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De: cubanet20 (Mensaje original) |
Enviado: 30/11/2015 17:43 |
Los cineastas se movilizan contra la censura
Juan Carlos Cremata durante la reunión del G20 el pasado sábado con una camiseta en la que pone "censurado"
Por Luz Escobar / Desde La Habana / 14yMedio El grupo de cineastas G-20 votó de manera unánime, en una reunión celebrada el sábado, a favor de apoyar al cineasta y dramaturgo Juan Carlos Cremata mediante la redacción de una carta que denuncie la censura de su obra y la campaña de difamación en su contra.
La reunión tuvo su momento más tenso cuando un funcionario del Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficas (ICAIC) intentó sacar del local Fresa y Chocolate al activista Eliécer Ávila, que había acudido a la convocatoria pública.
Casi al final de la jornada, justo antes de proceder a la votación, el director del ICAIC, Roberto Smith, y otro funcionario del instituto, Ramón Samada, intentaron expulsar al líder de Somos+ alegando que se trataba de un "contrarrevolucionario". Varios cineastas argumentaron que la reunión era "abierta al público" a lo que Samada respondió: "Sí, pero no para los contrarrevolucionarios".
El crítico Enrique Colina, que participó en el acto como panelista con la lectura de sutexto Sobre la censura y sus demonios, zanjó el incidente diciendo que no es facultad de nadie expulsar a uno de los presentes, "mucho menos ahora", argumentando que estaban creando un problema distinto al que se estaba discutiendo.
Smith, precisamente, había dado lectura a unas cuartillas antes de comenzar la intervención de los ponentes en las que conminaba a "continuar defendiendo al ICAIC como un espacio para el debate de las ideas más complejas, abierto a la pluralidad de criterios". El director del ICAIC reconocía ahí mismo que a pesar de que todos los presentes "viven una misma realidad, los puntos de vista pueden ser diferentes, contradictorios o antagónicos".
La discusión estuvo moderada por Ernesto Daranas, director de la premiada películaConducta, y por el narrador, ensayista y guionista Arturo Arango. Después de ellos, intervinieron los tres panelistas invitados. Colina leyó su texto y Arango el artículoFenomenología de la autocensura en Cuba, del segundo ponente, Juan Antonio García Borrero, que no pudo llegar desde Camagüey. El tercero de ellos fue el periodista Dean Luis Reyes, conductor del programa televisivo Secuencia.
Uno de los temas tratados fue la crisis que sufre el género documental en Cuba. Dean Luis Reyes destacó El tren de la línea norte, que "aspira a revelar la crisis de los pueblos cubanos" y cuyo rodaje "fue afectado por la intervención policial y de la Seguridad del Estado". A pesar, explicó, de que trabajaban con "los permisos necesarios, los realizadores debieron sufrir acoso, incluso, amenazas".
El cineasta Jorge Luis Sánchez rememoró el ICAIC "que ya no existe" y habló de la presencia en los medios de un "obcecado triunfalismo" y "la persistente miopía de cargar sobre las personas las ineficiencias del sistema". Sánchez lanzó un llamado a "no escandalizarse más por la obra artística, sino por el diseño disparatado de la realidad" y comentó la difícil y compleja "realidad de un país donde para vivir hay que acudir a la ilegalidad porque la institucionalidad casi nunca funciona bien".
Por su parte, el crítico y profesor Gustavo Arcos fue directo al grano: "Si tenemos películas censuradas y si en esa censura participa el ICAIC, hay que empezar a definir", apuntó. Arcos entiende que es un sinsentido tener discusiones "sin tener delante a las personas que tienen que ver con este asunto" y resaltó la importancia de tener una contraparte para que el diálogo no quede estancado.
Arcos pidió que las autoridades expliquen por qué consideran que el cine que censuran está "contra la Revolución". Después de admitir que "todos hemos estado demasiado pacientes, esperando", propuso pasar a implementar un "plan B de acciones fuertes".
La cineasta Belkis Vega contó su largo peregrinar para toparse con quien había censurado un trabajo suyo sobre la ayuda militar a Angola. Denunció el silencio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de cómo fueron manipuladas las asambleas de cine en el último congreso al crearse una "comisión de candidatura" que censuró nombres aprobados por las asambleas e impuso otros que nadie había propuesto.
