. Una nación donde las diferencias ideológicas se pagan con el insulto, la represión y el exilio. Un sistema que ha cultivado la mala levadura de la intolerancia y se ha apoyado para gobernar en esa parte de los individuos que es el lobo de la intransigencia.
Una visita papal no cambiará Cuba ni el jefe de Estado del Vaticano tiene que cargar con las demandas de sus once millones de habitantes
Bergoglio visitará al expresidente Fidel Castro en su larga convalecencia. El principal artífice de tantas divisiones y dolores. Pero cuidado: "No te acerques mucho, hermano Francisco". Ese hombre y el poder en Cuba representan justo lo contrario de lo que un sumo pontífice quiere promover con sus homilías y actuaciones.
El Gobierno cubano tratará de obtener validación y prestigio de esta visita. Sin dudas, algo logrará. Mostrará un mejor talante hacia los religiosos, aunque en el fondo siga desconfiando de la Iglesia católica y no haya hecho una pública autocrítica por los años de excesos contra la gente de fe. Por otro lado, indultará a 3.522 prisioneros, pero mantendrá intacto el código penal que lleva a tantas personas a la cárcel por el simple acto de matar una vaca o de oponerse al Gobierno.
Los fieles y el pueblo en general vivirán días de esperanza y control. Si se repite el esquema represivo de la visita de Benedicto XVI, muchos se enterarán del contenido de las misas días después, cuando salgan de los calabozos donde los encerrarán de manera "preventiva". Esos también quieren que el pastor medie por ellos, hable por su voz, reconozca que existen. ¿Podrá Bergoglio recoger esos reclamos?
Es necesario recordar que una visita papal no cambiará Cuba ni el jefe de Estado del Vaticano tiene que cargar con las demandas de sus once millones de habitantes. "Vete a tu convento, hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad", le hubiera repetido aquel bardo nicaragüense. Sin embargo, por esta vez, necesitamos que se detenga, que esté atento, que calme a esa fiera de la sinrazón política que vive entre nosotros.
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¿Qué encontrará Francisco?
Según la propaganda oficialista, el Papa hallará en Cuba un país con diversidad religiosa, étnica, cultural, económica y sexual.
Según la propaganda oficialista que desde hace días se difunde por todos los medios de información, en su próxima visita a Cuba el Papa Francisco encontrará un país con diversidad religiosa, étnica, cultural, económica y sexual. Sobre la diversidad política no se dice absolutamente nada.
La diversidad religiosa estará dada por las diferentes religiones, cultos y creencias presentes en la sociedad cubana, algunos de los cuales, aupados por las autoridades cubanas durante sus años de enfrentamiento al catolicismo, surgieron, se asentaron y desarrollaron rápidamente.
La diversidad étnica estará dada por el ajiaco de razas que conforman al cubano actual, aunque aún subsiste, muchas veces velada, la discriminación contra los ciudadanos negros.
La diversidad cultural estará dada por la existencia de diferentes corrientes y movimientos artísticos, siempre, claro está, que se mantengan "dentro de la Revolución".
La diversidad económica estará dada por el trabajo por cuenta propia, los pequeños negocios privados, las empresas mixtas y otras formas estatales, donde, en el caso de los primeros, las regulaciones excesivas y las dificultades burocráticas creadas para su funcionamiento han hecho que su influencia en el desarrollo económico del país sea prácticamente nula.
La diversidad sexual estará dada por la apertura dada a la misma, tratando de que sus componentes formen filas junto a la Revolución y olviden los años en que fueron repudiados, perseguidos e internados en campos de trabajo forzado.
La diversidad política, ausente de los mensajes publicitarios, parece continuar siendo un tema tabú para las autoridades cubanas, aunque de todas maneras estará presente, al menos desde el punto de vista oficialista, cuando se trate de mostrar al Papa a los cubanos como un pueblo marxista-leninista, donde la amplia mayoría apoya y defiende el socialismo y solo una exigua minoría lo rechaza.
Corresponde al Papa, latinoamericano y, por lo tanto, conocedor de cómo funcionan los regímenes totalitarios, no dejarse embaucar con la escenografía que le presentarán durante sus días de permanencia en Cuba y encontrar la verdad. Plantear la necesidad de la diversidad política pudiera ser un buen gesto suyo, aunque exigirla y luchar por ella es tarea de los cubanos.
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