¿Vuelve Fidel?
Ocurrencias de las redes
José Luis Rumbaut López He visto muchos comentarios sobre un documental de CNN que narra interioridades del viaje de Fidel Castro a la ONU en 1979 para comparecer como presidente del Movimiento de Países No Alineados, tal vez el momento más importante de su larga carrera política. He visto cómo los ánimos se caldean y algunos sacan sus armas, listos para cortar cabezas.
¿Cuáles cabezas? Cualquiera, no importa cuál. Lo importante para muchas personas es mantener el machete en alto, así como el escudo de los conocidos “CDR” (Comités de Defensa de la Revolución). No llegan a bajarlo, pero mantener la guardia en alto permite muchas cosas, entre ellas que no nos entendamos nunca. Este documental es un ejemplo, es algo que sucedió hace 35 años y es inédito como espectáculo y como información.
Allí se muestra un Fidel Castro íntimo, se trata de dar la visión del hombre, de la persona y de un periodista sagaz que agarra al aire los intereses del cerrado mundo del comandante y hurga, saca, exprime la personalidad y los criterios de un hombre que se posó en la historia sin bajarse en toda la segunda mitad del siglo pasado.
Pero es un hecho antiguo, y el mayor valor que tiene es el histórico. La historia hay que entenderla, analizarla, estudiarla. Si no comprendemos la historia, no podemos entender las claves del futuro, para nadie. No lo entenderán los que no quieren a Fidel Castro, ni los que quieren perpetuar el Fidelismo sin Fidel. Los hombres son hijos de su tiempo, y el tiempo es de las pocas cosas que no es repetible.
Entre los comentarios de las redes, uno me llamó poderosamente la atención: “¿Tres programas de CNN con el Dictador? ¿Vuelve Fidel?” y no era del Lumpen, o sea, no era broma. Se trataba de un preocupado porque el anciano líder se quite el sombrero y salga de sus sembrados de moringa en “Punto Cero” para volver a dirigir los destinos de la nación cubana. Tal vez algunos se escandalizaron porque ya Raúl Castro dijo cuándo se iba pero no quién quedaba. Y algunas cabezas están tan afiebradas que ya ven el uniforme verde olivo planchado al lado de la cama.
No, Fidel no vuelve. Como es historia, convive con casi todos. Sí, convive en la mente de sus seguidores y en los desvelos de sus enemigos, que no son solo sus contemporáneos como algunos pretenden decir; hay renovadas hornadas de anticastristas que parece han llegado al baile tarde pero insisten en las mismas fracasadas acciones para cambiar el Gobierno que no está ya en manos de Fidel Castro. También hay seguidores que no conocieron al líder cubano cuando estaba en el poder porque eran muy pequeños aún para eso. O sea, hay renovación en ambos lados.
La historia no se repite aunque algunos pensamos que es como una espiral, pasa por el mismo lugar sin tocarlo, tal vez un poquito más arriba. La convicción de que Raúl Castro abandona el poder en febrero de 2018 parece ser una decisión política y humana. No creo que la edad le permita a él ni a otros que hoy están en el Gobierno activo las necesarias energías que demanda un país que impone cambios. No creo que esto sea mayormente una decisión política, creo que es una decisión de salud. Pero también curará en salud la política cubana de los próximos años.
Pero a todos nos preocupa quiénes quedarán una vez que esta generación esté totalmente en retiro. Una jubilación tardía, que no elude las preocupaciones sobre las redes reales del poder, ni evita que los que tenemos edad para pensar en el futuro nos ocupemos en diseñar el país que mejor vemos en un futuro. Una realidad es clara: este país no será igual. Y lo distinto que quede será producto de la gestión de todos los grupos que sincera y conscientemente trabajen por él, por cambiar el rumbo en picada de una economía muy poco saludable, de una sociedad fragmentada y carente de ilusiones sobre su propio suelo.
A la hora de los hornos, como nos advirtiera el maestro, es necesario tener un plan, estar listos, dejar atrás las viejas rencillas y mirar con aplomo el futuro, con la ilusión de forjar, con la responsabilidad de construir bases para un país que será necesariamente distinto y fundamentalmente plural, por tanto, ni de unos y de otros, sino (y eso si tenemos un poco de suerte y dejamos atrás viejas historias) un poquito de cada idea.
Si las ideas no convergen con los intereses comunes, si seguimos juzgando la historia con el sesgo del egoísmo sin tener en cuenta que por delante están el país, el contexto y su propia existencia, si no atendemos que los problemas del hoy y los que se avecinan en el futuro estarán por encima de ideologías y tendencias, entonces seguiremos la bronca encima de las cenizas de lo que quede de esa nación. En ese momento, lo he escuchado en la España actual con el caso de Franco, muchos dirán: ¡qué bueno si volviera Fidel!! Otros dirán: ¡¡la culpa es de Fidel!! Y todos seguiremos atollados en el pasado que impedirá formar la nación que merecemos.
Los comentarios sobre el excelente documental de CNN vaticinan que la Cuba post Fidel no será diferente si no dejamos atrás los temas que nos dividen y atendemos las necesidades de las mayorías, y lo que hoy es imprescindible. Si no lo hacemos de una vez, será la historia (y nuestros hijos que la escribirán) quienes nos pasen la cuenta.
José Luis Rumbaut López
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