La nueva cara de Gaga Se reinventa con cada aparición desde que saltó al estrellato en 2008.
Superados dos fracasos discográficos, la cantante hoy resurge gracias a su nueva faceta como actriz
Lady Gaga será homenajeada en el Columbus Day Parade este lunes, donde ya cantó hace 10 años.
Tom C. Avendaño - Madrid - El PaísLady Gaga proyecta la voz de tal forma que llena el hangar 16 de los estudios de rodaje de 20th Century Fox en Culver City (California) y la hace sonar como una diva de otra época cuando anuncia: “Siempre quise ser actriz”. Es cierto que no cuesta verla a gusto en el lugar donde se ha reunido con EL PAÍS: el muy gótico y tenebroso set de rodaje de la quinta temporada de American Horror Story. Un espacio afín a la estética marciana con la que Lady Gaga alcanzó el megaestrellato del pop en 2008 y por el que todavía se la conoce años después. Lleva semanas aquí metida, rodando, efectivamente, su primer trabajo como actriz.
Estrenarse en la quinta entrega de una serie que no es de culto puede resultar un giro extrañísimo dentro del Olimpo del pop, pero para ella tiene todo el sentido del mundo. Señala con un gesto el decorado y explica: “Esto me da seguridad suficiente para dejarme llevar. He pasado tanto tiempo al mando que me encanta el que alguien tome las riendas. A alguien tan rebelde como yo le viene bien que le marquen los límites”. Resumiendo: esto es una respuesta lógica a todo lo que le ha pasado antes. American Horror Story —que se estrena hoy en España en la Fox— es una serie que cuenta cada año una historia diferente con las mismas caras. Ahora que Stefani Joanne Angelina Germanotta suma, bajo el sobrenombre de Lady Gaga, 29 años, seis Grammy, 10 millones de álbumes vendidos, dos decepciones comerciales seguidas y tres reinvenciones en menos de tres años, es inevitable plantearse si ella no estará intentando hacer exactamente lo mismo.
Lady Gaga afirmó haber encontrado su verdadera vocación en el jazz hace justo un año. Acababa de lanzar un disco con el crooner Tony Bennett y anunció con entusiasmo que publicaría un álbum de este género cada año. Así remediaba, contaba entonces, un periodo oscuro marcado por una depresión que llevaba meses sufriendo. Un relato similar al que había pronunciado en verano de 2013, cuando también afirmó haber descubierto su verdadera cara: la que mostraba posando desnuda para algunas revistas. Era un primer intento de dejar atrás los trajes de carne y burbujas y, de paso, una forma de promocionar su disco de estética underground, Artpop. Aquello también remediaba un periodo que ella describió como “de oscuridad”, provocado por una lesión en la cadera que la mantuvo alejada de los escenarios. Tanto en Artpop como con su disco con Tony Bennett, Cheek to Cheek, los resultados no fueron los esperados.
Esa encarnación de Lady Gaga también cuenta con sus arranques tétricos. Durante un festival en Texas, la cantante actuó subida a un toro mecánico mientras la artista británica Millie Brown le vomitaba literalmente encima un líquido de colores. En diciembre le preguntaron por aquello en una entrevista radiofónica. Ella confesó entonces que de adolescente fue víctima de abusos sexuales. “Quería que esa chica me vomitara delante de todo el mundo como para decir: ‘Nadie me podrá humillar tanto como yo me humillo a mí misma y mira lo hermoso que es cuando lo hago”. Cuando se le preguntó por qué no lo había contado antes, dio la última respuesta conocida sobre el tema: “No pienso permitir que nadie diga que toda idea creativamente inteligente que se me haya ocurrido se debe a lo que me hizo una vez un imbécil. Prefiero responsabilizarme de mi dolor”.
“Actuar me permite canalizar un dolor y una angustia con los que no sabría qué hacer. Lo podría poner en mis canciones pero no es la música que la gente espera de mí. En temas como Dope o Artpopmuestro mi lado oscuro pero lo envuelvo en notas de colores porque mi público prefiere la perfección”. No descuida el origen de tanta oscuridad: “Conozco la soledad desde niña, no porque mi familia me tuviera abandonada, sino por un desequilibrio químico hereditario con el que nací. No sabes por qué, pero te hace sentir solo. La música y el arte me dieron la libertad”. Si el dolor que usa al actuar es el de esta historia que empezó con un vómito, resulta simbólico que el relato termine, también, con arcadas. En su primer día como actriz, Gaga vomitó durante todo el trayecto entre su casa y el hangar 16 de Fox. “Vomité en una bolsa de plástico. Cuando llegué, mi amigo Ryan [Murphy, el creador de la serie] me estaba esperando. Le tendí la bolsa y le dije: ‘Te he traído mi vómito”. Hasta las casualidades son raras en el mundo de Gaga.
Pero todo esto no quiere decir que haya pasado 2015 atrapada en un bucle. Este ha sido el año en el que Gaga se ha prometido con el actor Taylor Kinney (La noche más oscura, la serie Chicago Fire), su novio desde 2011. “Solía pensar que aparte de mi padre no habría otro hombre con la fortaleza necesaria para cuidarme hasta que conocí a Taylor. Hay que ser un hombre muy fuerte para aceptar todo esto”, apunta y señala, de nuevo, a su alrededor. “Soy una leona observada por un león bravo en la pradera”. Metáforas aparte, ¿su prometido le llama Stefani o Gaga? “Babe [nena]”.
He pasado tanto tiempo al mando que me encanta el que alguien tome las riendas. Me viene bien que marquen límites”
También ha sido el año en el que ha intentado validar su talento más allá del pop. En febrero interpretó el tema principal de Sonrisas y lágrimas durante la entrega de los Oscar. Le aplicó a su chorro de voz habitual la técnica del bel canto, que suele darle un aire operístico a las canciones. Aquel fue el momento más viral de la noche. En junio repitió jugada: usó el mismo truco para cantar elImagine de John Lennon en la ceremonia de inauguración de los Juegos Europeos en Azerbaiyán. La repercusión aquella vez fue mucho menor. El de los Oscar es el día que Gaga recuerda con más intensidad hoy: “Nunca he estado más nerviosa en mi vida”, confiesa.
Y a principios de este mes cumplió otro hito personal: su incursión más profunda en el mundo de la moda. Ha protagonizado un vídeo musical en el que el diseñador Tom Fordmostraba su nueva colección. Gaga justifica esta relación como es habitual en ella: en aras de la expresión personal. “La ropa siempre ha sido y sigue siendo mi forma más personal de liberación”, cuenta. “Si voy con aspecto de loca es porque probablemente me sienta así ese día. Si voy más clásica es porque estoy más centrada”.
Televisión comercial. Matrimonio tradicional. Moda. Son cosas que solo ella hace. En el olimpo del pop,Taylor Swift domina el mundo, Rihanna las redes sociales yMadonna, la posteridad. Lady Gaga, mientras, juega a un eterno retorno. Una eterna reencarnación. Una personalidad nueva para cada idea nueva. Quizá eso sea lo que pasa cuando uno es medio y mensaje a la vez. “Pero siempre soy yo, en cada momento”, se encoge de hombros. “Nunca actúo. Ni como Gaga ni en American Horror Story. Soy quien soy y doy las gracias de poder serlo. Eso sí, nunca en chándal”.
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