Hace 124 años moría el poeta estadounidense Walt Whitman
Walter Whitman nació en West Hills, un caserío rural de Huntington, en el centro de
Long Island, el 31 de mayo de 1819, muere en Camden, Nueva York, el 26 de marzo de 1892
El 26 de marzo de 1892 el autor de "Hojas de Hierba" dejaba en los Estados Unidos un legado que quedó en la inmortalidad. Walt Whitman no sólo se dedicó a la poesía. También fue periodista, ensayista y enfermero voluntario, labor que exteriorizó su particular visión humanista.
Nació en West Hills, Nueva York el 31 de mayo de 1819. Hijo de madre holandesa, padre británico y el segundo de nueve hermanos.
Creció en Brooklyn en el seno de una familia de bajos recursos, por tal motivo su educación estuvo limitada y tuvo que dejar de asistir a la escuela para trabajar a muy temprana edad.
A pesar de su escasa formación académica, se convirtió en maestro itinerante y más tarde trabajó en una imprenta.
Su trabajo en medio del papel y la tinta le despertó el interés por el periodismo. Trabajó en varios diarios y revistas de Nueva York hasta que en 1846 fue nombrado director del periódico Brooklyn Eagle al cual renunció unos años después por estar disconforme con la línea editorial a favor de la esclavitud que tenía el diario.
La ópera fue otra de sus grandes pasiones que influyó notablemente en su obra poética. En 1848 emprendió un viaje al Sur de los Estados Unidos que sería decisivo para su carrera. Contempló realidades que desconocía y cuando regresó a Nueva York tras esa experiencia abandonó el periodismo y se dedicó exclusivamente a la escritura.
Entre sus poemas se encuentran: "No te detengas", "Hojas de Hierba", "Cosmos", "El himno que todavía canto", "En las sendas no holladas", "A las naciones extranjeras", "No me cierren sus puertas", "Canción para mí mismo", entre otros.
Fue el primer poeta que experimentó con el uso del verso libre, con lenguaje sencillo y cercano a la prosa. Romper con los estándares habituales de la poesía le costó la poca difusión de sus obras en su tiempo, aunque los trabajos se consideraron más tarde casi una vanguardia entre el trascendentalismo y el realismo filosófico.
Su gran obra poética "Hojas de hierba" (Leaves of grass) vió la luz en 1855 y consta de doce poemas. Fue él mismo quien la editó y la llevó a la imprenta.
En medio de la Guerra Civil de los Estados Unidos trabajó como voluntario de ayudante de enfermería en Washington D.C., en esta época orientó su obra hacia el contenido político. Defendía los ideales democráticos y rechazaba el materialismo.
"A MI JUICIO, EL MEJOR GOBIERNO ES EL QUE DEJA A LA GENTE EN PAZ." (W.WHITMAN) A pesar de su precaria situación económica y de la poca trascendencia de sus obras, las críticas favorables de los literatos de la época impulsaron a Whitman a seguir escribiendo. En 1873 abandonó Washington para establecerse definitivamente en Camden, Nueva Jersey hasta su muerte.
Sus últimos años los dedicó a revisar su obra poética y escribir. Su creencia en los valores de la democracia impregnaron toda su obra que se destacó también por el heroísmo, el romanticismo y una búsqueda de la comunión mística entre los hombres y la naturaleza, un rasgo típico del panteísmo romántico de algunos autores de la época.
"No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. SU SEXUALIDAD NO DEFINIDA Whitman es generalmente considerado homosexual o bisexual. Estas opiniones generan controversia y están basadas en su poesía, que retrata el amor y la sexualidad en un sentido mundano e individualista común en la cultura americana previa a la medicalización de la sexualidad a fines del siglo diecinueve. A pesar de que Hojas de hierba fue frecuentemente catalogado como pornográfico y obsceno, sólo una crítica remarcaba la actividad sexual del autor: en un ensayo de 1855 Rufus Wilmot Griswold sugirió que Whitman era culpable de “ese horrendo pecado que no debe ser mencionado entre los cristianos”. Whitman tuvo intensas amistades con muchos chicos y hombres a lo largo de su vida. Algunos biógrafos han declarado que podría no haber llegado a tener relaciones sexuales con hombres, mientras que cartas, partes de sus diarios y otras fuentes son reclamadas como prueba de la naturaleza sexual de alguna de sus relaciones.
