¿Se siente nuestro perro realmente culpable cuando nos hace una trastada?
Son conscientes nuestros canes de que han hecho algo malo o que nos disgusta?
¿Rompen cosas porque están enfadados con nosotros?
¿Entienden que les estamos echando la bronca porque su comportamiento nos ha molestado?
Micaela De la Maza
Sí, el asunto de los perros que se muestran culpables tiene mucho pero mucho tirón, todos tenemos más de una anécdota para ilustrarlo: hasta el 74% de los dueños de perro está convencido de que su perro se muestra culpable tras hacer algo que no debía. Hay webs dedicadas a mostrar las caras presuntamente compungidas de los trastos caninos que comparten sus vidas con nosotros y, cómo no, hay cientos o miles de vídeos de 'perros culpables' que hacen que nos partamos de risa.
El perro culpable es una proyección nuestra
Pero resulta que no es cierto: es un mito, los perros no se sienten culpables. Y tampoco planean un destrozo para vengarse de ti. Incontables estudios lo han demostrado, pero el mito no se desvanece. Los perros siguen, en teoría, demostrando claramente su culpabilidad y con frecuencia son castigados por ello. Esos zapatos rotos, ese mando de la tele, ese libro... Si tu can los ha atacado puede ser por ansiedad, porque huelen a ti, porque no tenía otro juguete a mano o por muchas otras razones, pero no necesariamente sabrá que ha hecho algo mal. Sobre todo si tú sólo encuentras los restos de la trastada y no le pillas haciéndola.
El vídeo de Denver, la labradora 'culpable' fue uno de los primeros virales perrunos de internet. Se ha visto ya ¡44 millones de veces!
Por eso vamos a repasar aquí las claves de la cuestión para tratar de evitar esas regañinas con frecuencia tan inútiles y casi siempre dañinas que solo consiguen una peor relación entre humanos y canes. Para empezar, los canes detestan los conflictos tanto con sus congéneres como con los humanos. Por eso han desarrollado diversas maneras de apaciguar enfados y calmar a los sujetos agresivos. Al menos hay treinta gestos o rituales con los que tratan de comunicar, aunque no siempre con éxito, las señales de calma.
El tener aire de culpabilidad -tal y como lo traduce un humano al ver ciertas expresiones de su can- no significa que el perro sepa que romper ese zapato está mal. Lo que sí sabe es que su humano está enfadado y él debe hacer algo para apaciguarle. Ante el tono o la postura corporal de enfado, el perro hace señales de calma: aparta la mirada, se lame el hocico, se esconde; rehuye un posible conflicto porque sabe que algo no va bien. Pero normalmente, salvo que le hayan pillado en el acto y le hayan indicado lo que ha hecho mal, el perro ¡no tiene ni la más mínima idea de porqué su humano le está echando una bronca!
No nos enteramos de nada
Se puede decir, en todo caso, que el perro pone cara de culpable (en versión humana), pero no se siente culpable. ¿Cómo lo han demostrado? Por ejemplo a través del experimento que llevó a cabo la conocida etóloga Alexandra Horowitz: se hace pensar a un humano que su perro ha hecho algo que no debía (comerse una chuche) y pese a que el can es totalmente inocente, muestra todas las señales de sentirse culpable porque, claro, le echan la bronca.
Otro dato interesante de ese estudio: cuando no le decían al dueño del perro si el can se había comido la chuche o no, es decir cuando le obligaban a averiguarlo en función del lenguaje corporal de su perro, la mayoría no acertaba. Otro estudio similar llevado a cabo en 2014 en Cambridge volvió a corroborar la cuestión: el comportamiento del perro -si había hecho algo mal o no- no estaba relacionado con el aire de culpabilidad. Si no había regañina humana de por medio, aunque hubieran hecho algo que no debían hacer, los perros no se mostraban culpables.
Los grandes expertos, como Patricia B. McConnell, coinciden: somos nosotros, los humanos, los que atribuimos esta emoción humana a los perros. Sin embargo, hay quien explica que los perros sí podrían tener la capacidad de sentir culpabilidad, puesto que su capacidad neuronal es similar a la de otros mamiferos que demuestran esta emoción, pero no sería en la manera en la que se les atribuye actualmente.
Los muy pillos aprenden a poner cara de culpables
¿Qué pasa por su mente cuando un perro muestra ese comportamiento, esa cara de culpabilidad, incluso antes de que el humano sea consciente de que ha habido una trastada perruna? Parece que, de nuevo, hay algo más complejo en el aire. Entre otras cuestiones, los perros que aprenden a poner cara de culpables son castigados mucho menos que los otros, independientemente de su comportamiento. Así, el perro muestra señales de calma para evitar el conflicto que, ha aprendido, puede surgir porque ya surgió en el pasado.
Es un mecanismo que le funciona y lo repite. Y que, no falla, consigue que muchos humanos acabemos a carcajadas.
Micaela de la Maza