Cuba cuenta con un extraordinario recurso: un sistema de educación que valora a cada niño y cada niña. (Aplausos.) Y en los últimos años, el gobierno cubano ha comenzado a abrirse al mundo, y a abrir aún más espacio para que el talento florezca. En pocos años, hemos visto como los cuentapropistas pueden salir adelante, mientras conservan un espíritu netamente cubano. Ser trabajador por cuenta propia no significa ser más como los Estados Unidos, significa ser uno mismo.
Miren a Sandra Lídice Aldama, que decidió comenzar un pequeño negocio. Los cubanos, dice, podemos "innovar y adaptar sin perder nuestra identidad ... nuestro secreto está en no copiar o imitar sino, simplemente, en ser nosotros mismos".
Es ahí donde comienza la esperanza: con la posibilidad de ganarse la vida y construir algo de lo que uno pueda estar orgulloso. Es por eso que nuestras políticas se centran en el apoyo a los cubanos, y no en hacerles daño. Es por eso que nos deshicimos de los límites en las remesas: para que los cubanos tengan más recursos. Es por eso que estamos alentando los viajes, que construirán puentes entre nuestros pueblos, y traerán más ingresos a las pequeñas empresas cubanas. Es por eso que hemos ampliado el espacio para el comercio y los intercambios, de modo que los estadounidenses y los cubanos puedan trabajar juntos para encontrar curas a las enfermedades, y crear puestos de trabajo, y abrir las puertas a más oportunidades para el pueblo cubano.
Como Presidente de los Estados Unidos, he exhortado a nuestro Congreso a levantar el embargo. (Aplausos). Es una carga obsoleta sobre el pueblo cubano. Es una carga para los estadounidenses que quieren trabajar y hacer negocios o invertir aquí en Cuba. Es hora de levantar el embargo. Pero incluso si se levantara el embargo mañana, los cubanos no se darían cuenta de su potencial sin una continuidad de los cambios aquí en Cuba (Aplausos).
Debiera ser más fácil abrir un negocio aquí en Cuba. Un trabajador debiera poder conseguir un trabajo directamente con las empresas que invierten aquí en Cuba. Dos monedas no deben separar el tipo de salarios que los cubanos pueden ganar. Internet debe estar disponible en toda la isla, para que los cubanos puedan conectarse con el resto del mundo (Aplausos) y con uno de los grandes motores del crecimiento en la historia humana.Estados Unidos no limita la capacidad de Cuba para tomar estas medidas. Depende de ustedes. Y puedo decirles como amigo que en el siglo XXI la prosperidad sostenible depende de la educación, la salud, y la protección del medio ambiente. Pero también depende del intercambio libre y abierto de ideas. Si uno no puede acceder a la información en línea, si no puede estar expuesto a diferentes puntos de vista, no alcanzará su máximo potencial. Y con el tiempo, la juventud va a perder la esperanza.
Sé que estos son temas sensibles, sobre todo viniendo de un presidente estadounidense. Antes de 1959, algunos americanos veían a Cuba como algo que explotar, ignoraban la pobreza, facilitaban la corrupción. Y desde 1959, hemos estado boxeando con nuestras sombras en esta batalla de la geopolítica y las personalidades. Conozco la historia, pero me niego a ser atrapado por ella. (Aplausos.)
He dejado claro que Estados Unidos no tiene ni la capacidad, ni la intención de imponer un cambio en Cuba. Cualquier cambio que venga dependerá del pueblo cubano. No les vamos a imponer nuestro sistema político o económico. Reconocemos que cada país, cada pueblo, debe trazar su propia ruta y dar forma a su propio modelo. Pero después de haber eliminado de nuestra relación la sombra de la historia, debo hablar con honradez acerca de las cosas en que yo creo: las cosas en las que nosotros, como estadounidenses, creemos. Como dijo Martí, "La libertad es el derecho de todo hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía".