Vega confesó sentirse asustada ante la campaña difamatoria contra Cremata y de lo que parece una "cacería de brujas". Además, llamó la atención sobre quienes le atacan en foros y a través de artículos bajo pseudónimo y que manejan datos que "solo puede tener la Seguridad del Estado".
El dramaturgo Norge Espinosa tomó la palabra por su "cercanía con el tema de Cremata" y por todo lo que este caso "ha ido desatando en el resto del teatro cubano". Espinosa recordó la "guerrita de los e-mails" en 2007, que propició un ciclo de encuentros, pero no salió nada en la prensa sobre las reuniones de los intelectuales.
Asimismo, denunció que lo ocurrido con el director de Nada, quien este sábado llevaba una camiseta con la palabra censurado, ha "estremecido a la escena cubana en las últimas semanas". Espinosa lamentó que esto no haya supuesto "ningún respaldo" en el "movimiento teatral, que está representado por la UNEAC y el Consejo de las Artes Escénicas", pero aseguró que este caso crea un "precedente" y manifestó su alegría de que "los cineastas cubanos se estén reuniendo de la manera que la gente del teatro no ha sabido hacerlo".
Colina retomó la palabra para insistir que en el caso de Cremata había que hacer "algo concreto, una declaración de que protestamos" como grupo y "lanzarla a los medios", porque "Cremata somos todos nosotros".
La carta en apoyo acordada se hará pública en el blog de Juan Antonio García Borrero y en la página de Facebook de Cineastas Cubanos. Notas de Eliécer Ávila, sobre un incidente absurdo Durante la última semana me llegó por tres vías diferentes la invitación a participar en la Asamblea del G20. El G20 es un grupo independiente de prestigiosos cineastas cubanos que han tomado la iniciativa de impulsar una Ley de Cine que les de garantías para desarrollar su trabajo como creadores, en un marco de derecho para el ejercicio libre de la responsabilidad individual.
Como joven cubano, cinéfilo, intruso independiente en la creación audiovisual y con intereses políticos, me pareció sumamente interesante poder escuchar a los artistas cubanos en su legítima defensa contra la censura y los obstáculos que desde el sistema y las instituciones afectan sus obras.
La tarde parecía ser muy disfrutable, así que animé a mi esposa y a dos de mis grandes amigos a pasarnos por el lugar del encuentro y luego tomarnos unos helados en la recién inaugurada cafetería de 23 y 2.
Antes de salir de casa mi esposa me preguntó si debíamos llevar la cámara o algo para anotar. Le dije que no, que éste era un espacio para ir a aprender y escuchar a gente de mucha experiencia que por años han sido magos para hacer realidad sus proyectos y que por fin hoy se han juntado para construir un legado mucho más respirable para las nuevas generaciones de creadores.
Consecuente con esa idea de no hacerme notar ni distraer a nadie, nos sentamos en una esquina del local, fuera del foco principal de la actividad. Al ser de los primeros en llegar, fue inevitable que saludara a algunos de los cineastas que ya conocía y también me hizo un gesto amable un señor alto y grueso con una camisa de cuadros azules chillones que luego alguien me dijo asombrado, “ese es Roberto Smith, el director del ICAIC”.
Empieza la asamblea precisamente con las palabras de el mencionado Director, de las que se me quedó pegada una frase: “el derecho de las instituciones a decir SI o a decir NO”, sobre lo que de debe exhibir públicamente. Luego se leen tres sendos textos. Uno es la carta de Enrique Colina inspirada en la expulsión de Cremata y la censura a su obra. Otra de alguien al que cariñosamente le llaman “Juani” en el gremio, camagüeyano que no pudo llegar para estar presente en la actividad y el tercero de un joven crítico de arte muy elocuente que aparece en el programa Secuencias de la Televisión cubana.
Los tres textos, aunque extensos, reflejaron de una forma magistral tres visiones distintas pero coincidentes en esencia sobre la problemática de la producción artística y cinematográfica, tanto en sus aspectos históricos como actuales, pero más allá de eso aportaron luz sobre las causas eminentemente políticas del conflicto entre creadores e instituciones.
