UN SOCIO, GAY Y LATINO,
QUIERE CAMBIAR LA CULTURA DE GOLDMAN SANCHS
R. Martin Chavez, el jefe de información de Goldman Sachs, en su oficina en Manhattan.
Por Nathaniel Popper - The New York TimesR. Martin Chavez tiene una oficina envidiable, digna de un socio de Goldman Sachs, con una extensa vista de la Estatua de la Libertad. Pero lo que distingue su oficina es la galería de objetos y libros detrás de su escritorio.
Está un regalo que le dio su esposo: una tarjeta enmarcada que dice “Te amo” en braille. También tiene una foto de un terrier llamado Galahad, que Chávez adquirió como un “perro de sobriedad” cuando abandonó el alcohol en los noventa.
Chavez, de 52 años y con una barba gruesa, es diferente a los socios tradicionales de Goldman: plutócratas con el poder en sus mangas que convirtieron al banco en la compañía más alabada, temida y reservada de Wall Street.
La reputación de Goldman sufrió después de la crisis financiera de 2008, cuando Rolling Stone escribió que la compañía era “un gran calamar vampiro que envolvía el rostro de la humanidad”. Y ahora, la carrera presidencial de Estados Unidos, con tintes de mensajes populistas y anti Wall Street, está haciendo eco de la reputación despiadada de la compañía.
Goldman está intentando cambiar esa imagen y también algunos principios centrales de su cultura, como los secretos y los acuerdos por debajo de la mesa. El director ejecutivo de la compañía, Lloyd C. Blankfein, ha dicho que quiere que Goldman sea considerada una compañía tecnológica, y nadie es más importante para estos esfuerzos que Chavez.
Chavez, a quien promovieron hace poco más de dos años para supervisar a los casi 9000 ingenieros de sistemas de la compañía (casi un tercio del personal), quiere que la compañía de 147 años comparta más información y software con sus clientes. Su proyecto principal, Marquee, le da a los clientes acceso a información sofisticada sobre transacciones que antes solo se conseguían mediante una llamada telefónica a algún empleado de Goldman.
La iniciativa ha enfrentado resistencia interna, pero Chavez ha respondido con firmeza, según personas que han sido testigos de algunas de estas conversaciones. “Básicamente, dijo algo así como: ‘Si tu empleo es un trabajo manual y solo estás presionando botones, deberías actualizar tus habilidades ahora’”, dijo Adam Korn, un ejecutivo de finanzas. “Fue bastante directo”.
Para Chavez, la transparencia es una suerte de credo personal. Él exhibe su identidad latina y gay con orgullo, así como los tatuajes japoneses en sus brazos. Las conversaciones con él suelen desembocar en las complejidades de casarse con su esposo, un británico, y criar a su hijo, quien nació mediante una madre sustituta en California. También anima a sus colegas a que sean más abiertos, pues argumenta que puede ser un antídoto a la imagen negativa de Goldman.
Chavez representa las grandes presiones que existen actualmente en la industria financiera. La crisis económica de 2008, y las regulaciones que le siguieron, están obligando a los bancos a ser más transparentes, mejores en tecnología y más eficientes. Esto ha desplazado el centro del poder desde las mesas de dinero, donde estaba antes de la crisis, hacia los programadores e ingenieros, que hasta hace poco habían sido subestimados como los geeks de la oficina trasera.
Chavez, en una foto con su esposo, expresa su identidad gay y latina con orgullo
‘Hay que repensar todo el chasís’
En un lugar como Goldman, donde las prácticas de negocios y la cultura empresarial se han construido durante décadas, los cambios pueden ser incómodos. Charles M. Elson, un experto en gobernanza corporativa en la Universidad de Delaware, dijo que Goldman no está acostumbrada a operar a plena luz.
“Fundamentalmente, están tratando de remodelar un auto viejo”, dijo Elson, quien es el director del John L. Weinberg Center for Corporate Governance, llamado así a partir del dirigente de Goldman en los ochenta. “En este nuevo entorno tienes que repensar todo el chasís”, dijo Elson.
Si los esfuerzos de Chavez son exitosos, él cree que los clientes verán “una configuración muy diferente de la industria de servicios financiero”. Goldman aún tendrá el producto principal de un banco dinero para prestar e invertir, pero piensa que el acceso de los clientes a ese dinero dependerá más de software y menos de los banqueros tradicionales.
Chavez creció en Albuquerque con dos padres que no se habían graduado de la universidad y cuatro hermanos. Los cinco hijos fueron a Harvard. Su madre, una taquígrafa de la corte cuyos padres llegaron a Estados Unidos como inmigrantes de México y España, le dijo a Chávez que, como hispano, “ tienes que trabajar el doble para llegar la mitad de lejos”.
Él se encargaba de las estadísticas para el equipo de básquetbol y leyó toda la Encyclopaedia Britannica. “No tengo idea cómo lo hizo”, dijo hace poco su madre, Rose Chavez.
Pero en su adolescencia había un tema que prefería no tocar: su sexualidad. Se declaró homosexual un día después de defender su tesis doctoral en ciencias de la información médica en Stanford.
La experiencia de estar en el clóset es parte de lo que convenció a Chavez de la importancia de la transparencia. “Puede ser difícil decir que eres gay… o puedes imaginarte que puede ser difícil, lo cual sucede a menudo”, escribió en un memo a sus colegas en 2011. “Pero si eso hace que te contengas, cuando inventes anécdotas sobre cómo pasaste el fin de semana o dónde pasaste tu tiempo libre, no solo tu paz mental se verá afectada, también habrá consecuencias negativas para tu carrera”.