Así que, déjenme decirles en qué creo. No puedo obligarles a estar de acuerdo conmigo, pero ustedes deben saber lo que pienso. Creo que cada persona debe ser igual ante la ley. (Aplausos.) Todos los niños merecen la dignidad que viene con la educación y la atención a la salud, y comida en la mesa y un techo sobre sus cabezas. (Aplausos.) Creo que los ciudadanos deben tener la libertad de decir lo que piensan sin miedo (Aplausos) de organizarse y criticar a su gobierno, y de protestar pacíficamente; y que el Estado de Derecho no debe incluir detenciones arbitrarias de las personas que ejercen esos derechos. (Aplausos). Creo que cada persona debe tener la libertad de practicar su religión en paz y públicamente (Aplausos). Y, sí, creo que los electores deben poder elegir a sus gobiernos en elecciones libres y democráticas. (Aplausos).
No todo el mundo está de acuerdo conmigo en esto. No todo el mundo está de acuerdo con el pueblo estadounidense acerca de esto. Pero yo creo que los derechos humanos son universales. (Aplausos). Creo que son los derechos del pueblo estadounidense, del pueblo de Cuba, y de las personas en todo el mundo.
Ahora bien, no es ningún secreto que nuestros gobiernos están en desacuerdo sobre muchos de estos asuntos. He sostenido conversaciones francas con el presidente Castro. Durante muchos años, él ha señalado las fallas en el sistema americano: la desigualdad económica; la pena de muerte; la discriminación racial; guerras en el extranjero. Eso es sólo una muestra. Él tiene una lista mucho más larga. (Risas). Pero esto es lo que el pueblo cubano necesita comprender: yo estoy abierto a ese debate público y al diálogo. Es bueno. Es saludable. No le temo.
Tenemos demasiado dinero en la política estadounidense. Sin embargo, en Estados Unidos, todavía es posible para alguien como yo -un niño que fue criado por una madre soltera, un niño mestizo que no tiene mucho dinero- aspirar al más alto cargo de la tierra y ganarlo. Eso es lo que es posible en los Estados Unidos. (Aplausos).
Tenemos desafíos de discriminación racial -en nuestras comunidades, en nuestro sistema de justicia criminal, en nuestra sociedad- un legado de la esclavitud y la segregación. Pero el hecho de que tengamos debates abiertos dentro de la propia democracia estadounidense es lo que nos permite mejorar.
En 1959, el año en que mi padre se trasladó a Estados Unidos, en muchos estados americanos era ilegal que se casara con mi madre, que era blanca. Cuando empecé la escuela, todavía estábamos luchando por eliminar la segregación en las escuelas de todo el sur de los Estados Unidos. Pero las personas se organizaron; protestaron; debatieron estos temas; desafiaron a los funcionarios del gobierno. Y debido a esas protestas, y debido a esos debates, y debido a la movilización popular, es que yo puedo estar aquí hoy, un afroamericano, presidente de los Estados Unidos. El que pudiéramos lograr un cambio se debió a las libertades que disfrutamos en los Estados Unidos.
No estoy diciendo que sea fácil. Todavía hay enormes problemas en nuestra sociedad. Pero la manera que tenemos para resolverlos es la democracia. Así es como obtuvimos atención de salud para más estadounidenses. Así es como hemos hecho grandes avances en los derechos de la mujer y los derechos de los homosexuales. Así es como atendemos la desigualdad que concentra tanta riqueza en los estratos superiores de nuestra sociedad. Gracias a que los trabajadores pueden organizarse y la gente común tener una voz, la democracia estadounidense ha dado a nuestra gente la oportunidad de realizar sus sueños y disfrutar de un alto nivel de vida. (Aplausos).
Ahora bien, todavía nos quedan algunas peleas difíciles. No siempre es bonito el proceso de la democracia. A menudo es frustrante. Lo pueden ver en las elecciones que tenemos allá. Pero deténganse un momento y consideren este hecho: en la campaña electoral estadounidense que está teniendo lugar en este momento hay dos cubanoamericanos del Partido Republicano, compitiendo contra el legado de un hombre negro que es Presidente, mientras aducen ser la mejor persona para vencer al candidato demócrata que, o bien va a ser una mujer, o un socialdemócrata.(Risas y aplausos.) ¿Quién lo hubiera creído en 1959? Esa es una medida de nuestro progreso como democracia. (Aplausos).
