El arte de ser feliz en Cuba
Beatriz, enfermera jubilada de 72 años, aguarda su turno para adquirir una tarjeta de internet en el Vedado habanero. Su única hija, "que se quedó" en Europa hace seis años, se casa en unos días, y ella verá la ceremonia a través de una tableta que le ha prestado un vecino. "Nunca creí que soportara tanto tiempo sin verla. Pero sí, los cuerpos resisten lo que tú no eres capaz de imaginar. El corazón, bueno, ese siempre lo tengo extrañando", dice.
De añoranzas, colas interminables, solidaridad y grandes sacrificios saben mucho las mujeres cubanas. Todas ellas, sin distinción, son maestras en resistencia y creatividad ante la escasez sostenida y la falta de oportunidades reales de desarrollo en un país fuertemente empobrecido. A principios de los 90, la desaparición de la URSS sumió a Cuba en un gravísimo estado de deterioro social, una brutal escasez de alimentos y combustible y una 'guerra mental' de tal dimensión que su recuerdo aún anuda las gargantas: "Ese Período Especial sí que fue una terrible lección de vida. Y ahí estuvimos las mujeres, al frente de las familias, para inventar y resolver la supervivencia", rememora Beatriz.
En realidad, llovía sobre mojado. La isla ha estado sometida a un durísimo embargo comercial por parte de Estados Unidos desde 1960 que empieza a ver su fin ahora. Si recientemente ambos países restablecían sus relaciones diplomáticas, a finales de septiembre el presidente Obama y su equipo diplomático tomaban la decisión inédita de no oponerse a una condena de Naciones Unidas al embargo. La reciente visita del Papa Francisco a ambos países también ha contribuido a limar sensibilidades contrarias a la reconciliación.
Pero queda mucho por hacer, y muchísimo, respecto a las mujeres cubanas. Con una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo (1'7 hijos por mujer), una esperanza de vida de 78 años y una participación laboral y política a escala europea, el nivel educativo y el elevado poder personal de las mujeres en Cuba no tiene parangón en el ámbito latinoamericano; tampoco en materia sexual. Mariana, bioquímica de 35 años, cree que la suerte que han tenido "es que el catolicismo no ha impregnado la educación, porque la represión sexual femenina ha sido muy dañina en otros países. Y también nuestra ley del aborto, nuestro derecho a decidir".
Otro tema bien distinto es el poder adquisitivo de sus salarios. La doble moneda y el irreversible encogimiento de la libreta de alimentos subsidiados han dado al traste con el proyecto de equidad social. El sueldo mínimo estatal es de 250 pesos cubanos (10 euros) y los precios de la mayoría de productos básicos están al nivel español o superior: la carne de cerdo cuesta 4 euros el kilo y un litro de aceite de soja, 2'5 euros.
Marilú, ingeniera hidráulica reconvertida en operadora turística, explica cómo en esa situación es imposible vivir solo con el salario en pesos. "Si no recibes remesas de la migración o haces algún 'bisnesito' o trabajas en el sector turístico, no hay forma humana de mantenerte como una persona".
Las mujeres optimizan sus saberes femeninos y su formación en busca de otras vías de ingresos, más allá de su jubilación. Aunque todavía son solo el 20% de las titulares del trabajo por cuenta propia, todas, incluidas profesionales de prestigio, llevan adelante diferentes iniciativas, ya sea legalmente o 'por la izquierda': ofertan comida y refrescos, alquilan habitaciones, limpian y planchan para extranjeros o familias cubanas prósperas, organizan eventos, son manicuristas o peluqueras, dan clases particulares de repaso escolar, gestionan 'círculos' (guarderías infantiles) privados, etcétera.
"Aquí hay profesionales con una enorme preparación y un sentido de la responsabilidad y la entrega que a uno le emociona, como ocurre con los médicos", relata Judy. En 2013, el Estado dobló el salario al personal sanitario, insuficiente aún para acceder a una vida confortable. Daniela, médico intensivista con dos especialidades, cobra 1.520 pesos (64 euros) mensuales. Ingresa un dinero extra haciendo 'cakes' de cumpleaños. Mariela, trabajadora estatal, explica que las cubanas tienen "afán de aprender y aspiraciones altas, pero es que el no reconocimiento en cuanto al salario, te mata. Es lo que obliga a las profesionales a trabajar como taxistas o poniendo uñas, y lo que hace que mucha gente sea indolente frente al trabajo".