Según el biógrafo Reynolds, Peter Doyle sería el candidato más firme para el amor de la vida de Whitman. Doyle fue un conductor de ómnibus a quien conoció en 1866 y fueron inseparables durante largos años. Entrevistado en 1895, Doyle dijo: “Nos hicimos amigos inmediatamente, ponía mi mano sobre su rodilla, nos entendíamos. Al final del viaje no se apeó; de hecho hizo el camino de regreso conmigo”. En sus notas, Whitman disimulaba las iniciales de Doyle usando el código “16.4”.129
Un testimonio directo de segunda mano viene de parte del ilustre Oscar Wilde. El escritor irlandés –famoso por su relación amorosa con un lord inglés, documentada en su carta titulada De Profundis- conoció a Whitman en Estados Unidos en 1882 y escribió al activista por los derechos homosexuales George Cecil Ives que no había dudas sobre la orientación sexual del gran poeta americano. “Todavía guardo el beso de Walt Whitman sobre mis labios” alardeó.130 Las únicas descripciones explícitas de la orientación sexual de Whitman son de segunda mano, por lo que sería aventurado hacer una declaración final de sus preferencias. En 1924 Edward Carpenter, en ese entonces ya anciano, describió a Gavin Arthur –quien a su vez lo documentó en su diario con precisión- un encuentro erótico que tuvo en su juventud con Whitman. Al final de su vida, cuando Whitman fue interrogado categóricamente sobre la posibilidad de que su serie de poemas intitulada Calamus fuera homosexual, sabiamente prefirió no responder.
Otro posible amante de Whitman fue Bill Ducket. Desde al menos el año 1880, Ducket y su abuela, Lydia Watson, subarrendaron su propiedad del 334 de Mickle Street. Dada la proximidad entre las casas, es obvio que Whitman conoció a Ducket como vecino. Su relación era cercana, y el joven usaba el dinero de Whitman cuando éste lo tenía. Whitman describió su amistad como “abultada”. A pesar de que algunos biógrafos describen a Ducket como inquilino, otros lo identifican como amante.135 Su fotografía juntos tiene los rasgos comunes de los retratos de marido y mujer y forma parte de una colección de fotografías del poeta junto a sus jóvenes amigos.
Tuvo otra relación con un joven llamado Harry Stafford, a quien conoció en 1876, cuando éste tenía dieciocho. Whitman se hospedó en la casa de su familia ubicada en Timber Creek y le entregó al joven Stafford un anillo, que más tarde sería devuelto luego de años de relación tormentosa. Stafford escribió a Whitman sobre ese anillo, diciendo: “Sabes que cuando me lo pusiste había sólo una cosa capaz de alejarme, y era la muerte.”
Hay también cierta evidencia de sus relaciones sexuales con mujeres. Fue amigo de una actriz neoyorquina llamada Ellen Grey en la primavera de 1862, pero no se sabe con precisión si fue también algo de carácter sexual. Cuando se mudó a Camden todavía conservaba una vieja foto de Grey y se refería a ella como “una antigua querida mía”. Durante el final de su vida Whitman solía contar historias de sus novias y queridas anteriores y negaba la afirmación del New York Herald según la cual “nunca había tenido una relación amorosa”. Como dejó escrito su biógrafo Jerome Loving, “la discusión sobre la sexualidad de Whitman continuará, no importa las pruebas que surjan al respecto”.
EL FUGAZ ENCUENTRO SEXUAL DE WALT WHITMAN Y OSCAR WILDE Cuando uno vuelve la vista a la cara más morbosa de la historia de la literatura, a veces sorprenden las relaciones que se establecen entre algunos escritores. Hay encuentros tan fugaces que son muy poco conocidos. Encuentros de una noche loca de sexo sin ataduras ni compromisos, como la que posiblemente tuvieron Walt Whitman y Oscar Wilde. Aunque se admiraban mutuamente no se conocieron en profundidad, lo que no les impidió compartir sábanas durante unas cuantas horas, como relata Neil McKenna en su ensayo La vida secreta de Oscar Wilde.