Así que aquí está mi mensaje para el gobierno de Cuba y el pueblo cubano: los ideales que son el punto de partida de toda revolución - la revolución americana, la revolución cubana, los movimientos de liberación en todo el mundo - esos ideales encuentran su expresión más auténtica, creo yo, en una democracia. No porque la democracia estadounidense sea perfecta, sino precisamente porque no lo somos. Y nosotros -como todos los países- necesitamos para cambiar el espacio que la democracia nos da. Ella da a los individuos la capacidad de ser catalizadores para pensar en nuevas formas, y reimaginar cómo debe ser nuestra sociedad, y hacerse mejores.
Ya está teniendo lugar una evolución dentro de Cuba, un cambio generacional. Muchos sugerían que viniera aquí y le pidiera al pueblo de Cuba que echara abajo algo, pero estoy apelando a los jóvenes cubanos, que son los que van a levantar algo, a construir algo nuevo. (Aplausos). (en español) El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano. (Aplausos).
Y al presidente Castro –a quien le agradezco estar aquí hoy- quiero que sepa, creo que mi visita aquí demuestra, que no tiene por qué temer una amenaza de los Estados Unidos. Y teniendo en cuenta su compromiso con la soberanía y la autodeterminación de Cuba, también estoy seguro de que no tiene por qué temer a las voces diferentes del pueblo cubano, y su capacidad de expresarse, reunirse, y votar por sus líderes. De hecho, tengo una esperanza para el futuro porque confío en que el pueblo cubano tomará las decisiones correctas.
Y como ustedes, también estoy seguro de que Cuba puede seguir desempeñando un papel importante en el hemisferio y en todo el mundo, y mi esperanza, es que pueda hacerlo como socio de los Estados Unidos.
Hemos desempeñado roles muy diferentes en el mundo. Pero nadie debería negar el servicio que miles de médicos cubanos han prestado a los pobres y los que sufren. (Aplausos). El año pasado, trabajadores de la salud estadounidenses -y militares de EE.UU.-- trabajaron codo a codo con los cubanos para salvar vidas y acabar con el Ébola en África Occidental. Creo que deberíamos continuar teniendo esa clase de cooperación en otros países.
Hemos estado en el lado opuesto de muchos conflictos en el continente americano. Pero hoy en día, los estadounidenses y los cubanos están sentados juntos en la mesa de negociación, y estamos ayudando a los colombianos a resolver una guerra civil que se ha prolongado durante décadas. (Aplausos). Ese tipo de cooperación es bueno para todos. Brinda esperanza a todos en este hemisferio.
Tomamos diferentes caminos en nuestro apoyo al pueblo de Sudáfrica para la abolición del apartheid. Pero el presidente Castro y yo pudimos estar al mismo tiempo en Johannesburgo para rendir homenaje al legado del gran Nelson Mandela. (Aplausos).
Y al examinar su vida y sus palabras, estoy seguro de que ambos nos damos cuenta de que tenemos más trabajo por hacer para promover la igualdad en nuestros propios países: para reducir la discriminación de las razas en nuestros propios países. Y en Cuba, queremos que nuestro compromiso ayude a levantarse a los cubanos de ascendencia africana, (Aplausos) que han demostrado que no hay nada que no puedan lograr cuando se les da la oportunidad.
Hemos sido parte de diferentes bloques de naciones en el hemisferio, y vamos a seguir teniendo profundas diferencias sobre las maneras de promover la paz, la seguridad, las oportunidades y los derechos humanos. Pero a medida que se normalicen nuestras relaciones, creo que podremos ayudar a fomentar un mayor sentido de unidad en las Américas (en español) Todos somos americanos. (Aplausos).
Desde el inicio de mi mandato, he instado a la gente en las Américas a dejar atrás las batallas ideológicas del pasado. Estamos en una nueva era. Sé que muchos de los problemas de los que he hablado carecen del drama del pasado. Y sé que parte de la identidad de Cuba es su orgullo de ser una pequeña nación insular capaz de defender sus derechos, y estremecer al mundo. Pero también sé que Cuba siempre se destacará por el talento, el trabajo duro, y el orgullo del pueblo cubano. Esa es su fuerza. (Aplausos). Cuba no tiene que ser definida por ser adversario de los Estados Unidos, más de lo que los Estados Unidos deben ser definidos por ser adversarios de Cuba. Tengo esa esperanza para el futuro debido a la reconciliación que está teniendo lugar en el pueblo cubano.
