Mujeres que rompieron con la Cuba de Fidel Castro Fueron muy escasas las celebridades del buen arte mundial que volvieron a la isla luego de 1959
Fidel en la entrevista que le realizó la estrella italiana Gina Lollobrigida
Por Tania Díaz Castro | La Habana | CubanetDesmenuzar el libro Cien mujeres célebres en La Habana, de Leonardo Depestre Catony (1953- ), publicado por la Editorial José Martí en 2014, nos revela que la gran mayoría de esas famosas féminas que visitaban Cuba en la primera mitad del siglo XX, no volvieron a hacerlo luego del 1ro de enero de 1959, cuando Fidel Castro se adueñó de la isla.
Pero Depestre, historiador oficialista con más de una docena de libros publicados durante la dictadura comunista y mil artículos en la prensa escrita y digital sobre temas culturales, nada nos dice al respecto.
Sólo señaló el tránsito de las mujeres por nuestra geografía, comenzando con doña Guiomar de Guzmán, hasta la Madre Teresa de Calcuta. También le faltó, entre otras, Jane Fonda, una de las más populares actrices del cine norteamericano.
Examinar la extensa lista –donde puede que falte alguna, tal vez no tan célebre– es como separar en pedazos el libro de Depestre, porque fácil ha sido descubrir que, con excepción de Josephine Baker, que sin los platanitos sí vino a La Habana en 1966 a un evento internacional, después de haber estado en esta ciudad por los años cincuenta en varias actuaciones teatrales, fueron muy escasas las mujeres del buen arte mundial que volvieron a Cuba.
Podemos mencionar a Rita Hayworth, María Félix, Toña La Negra, Libertad Lamarque, Silvana Mangano, Gina Lollobrigida, Carmen Amaya, Lola Flores, Édith Piaf, Imperio Argentina, Berta Singerman, Concha Piquer, Sonja Henie, Silvia Pinal, Esperanza Iris, Renata Tebaldi, Dorothy Dandridge, Singer Rogers, Mercedes Sosa y muchas otras.
Todas habían obtenido en Cuba grandes éxitos con sus actuaciones y murieron años después del triunfo revolucionario de 1959.
También son muchas las mujeres intelectuales, como Simone de Beauvoir y Francoise Sagan, que nos visitaron los primeros meses del triunfo revolucionario y luego no volvieron más. En cambio Eleonor Roosevelt, una gran activista contra el fascismo, y las poetisas Concha Méndez, María Zambrano, María Teresa León, Anaís Nin y Mercedes Pinto, no se interesaron jamás en la dictadura cubana.
Entre todas estas mujeres célebres que aparecen en el libro de Depestre Catony, algunas de ellas llaman la atención.
La bella actriz mexicana Silvia Pinal visitó Cuba en 1987, pero solo para conversar de negocios, como representante de los cosméticos Jenesse. Según se sabe fracasó, y antes de irse recorrió con nostalgia los viejos lugares de la capital, después de 30 años sin verlos.
A otra de las féminas de Depestre, Lorna Burdsall, llamarla célebre es demasiado. Fue una estudiante de baile en Estados Unidos y profesora de aficionados en Cuba que, si obtuvo cierta fama en La Habana, se debió a que era la esposa del Comandante Manuel Piñeiro, más conocido como el misterioso “Barba Roja”. Murió en 2010, y se le recuerda sin penas ni glorias.
Con la bella mexicana Dolores del Río, hay una anécdota algo singular. Nos visitó en mayo de 1959. Fue contratada por el canal de la televisión CMQ por cinco mil dólares para una breve actuación. Ante las cámaras, Dolores olvidó los bocadillos del guion y se desmayó. No volvió más a Cuba. Murió en 1983.
De Mercedes Sosa, el señor Depestre no señaló que en 2003, la genial cantante le dijo a Fidel Castro: “Hasta aquí llegó mi amor”, oponiéndose de esa forma al fusilamiento de los tres jóvenes que secuestraron la lanchita de Regla. No vino más a Cuba. Murió en 2009.
Tampoco Depestre ha dicho nada sobre la siempre ausente novelista Isabel Allende.
Y por último, me pregunto si es correcto incluir a Tamara Bunke, entre las celebridades mencionadas, sólo por haber sido una alemana más que estudiaba en Cuba, luego derrotada y muerta en la guerrilla de Bolivia, junto al aventurero argentino Ernesto Che Guevara.
Valdría la pena volver a desmenuzar el libro de las mujeres célebres de Depestre. Prometo a mis lectores hacerlo con más tiempo en otro momento.
Tania Díaz Castro
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