Cuando un reclutador de Goldman lo contactó a principios de los noventa, Chavez se preocupó de que Wall Street no aceptara su sexualidad tan fácilmente como lo había hecho Silicon Valley. En ese entonces, trabajaba para una nueva empresa dedicada al software y tenía poca noción de lo que hacía Goldman.
Durante las entrevistas en el banco, dijo, le impactó la astucia de sus entrevistadores. Y su futuro jefe se lo tomó con calma cuando Chavez le dijo que era gay.
Chavez se metió de lleno en los esfuerzos de Goldman para automatizar su negocio comercial con un sistema computacional, SecDB, que todavía es la columna vertebral de sus operaciones. Dentro de la división élite a la que Chavez fue asignado, la J. Aron & Company, trabajó con Blankfein, el director ejecutivo actual, y Gary D. Cohn, el actual presidente de Goldman.
Pero en esa época Chavez luchaba contra el alcoholismo, un vicio que nació por los excesos de la vida gay nocturna de Nueva York. Mientras estaba en el programa de Alcohólicos Anónimos en 1997, Chavez compró a Galahad, su perro, para que lo ayudara con su sobriedad.
También decidió que quería un cambio de escenario: tomó brevemente un empleo en Credit Suisse y después regresó al mundo de las empresas emergentes y construyó Kiodex, una compañía que escribía software para evaluar los riesgos del comercio energético.
Kiodex enfrentó muchos obstáculos. Primero, explotó la burbuja tecnológica. Después, Chavez decidió colaborar con Enron justo antes de que la compañía energética se fuera a la ruina.
Sean Patrick Maloney, quien trabajó con Chavez en Kiodex, dijo que el estatus de outsider que tiene Chavez le da una creatividad inusual para resolver problemas. “Cuando cruzas las líneas de diferencia en la vida y aceptas cosas que a otros les parecen tabú cambia absolutamente la forma en la que trabaja tu cerebro”, dijo Maloney, quien ahora es un congresista demócrata del norte del estado de Nueva York. “Ve cosas que los otros no ven”.
Aun así, las estrategias de Chávez ocasionalmente saldrían mal. En Kiodex, por ejemplo, Chavez propuso que los salarios de todos fueran públicos. Tom Farley, el jefe financiero de Kiodex en ese entonces, dijo que convenció a Chavez para que no lo hiciera. “El tipo de transparencia que Marty patrocina no es para todos”, dijo Farley, quien ahora está a cargo de la Bolsa de Valores de Nueva York.
Al final, Kiodex se recuperó. Chavez la vendió y se retiró en su casa en Fire Island. Tenía 40 años.
Dios: toma el empleo
En las primeras semanas de su jubilación prematura, Cohn llamó a Chavez y le pidió que regresara a Goldman. Para considerar la oferta, Chavez viajó a un monasterio católico en Nuevo México. En un evento de Recode el otoño pasado, relató cómo, mientras estaba en el baño, Dios le habló y le dijo que regresara a Goldman.
Chavez estaba de regreso en Goldman cuando la crisis financiera ocurrió. Goldman logró recuperarse con mejores resultados que la mayoría de los rivales. Pero ese éxito causó problemas cuando las investigaciones del gobierno revelaron instancias en las que Goldman se benefició del dolor económico del país.
Todavía recuerda que sus amigos y familiares le preguntaban: ¿Cómo puedes trabajar ahí? Era un mensaje que hacía eco en todo el mundo.
La crisis le dio a Chavez una oportunidad para adoptar una estrategia más directa en su trabajo. La compañía fue receptiva frente a sus propuestas para estandarizar y automatizar sus transacciones. Parte de los ahorros de Goldman vinieron de recortes de personal, aunque el banco no provee las cifras exactas.
Estrategas versus ingenieros
En el pasado, los programadores élite de la mesa de dinero estrategas, o “strats”, en la jerga de Goldman habían estado en una división diferente del departamento de tecnología de la información. Cuando Chavez se convirtió en jefe de información, obtuvo el control de ambas unidades y las fusionó, lo cual provocó temores en ambos lados. Los strats se preocupaban de ser subestimados, dicen algunos empleados,y los ingenieros de tecnologías de la información se preocupaban de quedar al margen.
Chavez también comenzó a impulsar proyectos como Symphony, un programa que inició como una forma de comunicación entre los empleados de Goldman. Sin embargo, bajo el mando de Chavez, se convirtió en una compañía independiente. Una atracción del sistema es que podría proveer por lo menos una alternativa parcial a las costosas terminales Bloomberg.
Pero el software, como otros programas de Chavez, debe superar grandes obstáculos antes de alcanzar el éxito. Aún necesita ganarse a las firmas de inversión los clientes más grandes de los bancos y muchos de ellos están indecisos frente a un software que, según ellos, podría darle a los bancos una manera de husmear en sus comunicaciones.
Chavez tampoco ha sido tímido a la hora de presionar a la compañía para que discuta temas sociales. Instó a su departamento de recursos humanos para que expandiera los beneficios de parejas gay antes de que la Corte Suprema de Estados Unidos legalizara el matrimonio gay. Después alentó a Blankfein para que hablara a favor al matrimonio gay.
Aun así, lo reconoce, hay mucho que hacer. En el evento de Recode el otoño pasado, bromeó sobre la falta de diversidad en Goldman.
Estaba en una oficina con un ejecutivo hispano, cuando otro ejecutivo lo visitó. “Abrió la puerta, metió la cabeza y dijo: ‘El 50 por ciento de los socios hispanos de Goldman Sachs están aquí mismo, ahora mismo’”. Ahora la tarea, dijo Chavez, es llevar a Goldman “a un lugar diferente”.