Sé que algunos cubanos en la isla pueden tener la sensación de que los que se fueron de alguna manera apoyaron el viejo orden en Cuba. Estoy seguro de que hay una narrativa que perdura aquí, y que sugiere que los exiliados cubanos pasaron por alto los problemas de la Cuba pre-revolucionaria, y rechazaron la lucha por construir un nuevo futuro. Pero hoy les puedo decir que muchos exiliados cubanos guardan recuerdos de una dolorosa -y, a veces violenta- separación. Ellos aman a Cuba. Una parte de ellos todavía considera que este es su verdadero hogar. Es por eso que su pasión es tan fuerte. Es por eso que su dolor es tan grande. Y para la comunidad cubanoamericana que he llegado a conocer y respetar, no se trata sólo de política. Se trata de la familia: el recuerdo de una casa que se perdió; el deseo de reconstruir un vínculo roto; la esperanza de un futuro mejor; la esperanza del retorno y la reconciliación.
A pesar de las políticas, las personas son personas, y los cubanos son cubanos. Y he venido aquí -he viajado esta distancia-- sobre un puente que fue construido por cubanos a ambos lados del estrecho de la Florida. Primero llegué a conocer el talento y la pasión de los cubanos en Estados Unidos. Y sé cómo han sufrido algo más que el dolor del exilio: también saben lo que es ser un extraño, y pasar trabajos, y trabajar más duro para asegurarse de que sus hijos puedan llegar más lejos en América.
Así que la reconciliación de los cubanos - los hijos y nietos de la revolución, y los hijos y nietos del exilio- es fundamental para el futuro de Cuba. (Aplausos).
Uno lo ve en Gloria González, que viajó aquí en 2013, por primera vez después de 61 años de separación, y fue recibida por su hermana, Llorca. "Tú me reconociste, pero yo no te reconocí a ti", dijo Gloria espués de abrazar a su hermana. Imagínese eso, después de 61 años.
Se ve en Melinda López, que llegó a la antigua casa de su familia. Y mientras caminaba por las calles, una anciana la reconoció como hija de su madre, y se puso a llorar. La llevó a su casa y le mostró un montón de fotos que incluían algunas de Melinda cuando era una bebé, que su madre le había enviado hacía 50 años. Melinda diría más tarde: "Muchos de nosotros estamos recuperando tanto ahora".
Se ve en Cristian Miguel Soler, un joven que fue el primero de su familia en viajar aquí después de 50 años. Y al encontrarse con sus familiares, por primera vez, dijo, "Me di cuenta de que la familia es la familia, sin importar la distancia entre nosotros".
A veces los cambios más importantes comienzan en lugares pequeños. Las mareas de la historia pueden dejar a las personas atrapadas en situaciones de conflicto, y exilio, y pobreza. Se necesita tiempo para que esas circunstancias cambien. Pero en el reconocimiento de una humanidad común, en la reconciliación de personas unidas por lazos de sangre y en el creer el uno en el otro, es donde comienza el progreso. En el entendimiento, y el saber escuchar, y el perdón. Y si el pueblo cubano enfrenta el futuro unido, será más probable que los jóvenes de hoy puedan vivir con dignidad y alcanzar sus sueños aquí en Cuba.
La historia de los Estados Unidos y Cuba abarca revolución y conflicto; lucha y sacrificio; retribución y, ahora, reconciliación. Es ya hora de dejar atrás el pasado. Ha llegado el momento de que miremos juntos hacia el futuro (en español) un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, y habrá adversidades. Tomará tiempo. Pero mi tiempo aquí en Cuba renueva mi esperanza y mi confianza en lo que el pueblo cubano puede hacer. Podemos hacer este viaje como amigos, y como vecinos, y como familia: juntos. (en español) Sí se puede.
Muchas gracias. (Aplausos.)