El globo de internet se desinfla en Cuba
Los escasos puntos de wifi no dan abasto para el hambre de comunicación con el mundo exterior que tienen los cubanos.
Levanta el móvil y lo coloca frente a sus ojos. Una lágrima le resbala por la mejilla mientras el hijo le cuenta a través de una videollamada que las madrugadas en la frontera “no son tan frías” y que tiene “un colchón para dormir”. Miles de migrantes cubanos, varados entre Costa Rica y Nicaragua, contactan con sus familiares gracias a la tecnología. Las pantallas y los teclados acercan aquello que la geografía separa.
El comienzo del deshielo entre Cuba y Estados Unidos despertó las expectativas de mejoras económicas y cambios políticos en la isla. Junto a esas ilusiones, creció también la esperanza de un mayor acceso a internet. Mientras unos marcaban la fecha del 17 de diciembre de 2014 como el fin de la confrontación diplomática, los más jóvenes la identificaron con un aguacero de kilobytes que se avistaba en el horizonte.
Sin embargo, a un año de anunciarse el restablecimiento de relaciones entre la Casa Blanca y la Plaza de la Revolución, los cubanos no han logrado disfrutar de la condición de internautas plenos. El izado de banderas en Washington y en La Habana no trajo la ansiada conectividad, ni la oleada de nuevas tecnologías que algunos vaticinaron. Pero tampoco el gobierno cubano tiene la capacidad ya de parar el flujo de información que se mueve por las redes informales.
Si hace un lustro el gran vencedor de la censura estatal era una minúscula memoria USB, ahora la gente quiere más. El uso de discos duros externos se extiende y las aplicaciones para móviles y tabletas comienzan a sortear los obstáculos de vivir en “la Isla de los desconectados”. De entre los graduados de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), donde los prepararon para ser soldados informáticos, han surgido quienes ahora elaboran elsoftware para saltarse las dificultades de acceso a la información.
En las aceras, bajo los árboles o en las escaleras que dan acceso a los sobrios ministerios ubicados en La Rampa, se agolpan los clientes de un servicio de navegación inalámbrica inaugurado a mediados del año pasado. A pesar de los altos costos de la conexión, donde una hora de zambullida en la web equivale al salario de dos jornadas de trabajo, cada día un número creciente de usuarios se acerca a sentir la experiencia de estar online.
No importa la edad ni la filiación ideológica, internet es el terreno más democrático que los cubanos han conocido. Lo mismo pueden poner su casa a la venta en un sitio de clasificados, que mantener una videoconferencia con los parientes exiliados al otro lado del estrecho de la Florida. A pesar de los sitios digitales censurados y de las pocas condiciones materiales de las áreas de navegación, quienes se asoman a la web tiene en sus rostros una rara expresión que poco se conoce por estos lares. Están sorprendidos, alegres… vivos.
Cada día, a lo largo de toda la isla, más de 150,000 clientes acceden como promedio a internet, según ha informado la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A (Etecsa). Para una nación con 11 millones de habitantes, han sido habilitadas hasta el momento apenas 58 áreas públicas de wifi y el monopolio estatal asegura que este año quedarán listas otras 80. Una gota en un océano de necesidades.
Esta telaraña mundial que llega trocito a trocito, en nada se parece a los globos aerostáticos que Google proyecta lanzar sobre varias zonas del planeta para conectar a ciudadanos poco favorecidos por la geografía, las carencias económicas o la censura. El Proyecto Loon no podrá ser aplicado en Cuba mientras la información sea para las autoridades como una pesadilla que deben evitar a toda costa.
58áreas públicas de wifi solo han sido habilitadas para una nación de 11 millones de habitantes
Esos balones que surcan los cielos se desinflan al llegar a la isla ante la poca voluntad gubernamental de contar con un pueblo enterado de lo que ocurre dentro y fuera de su territorio. La Plaza de la Revolución propina el pinchazo más rotundo a cualquier intento del gobierno estadounidense de facilitar el acceso de los cubanos a las nuevas tecnologías. ¡Puff! Se desinflan los sueños de conectividad de tantos, por la testarudez de unos octogenarios que apenas saben cómo mover un mouse.
La gran pregunta es si Raúl Castro hubiera dado el paso de abrir unas pocas zonas de navegación wifi, sin la silueta de los globos de Google avistándose en el horizonte. Nunca se sabrá a ciencia cierta, pero no hace falta un algoritmo informático muy avanzado para adivinar la respuesta.