La devaluación de la educación es una de las mayores preocupaciones de las mujeres. Año tras año, baja el número de personal docente preparado. Los profesionales renuncian por las difíciles condiciones y el inexistente poder adquisitivo de sus salarios, que no han aumentado pese a la carestía de la vida y a la tarea fundamental que realizan.
Fuentes oficiales reconocen que el nuevo escenario socioeconómico ha provocado un alarmante aumento de la pobreza y las desventajas sociales, que afectan principalmente a las mujeres, a las personas no blancas, a la zona oriental del país y, más trágicamente, a los ancianos.
Mayra Espina, socióloga cubana, lo denomina "la reforma incompleta". Cerca del 20% de la población tiene más de 60 años y cada día es mayor el número de personas solas, sin recursos propios, mientras el gasto público asistencial se ha reducido drásticamente: si en 2008 fueron 328.000 individuos los que recibieron pensiones sociales, en 2013 solo alcanzaron a 170.674. María, de 92 años y sin familia, recibe 147 pesos (seis euros) al mes. Vive gracias a la solidaridad vecinal y a la amistad.
La emigración es otra de las estrategias femeninas para buscar ingresos y oportunidades, especialmente para su prole. Entre 2000 y 2010, más de medio millón de cubanos salieron del país. Laly, graduada en Economía, reconoce que su tierra se está quedando sin jóvenes. "Temo por mis hijos, que son de una generación que ya no se conforma con la recompensa moral. La juventud quiere conocer el mundo, desarrollar su capacidad, dar un sentido propio a su vida. Y para eso aquí hay muchísimas limitaciones", reflexiona.
"Se cree que los cambios profundos llegarán cuando se elimine el bloqueo, y no: aquí hay un autobloqueo terrible también. Las reformas desde arriba son positivas pero sigue habiendo mentes y estructuras ineficaces a nivel intermedio que dificultan las verdaderas transformaciones". Quien habla es Niuska Miniet, cantautora y propietaria del restaurante Decamerón, uno de los más antiguos 'paladares' [restaurantes montados y dirigidos por cuenta propia] de La Habana. "Inaugurado en enero de 1995, tres años después me lo cerraron y estuve en una disyuntiva muy grande: irme o no del país. Decidí quedarme y seguir trabajando de manera ilegal durante 14 años más, hasta 2009, cuando volvieron a dar licencias. Lo hice sin afán de desafiar a nadie, sino con el de la supervivencia, desde el derecho que toda persona tiene a vivir. Ahora cumplimos 20 años, y el reto es seguir creciendo con alegría y ayudando al país".
Pese a tanta dificultad, no cesan las iniciativas formales e informales que crean nuevos discursos y aperturas al conocimiento en clave femenina. Mirta R. Calderón, reconocida periodista y una imprescindible de la Revolución y de la historia reciente del feminismo cubano, impulsó en 1993 el grupo Magín, espacio de aprendizaje y reflexión compuesto por mujeres comunicadoras sociales y otras profesionales que introdujeron la categoría de género en el análisis social y propuestas muy valiosas para abordar la discriminación femenina. La herencia de esa hermosa, valiente y truncada iniciativa puede verse en trabajos en diferentes ámbitos, como el Proyecto Palomas, productora de audiovisuales para el activismo social dirigida por Lizette Vila.
El 17 de diciembre de 2014 fue una fecha histórica para la normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EEUU. La sociedad cubana vive el deshielo político con el poderoso vecino entre la esperanza de una mejora económica a corto plazo y el escepticismo por la previsible lentitud en los cambios. Sí hay consenso en la alegría por el cese de la intransigencia política desde ambas orillas, lo que permitirá aliviar el dolor de tantas familias divididas por la ideología y la crisis económica.
Niuska, que conoce el 'mundo desarrollado', concluye: "Ojalá podamos prosperar sin perder la alegría de vivir y nuestro compromiso. He visto mucha aridez ahí fuera, con tanto desarrollo tecnológico que cada vez aísla más a las personas. Es malo no tener internet (Cuba tiene la tasa más baja de acceso de América Latina) porque te privas de cosas importantes, pero quizá por eso aún no hemos perdido la comunicabilidad, el encuentro de verdad. Ese nivel de vacío personal ahí fuera... No quiero un futuro así para mi Cuba bella".
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