Falta de fondos expone a los refugiados LGTB a vivir en la calle
La doble desprotección de las personas LGTB demandantes de asilo en Europa vuelve a quedar de manifiesto. Las intimidaciones y, en ocasiones, ataques por parte de algunos de sus compañeros provocan la negativa de los refugiados LGTB de Berlín a ingresar en los centros de acogida. La actual carencia de fondos para alojamientos alternativos que garanticen su seguridad empuja a muchas de ellos a vivir en la calle.
La teoría se aleja de la práctica cuando se trata de proporcionar un hogar a los refugiados LGTB. De acuerdo con las directrices de las autoridades berlinesas, estas personas tienen derecho, por su vulnerabilidad, a recibir alojamiento en habitaciones individuales o dobles de hostales. En la práctica, sin embargo, estas plazas no les son ofrecidas en un primer momento por desconocimiento de los funcionarios o falta de coordinación de las autoridades.
El resultado es que los demandantes de asilo LGTB son asignados a centros de acogida, donde quedan en una situación de inseguridad de la que intentan huir. Para evitarlo, los asistentes sociales los ponen en contacto con la Federación de Gais y Lesbianas de Alemania (LSVD), que intentan buscarles un hogar seguro. La LSVD se encarga de buscar habitaciones para ellos en hostales o en pisos de acogida.
El problema es que los alojamientos disponibles cada vez son más escasos, y la financiación del gobierno regional para alquilar nuevas viviendas tarda en llegar. Cada semana llegan de media cinco solicitudes, y la responsable de LSVD Joana Hassoun se lamenta de que disponen de pisos, pero no de dinero. La federación “tira” de donaciones, pero la hucha está casi vacía.
El horizonte para un posible cambio en este estado de cosas es marzo: en ese mes está prevista la apertura de un hogar de acogida específico para 120 refugiados LGTB en Berlín. Pero hasta tanto, la situación es crítica. “En caso necesario, la gente se queda en la calle”, afirma Hassoun. “Ni quieren ni pueden volver a los centros de acogida”. El acoso y la violencia que denuncian estos demandantes de asilo es motivo más que suficiente.
Un problema generalizado
La llamada “crisis de los refugiados” ha dejado al descubierto la situación de desprotección adicional en la que con frecuencia se encuentran las personas LGTB que huyen de la violencia y la guerra. En Alemania se reciben a la semana entre tres y seis denuncias por agresiones homófobas en campos de refugiados, que a veces incluyen intentos de violación. Una violencia que se ve agravada por la masificación en la que en muchas ocasiones se encuentran los solicitantes de asilo. Una situación similar se vive en Holanda, donde la propuesta de separar a los refugiados LGTB del resto para protegerlos se ha topado con reticencias.
En Canadá, el debate se ha originado a raíz de la decisión del Gobierno de Justin Trudeau de acoger a 25.000 refugiados sirios que no sean varones sin familia, pero haciendo una excepción con los homosexuales. Una medida que no comparten algunos de los implicados, que alertan del peligro de visualizarse públicamente como LGTB al solicitar el asilo en origen, en un entorno en el que ello podría poner en peligro su vida. Una situación, la de estas personas, sin duda muy delicada y que requiere de una reflexión en profundidad para encontrar la mejor manera de ayudarlas sin poner en riesgo su integridad.