La saga de los dos Papas
¿Fueron dos Papas
“diferentes” los que viajaron a Cuba y Estados Unidos?
Las últimas noticias nos dejan perplejos, el Papa que fue a Cuba no fue el mismo que vino a EEUU, fueron dos diferentes aunque en apariencias fue el mismo. Resulta que el Papa que fue a Cuba no dejó ninguna frase trascendente e inspiradora como aquella de Juan Pablo II, ahora proclamado santo, de que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba. Aunque ese pensamiento resultó ineficaz, por lo menos aún resuena en las mentes de todos.
Ambos Papas, el de allá y el de acá, resultaron poseer esa infalibilidad propia de la condición papal, no se equivocaron en nada; el de allá no levantó olas en el sereno mar de una arcaica dictadura, se ajustó a los términos de un país subyugado, aplastado, silenciado y hambreado, no ofendió a los vetustos tiranuelos e incluso saludo con evidente agrado al tirano mayor, y en su propia reducto, lleno hasta el tope de los trofeos acumulados en su odiosa trayectoria tiránica.
El de acá se comportó acuerdo a las tradiciones democráticas de este país, dijo lo que le dio la gana, cuando le dio la gana y como le dio la gana, habló de los inmigrantes y abogó, con toda razón, por ellos; abordó el espinoso tema del calentamiento global, a pesar de que sabe del rechazo que ese tema tiene en un Congreso de mayoría republicana que considera que todo es una gran patraña de los egghead liberales, o criptosocialistas. En resumen se ajustó con infinito placer y sibilinas acciones a la “Primera Enmienda de la Constitución” americana.
Aquí se reunió con presos en la cárcel correccional de Filadelfia con sus aires acondicionados, bibliotecas, televisores, y comidas balanceadas; allá ignoró que “El Sexto” está en la ergástula de Valle Grande ejecutando una protesta por medio de una huelga de hambre.
Pero donde le puso la “tapa al pomo” fue cuando se reunió con la única disidente que encontró a mano, la inefable Kim Davis, la funcionaria estadounidense (county clerk) que violando su juramento de cumplir con las ordenanzas gubernamentales, se ha comprometido en una lucha ideológica en contra de las decisiones de la Corte Suprema de este país. El Papa de aquí la felicito por su coraje y la instruyó a que se mantuviese firme.
Qué gran cosa si esa palabras se la hubiese dicho, aunque fuese al oído, por lo menos a una de la Damas de Blanco; pero el asunto es que en Cuba él no tenía por que acomodarse a una “primera enmienda” inexistente en una Constitución restrictiva que no deja espacio para la tolerancia de la que tanto habló por estos lares.
Sin lugar a dudas que existen por los menos dos Papás ocultos bajo la mitra pontificia, tal vez sean más chi lo sa.