El intelectual cubano contestatario
Reinaldo Arenas es el foco temático de la revista Linden Lane
Cuenta Belkis Cuza Malé, fundadora y directora de la revista que fue René Cifuentes, quien le sugirió la idea
Lo enriquecen varias fotografías con Arenas, una de ellas, de 1974, en el Parque Lenin donde Reinaldo se refugió, huyendo de la Seguridad del Estado
El escritor Reinaldo Arenas, a
quien se le dedicó la edición más reciente de la revista Liden Lane.
Por José Abreu Felippe - Especial El Nuevo HeraldEl número de Linden Lane Magazine correspondiente al invierno 2015, Vol. 34 No. 4, está dedicado íntegramente a Reinaldo Arenas en el 25 aniversario de su muerte. Cuenta Belkis Cuza Malé, fundadora y directora de la revista que fue René Cifuentes, quien le sugirió la idea. Cifuentes fue uno de los entusiastas amigos que estuvo vinculado a la mítica revista Mariel (1983-1985), dirigida por Arenas. Entonces Belkis convocó a un puñado de personas que lo conocieron, que fueron sus amigos, y que compartieron con él en distintas etapas de su vida, para que contaran sus experiencias, anécdotas, lo que quisieran. El resultado es un documento único, muy emotivo, de incalculable valor histórico.
El número abre con una breve nota editorial detallando los propósitos del volumen y enseguida, a manera de pórtico, aparecen varios poemas de Arenas, entre ellos ese memorable soneto que comienza así: “Todo lo que pudo ser, aunque haya sido,/ jamás ha sido como fue soñado”. Le siguen unas breves notas bibliográficas y un trabajo de Juan Abreu titulado Pie de foto, que es una evocación, a partir de la foto que ilustra el texto –Juan y Reinaldo en la playa– de una amistad que siempre estuvo sembrada de libros peligrosos. A continuación hay un interesante artículo de Belkis Cuza Malé titulado Reinaldo y yo, donde recorre los avatares de una amistad que comenzó en La Habana cuando ambos trabajaban en La Gaceta de Cuba. Un texto escrito con el alma y que se hace sentir.
La contribución de Reinaldo García Ramos, que junto a Juan Abreu y Arenas integró el Consejo de Dirección de la revista Mariel, ¿Conocí a Reinaldo Arenas?, es un extenso fragmento de un trabajo, según aclara el propio autor, en preparación, donde intenta una, o varias, aproximaciones a la compleja personalidad del autor de Otra vez el mar. Lo enriquecen varias fotografías con Arenas, una de ellas, de 1974, en el Parque Lenin donde Reinaldo se refugió, huyendo de la Seguridad del Estado. Mi amigo Reinaldo Arenas es el título del trabajo de Nicolás Abreu. Cuenta cómo conoció a Reinaldo –Nicolás no había cumplido los 20 años–, habla de las tertulias del Parque Lenin, pero sobre todo se centra en el juicio al autor de El mundo alucinante, donde figuraba nada más y nada menos que como el único testigo de la defensa. Y de las consecuencias. Un trabajo muy duro que deja una tristeza antigua y algo amargo en la boca.
La contribución de Miguel Correa es Ni para perseguir a uno son buenos, un trabajo rico en vivencias y en anécdotas sobre su amistad con Arenas en Cuba y en el exilio. René Cifuentes en Notas sobre un provocador incluye dos textos inéditos de Reinaldo y los comenta. También presenta varias fotos de su álbum personal, todas excelentes, aunque la que más me llamó la atención es una en la que aparece Reinaldo con un grupo de amigos, en la terraza de un hotel en la playa, preparando un número de la revista Mariel. A todos se les ve jóvenes y triunfantes, una joyita. No hay espacio para comentar todos los trabajos, pero no quiero dejar de destacar el de Orlando Jiménez Leal sobre cómo filmaron algunas escena de Conducta impropia y El grito del desterrado de Manuel Díaz Martínez, impactante, de imprescindible lectura. Tampoco, uno de los más interesantes de todo el número, Reinaldo Arenas por siempre, de Nancy Pérez Crespo, que habla, entre otros temas, de las extraordinarias tertulias literarias que se hicieron en su casa en las cuales participó Arenas. Luis de la Paz narra un encuentro con Arenas poco después de salir de la prisión y Daniel Fernández incluye dos interesantes pasajes sobre Reinaldo de su novela Sakuntala la Mala contra la Tétrica Mofeta. Para no perdérselos.
Por último quiero mencionar el trabajo de Oscar Rodríguez Orgallez sobre su amistad con Reinaldo, la Biblioteca Nacional y el amor por los libros, muy hermoso; y el de Héctor Santiago, Reinaldo Arenas, las cucarachas yo, enjundioso y lleno de vida, de amistad y de historia compartida. Todos los artículos van acompañados de fotos, la mayoría inéditas. Además, Lázaro Gómez Carriles incluye dos estupendas fotos y Suzanne Jill Levine cuenta de un alucinante viaje a Cayo Hueso en compañía de Arenas y la fotógrafa Lydia Rubio y lo ilustran con magníficas fotos (incluida la de la portada). Hay otras ilustraciones de Clara Morera, Gilberto Ruiz y Armando Gómez. En fin, un número hecho con amor para los admiradores de Arenas y una joya para coleccionistas.
La revista se puede adquirir a través de Amazón,