Mucho de noche, pero poco de buena
La espera de la Navidad transcurrió bajo la incertidumbre y los malos augurios (FotoCubanet )
Por Camilo Ernesto Olivera Peidro | Cubanet
En la Plaza de la Catedral, el público espera a que los portones del templo se abran para poder entrar y acomodarse. La Misa del Gallo comenzará al filo de las diez.
Una pareja me comenta que no ha faltado a ninguna liturgia de Nochebuena en la Catedral de La Habana desde que se conocieron, precisamente allí, hace ya varios años. La mujer resume, con estas palabras, lo que parece ser un sentimiento generalizado: “Lo que nos queda es la fe en Dios, porque la fe en que este país mejore la perdimos hace rato”. Se llama Noemí, y agrega que “si algo se arregla, los beneficiados van a ser ‘los que tú sabes’. No somos los únicos que pensamos así. Fíjate: en estos días el espíritu de la navidad y la alegría por el año nuevo están perdidos”.
Muchos acá están pendientes también de lo que pudiera suceder con los cubanos que están varados en Centroamérica. La cifra aproximada, treinta años después de los sucesos de la Embajada de Perú, ronda igualmente aquellos diez mil cubanos que irrumpieron en la sede diplomática en abril de 1980.
Cena de navidad en clave Wifi
Desde que fueron activadas, las zonas para navegación inalámbrica de internet en la capital son un hervidero de público. Esta Nochebuena ha declinado notablemente la asistencia en los más señalados: L y 23, en El Vedado, y el Parque Fe del Valle en Centro Habana.
Sin embargo, durante el día, los revendedores de tarjetas para navegación Nauta apenas daban abasto. Sobre las 9:30 pm, todavía quedaban varios internautas haciendo su muy particular cena de Navidad en clave de Wifi.
“No me he ido todavía porque hay personas conectadas y me compraran tarjetas”, comenta para este reportero uno revendedor, con la condición de no ser fotografiado o identificado de ninguna manera, dada la ilegalidad de lo que hace. “En la tarde liquidé todas las tarjetas que tenía y regrese con más”, agrega.
En la esquina de N y 23 se escucha el diálogo, Imo mediante, de una mujer joven con su madre: “Mami, tu sabes cómo es esto aquí. No te dicen nada, pero todo el mundo está hablando de que viene otro Periodo Especial. Que en marzo tumban el petróleo desde Venezuela y volverán los apagones. ¡Yo quiero irme!”
Nochebuena en la vieja Habana
El reagettón sonando a todo volumen en varias casas. Posiblemente consiguieron dinero para comprar algo de carne de puerco, mucho ron y cerveza. Una de las fiestas cuenta con la presencia, a corta distancia, de un carro patrullero.
Cuadras enteras, en los municipios Playa, Plaza y Centro Habana se mantienen en la oscuridad y un silencio de velorio. Arterias principales, como las avenidas San Lázaro o Galiano, están menos transitadas que de costumbre. El capitolio permanece completamente a oscuras y el bar Floridita, cuyos precios lo hacen casi exclusivo para turistas, está cerrado a cal y canto.
Muchas familias han optado por reunirse alrededor de una cena discreta en el hogar. Otras, con más recursos, optan por los servicios de la emergente gastronomía privada. En realidad, más importante que la cena, es hablar en confianza sobre el presente y el futuro que se prevé incierto dadas las circunstancias.
La calle Obispo, muestra más movimiento. En los restaurantes, cercanos al corazón del centro histórico, la presencia de extranjeros es mayoritaria.
La Plaza de la Catedral, es un hervidero de cubanos y foráneos. Hay católicos de toda la vida, católicos de la crisis, nuevos ricos. También los infaltables y reconocibles agentes de la Seguridad del Estado. El Arzobispo de La Habana Jaime Ortega Alamino, ofrece la misa. Habla sobre los peligros que acechan al mundo actual, las guerras, el terrorismo.
Se refiere a como, en los países árabes, las mujeres adúlteras son apedreadas con el beneplácito de las leyes. Se le olvida añadir que en Cuba hay mujeres, las Damas de Blanco, que son golpeadas, detenidas por pensar y actuar pacíficamente pero a contracorriente del régimen imperante.
Como conclusión del acto la comitiva, con el Cardenal Jaime al frente, sale a un costado de la iglesia. Allí, está la representación de un pesebre. El prelado coloca a un “niño Jesús” en el retablo y después dirige unas breves palabras a los asistentes.
Al salir del perímetro de la Plaza de la Catedral, se puede observar como la oscuridad y el silencio son la constante, como los malos presentimientos. La Navidad en La Habana, su tono denso y depresivo, anuncia de qué color podría ser el próximo año 2016 para los cubanos atrapados, al decir de Virgilio Piñera, en la “maldita circunstancia del agua por todas partes”.
*Articulo de Camilo Ernesto Olivera Peidro, publicado en la web de Cubanet
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