En enero de 1882 Oscar Wilde inicia una gira de conferencias por todo Estados Unidos. En principio cabría pensar que el puritanismo del país no encajaría bien el excéntrico modo de entender la vida del dandy irlandés, pero al hacer la primera parada en Nueva York, una ciudad más cosmopolita y abierta de miras, Wilde entró con buen pie en el nuevo continente. Como su siguiente destino era Filadelfia, Wilde no dejó pasar la oportunidad de visitar a Walt Whitman, que vivía cerca de Candem, en Nueva Jersey.
Wilde, que conocía y admiraba no solo la poesía de Whitman sino al personaje que había detrás, en ese momento tenía 28 años, era joven, alto, delgado, bien afeitado, elegante y estaba en pleno apogeo de su estética más lánguida; Whitman, por su parte, tenía 63 años, aunque parecía mucho mayor, sobre todo a consecuencia de su larga y tupida barba blanca y de su desaliñado aspecto.
De esta manera lo refiere Neil McKenna: «Oscar quería conocer a Walt Whitman, a quien él y muchos otros consideraban el mayor poeta vivo de América. La poesía de Whitman hablaba del poder de la amistad y del amor entre los hombres, sobre todo entre los hombres de la clase trabajadora, y rezumaba homoerotismo desesperadamente».
Así que Wilde aprovechó que el prestigioso editor John Marshall Stoddart conocía a Whitman para concertar una cena con el poeta en su residencia de Candem. Wilde, educado y humilde, se presentó de la siguiente manera: «He venido a usted como con los que se han conocido casi desde la cuna». Y no era para menos, según le contó Wilde a continuación, su madre le había leído Hojas de hierba en voz alta cuando no era más que un niño. Más tarde Stoddart describiría el encuentro de esta manera: «Después de abrazarse y presentarse como Oscar y Walt hablaron de hombres, de lo insípido que era el amor de las mujeres y de lo que otros poetas, en concreto Swinburne, tenían que decir sobre sus gustos».
Whitman abrió una botella de vino de saúco de su cuñada y entre ambos escritores dieron buena cuenta de ella. Una vez acabada, Whitman le propuso a Wilde que subiera a la tercera planta para estar más íntimos. Al ver la situación Stoddart, con mucha prudencia, se ofreció a darse una vuelta y a dejarlos solos durante una hora, a lo que Whitman respondió que no se sintiera obligado a volver en una hora, que podría dejarlos solos incluso dos o tres horas.
De lo que ocurrió en ese íntimo encuentro no se tienen muchos más detalles, pero no es difícil de imaginar. Unos días más tarde Whitman concedió una entrevista al diario Philadelphia Press en la que describió su encuentro con Oscar Wilde con esta franqueza: «Una de las primeras cosas que me dijo fue que lo llamara ‘Oscar’. “Esto me gusta mucho”, me dijo, poniendo su mano en mi rodilla. Me pareció un gran muchacho. Es tan franco, abierto y varonil. No veo por qué se escriben tales burlas sobre él». Wilde fue todavía más explícito al describir la reunión a su amigo George Ives con estas palabras, recogidas en su diario: «Aún tengo el beso de Walt Whitman en mis labios».
"Mis amantes me sofocan, llenando mis labios, densos en los poros de mi piel, empujándome por callejas y locales públicos, llegando a mí desnudos en la noche, gritando por el día desde las rocas del río, balanceándose y gorjeando sobre mi cabeza, llamándome por mi nombre desde macizos de flores, plantas trepadoras, enmarañados bosques, cayendo sobre todos los momentos de mi vida, devorando mi cuerpo con suaves besos balsámicos, sacando sin ruido puñados de sus corazones y dándomelos para que los haga míos".
Walter Whitman
Oscar Wilde y Walt Whitman
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