Con altura y elegancia profesional e intelectual, allí escuché criterios mejor formulados y de mayor peso político que en la mayoría de las reuniones de la oposición en las que yo haya participado. Fue tan aplastante el despliegue de argumentos, datos, y análisis que el señor Director ya no podía dejar de hacer unos gestos de nervio con la boca y la cara se le ponía cada vez más colorada. Pero a él y a los dos o tres funcionarios que lo acompañaban lo que más le molestaba no era la paliza moral y ética que allí le estaban propinando, ni la claridad inédita con que se cuestionó con nombres y apellidos al gobierno cubano y sus sensores. Lo que no pudieron soportar los “cuadros” es que yo estuviera escuchando. Pues la evidencia dejaba claro que somos muchos más, somos casi todos los que pensamos distinto al poder.
Cuando ya la cosa parecía que no podía empeorar le pasaron la palabra al que quisiera hablar. Y de nuevo, otros cineastas y especialistas de la industria se sumaron al aguacero de cuestionamientos expresando además la frustración de tres años de gestiones “por los canales establecidos” sin resultado a la vista ni interlocutor que se haga responsable del tema. En éste punto, se pasó al escalón siguiente como paso lógico en cualquier lucha cívica. Aparecieron las propuestas de emprender acciones de distintos tipos para presionar y curarle la sordera voluntaria a Raúl Castro, Miguel Díaz Canel, Abel Prieto y un tal Alfonsito de un tal departamento Ideológico que lo he oído nombrar durante toda mi vida y jamás para bien…
Dentro de las propuestas de acciones, estaba la de redactar una declaración como grupo, filmar unos videos denunciando la situación e incluso la de hacer una protesta pública. Ya no solo para exigir lo de la Ley de Cine sino de paso para apoyar a Cremata y a otros creadores vergonzosamente vilipendiados en los últimos meses.
Llegado este punto, yo seguía sentado en mi esquinita escuchando con atención y maravillado de cómo un grupo de personas preparadas y de buena voluntad podían organizarse en defensa de sus derechos sin influencias de nadie, movidos únicamente por su sentido elemental de justicia y su verdad.
Casi terminada la reunión, cuando ya se iba a proceder a la votación final para decidir cual de las acciones se realizaría en primera instancia. Nadie se había percatado de que hacía unos minutos el Director había abandonado la sala nada más y nada menos que para llamar a la Seguridad del Estado y decidir de conjunto cómo dinamitar la reunión que hasta ese momento había sido impecable e histórica. Para desgracia mía, lo único que se les ocurre es ir a mi esquinita a intentar sacarme del lugar, bajo la novedosa acusación de ser un “contrarrevolucionario”.
Esto me lo comunica el propio director, que al menos por respeto, debería estar escuchando a los cineastas y poniendo atención a sus propuestas. Pues para eso lo invitaron allí. Si, porque él realmente era un invitado más a la asamblea, sin derecho alguno a expulsar a nadie ni hablar a nombre de todos los presentes. Al provocarse la algarabía para expulsarme varios de los artistas se acercaron a manifestar su desacuerdo con el oportunista expulsador, pues se suponía que el evento era abierto y así se hizo saber por distintas vías, sin contar que mi actitud como espectador era impecable. Además, ya se había tomado el acuerdo de publicar lo allí transcurrido en un blog de uno de los cineastas, así que resultaba en extremo incoherente negarme la posibilidad de escuchar lo que en definitiva se iba a hacer público.
De hecho en la asamblea estaban presentes varias personas que no eran cineastas ni pertenecían al grupo fundacional. Uno de ellos acababa de hablar y su intervención significó un excelente aporte al encuentro.
Viendo que no tenían cuórum que los apoyara sino todo lo contrario, los “cuadros” y dos segurosos que enseguida se me pegaron, tuvieron que conformarse con pararse como estacas delante de mí mientras los cineastas contra viento y marea burlaban el sabotaje y hacían su votación.
En unos pocos segundos, como si estuviera viendo una película fruto de la imaginación de cualquiera de los presentes, tenía ante mis ojos los personajes exactos que durante toda la tarde habían sido descritos en cada intervención… Estos personajes no escucharon nada de lo allí expuesto, y en total sintonía con su espíritu natural arrogante e intolerante no solo irrespetaron la asamblea sino que para completar el absurdo, intentaron hacer cómplices a los presentes de un acto de represión que constituye el motivo exacto de la propia existencia del G20.
Terminado todo, una funcionaria que acompañaba al director me dice que si puede hablar conmigo aparte, le digo que encantado y me plantea que: “tu presencia aquí frustra el diálogo entre los cineastas y la institución” yo la miro de verdad con lástima, pues no concibo que en la cabeza de alguien sano quepa la idea después de tantos años de luchas infructuosas, de que mi presencia hoy es la causante de la falta de honor, responsabilidad y vergüenza que han manifestado los dirigentes aludidos. Creo que si bien el Director encarnó perfectamente el papel de censor, esta buena señora protagonizó el de la autocensurada. En ambos casos estuvieron de premio…
Gratificante después del mal rato fue el saludo de varios de los cineastas, actores, escritores y críticos presentes. A los cuales felicité de todo corazón por haber ganado este espacio. Ellos me decían que no estaban satisfechos, y los entiendo. Pero creo con toda sinceridad que están varios pasos delante de muchos otros gremios. Los maestros, ingenieros, abogados, médicos, periodistas y muchos otros sectores profesionales que sufren el mismo problema y otros adicionales ni siquiera han dado el primer paso para unirse y protegerse unos a otros.
Yo creo que este grupo de cineastas ya está escribiendo una página importante de su legado en defensa de la dignidad de todos los cubanos. Ojalá sirvan de inspiración y ejemplo para muchos.
Espero que me sigan invitando a sus asambleas pues yo me porto muy bien. Al que no deben invitar más es a Robertico que se pone nervioso y nos destroza la actividad… Un abrazo, Ing. Eliécer Ávila
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Arrecia la censura: el cine es para los “revolucionarios” El ICAIC ha emitido una declaración donde limita el debate actual
Juan Carlos Cremata, cineasta y director de teatro cubano, censurado y separada de su trabajo por el régimen de los Castro
Cubanet - En una declaración publicada por el portal oficialista Cubarte, la presidencia del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) ha aclarado que “no puede haber lugar en nuestros foros para los enemigos de la Revolución” y restringe las discusiones sobre la censura que actualmente tienen lugar entre los cineastas de la Isla, respecto a una Ley de Cine. El documento no aparece firmado por ningún nombre o cargo.
La nota aparece después de que el fin de semana pasado se diera un debate entre cineastas en el centro cultural “Fresa y chocolate”, donde participaron varios periodistas independientes y figuras de la oposición.
Autodefinido como “la vanguardia de nuestros cineastas”, el ICAIC intenta así poner un límite a los debates que desde hace meses se viene dando entre los artistas del cine cubano. El tema ha cobrado fuerza luego de que al director Juan Carlos Cremata se le censurara la obra “El rey se muere”, lo que provocó polémicas dentro del gremio.
A continuación, CubaNet reproduce el texto publicado en Cubarte:
Declaración de la Presidencia del ICAIC La actual agenda de discusiones del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y la vanguardia de nuestros cineastas ha sido diseñada a partir de las preocupaciones que compartimos sobre el cine cubano, la institución y los creadores, incluida la base jurídica que propicie su desarrollo. El punto de vista del debate que hemos defendido ha sido, es y será inequívocamente revolucionario. No puede haber lugar en nuestros foros para los enemigos de la Revolución. Trabajamos, junto a otros organismos e instituciones del Estado, para encontrarle solución a los problemas de la creación audiovisual, desde una perspectiva anticolonial, antiimperialista y socialista.
El pasado sábado 28 de noviembre rechazamos la presencia de varios mercenarios en el Centro Cultural Fresa y Chocolate del ICAIC, donde se realizaba un encuentro de cineastas junto a su institución. Ninguno de los organizadores los había invitado y su sola presencia constituía una provocación y un acto premeditado para utilizar ese tipo de espacio como plataforma de proselitismo y legitimación.
Ante cualquier intento de distorsionar los resultados del trabajo mancomunado entre los cineastas y el ICAIC, nos sentimos en el deber moral de ratificar nuestro compromiso con la Patria, con la cultura cubana y con la Revolución, sin la cual no hubiera sido posible la existencia del propio ICAIC y de una obra educacional y cultural de emancipación, que es orgullo de nuestro pueblo.
Fiel a los principios trazados en Palabras a los intelectuales, el ICAIC rechazará toda provocación, mantendrá la discusión franca, comprometida y responsable con la vanguardia de los creadores y seguirá siendo consecuente con la política cultural de la Revolución.
Presidencia del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos
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