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General: Bahía de Cochinos: Con el orgullo del deber cumplido
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 17/04/2016 20:09
Con el orgullo del deber cumplido
La Brigada 2506 estuvo compuesta por unos
2,000 jóvenes con una edad promedio de 22 años
Perdió a 110 cubanos, y a cuatro estadounidenses que eran instructores
 
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Manuel Artime (izq.) junto a otros dos integrantes de la Brigada 2506. Archivo el Nuevo Herald
Han pasado 55 años de aquel 17 de abril de 1961
              Julio González Rebull -  El Nuevo Herald
Estamos de nuevo en esa época del año en la que se reviven los recuerdos y el dolor del fracaso causado por el abandono de nuestros aliados en la invasión de Bahía de Cochinos por la Brigada 2506.

Nunca nos cansaremos de señalar cuántos males se hubieran evitado a nivel mundial si entonces se hubiera logrado la libertad de Cuba; pues sin lugar a dudas la Cuba de los Castro ha sido exportadora de guerrillas y de doctrina marxista para subvertir el orden en varios países democráticos de América Latina.

Corría el mes de diciembre de 1960 cuando mi amigo y jefe civil de la Brigada, Manuel Artime, me dijo que Alberto Valera, mi compañero de transmisiones en Radio Swan y yo, teníamos que irnos a los campamentos para cumplir una misión. Así el 16 de diciembre partimos hacia lo desconocido. Despedirme de mi madre fue lo más terrible. Hacía sólo dos meses que ella estaba en Miami, vivíamos en un pequeño apartamento en el suroeste de la ciudad y ella padecía de culebrilla. Entre lágrimas y preguntas nos despedimos, ella no podía entender por qué la iba a abandonar en esas condiciones.

Mi jornada comenzó sin saber adónde iba. Artime y Eduardo Hernández “Guayo” me llevaron a una casa de seguridad en Coconut Grove. Por el camino veía las preparaciones para la Navidad y pensaba: qué indolencia la de la gente, Cuba se desangraba, cientos habían sido fusilados, otros estaban presos y qué pocos éramos los que habíamos decidido hacer algo.

De la casa de seguridad salimos en un camión cubierto. Llegamos a un hangar cerrado 40 minutos más tarde. Después de tomar un café, un avión C54 sin ventanas nos llevó cuatro horas más tarde a nuestro destino: Retalhuleu, Guatemala.

Pasamos largos meses de entrenamiento, realizamos misiones antes de la invasión, sólo la protección de Dios hizo que no hubiera muertos. Nuestra misión era lanzar armas en el Escambray y en la Sierra Maestra, donde había focos de rebelión. En distintas ciudades lanzábamos octavillas anunciando que pronto vendría la liberación. En una de esas misiones especiales a fines de enero, salimos en un B26, con Chirino Piedra de capitán, Nildo Batista de copiloto y yo de PDO. Mis compañeros llenaron el compartimento donde yo iba en la cola del avión con palos, piedras y volantes para lanzarlos. Dimos dos pases sobre el cuartel de Artemisa para cumplir nuestro objetivo. Recibimos ocho impactos de las ametralladoras antiaéreas, el loran quedó inutilizado y nos quedamos sin electricidad. De milagro llegamos a Puerto Barrios en Guatemala, no a nuestra base.

La Brigada 2506 estaba compuesta por unos 2,000 jóvenes con una edad promedio de 22 años. Entre infantería, aviación, marina y teams de infiltración el más joven tenía 15 años y ocho meses (fallecido recientemente). La Brigada era una representación perfecta de nuestra sociedad: había negros y blancos, ricos y pobres, militares de carrera y del ejército rebelde, religiosos y ateos; no éramos mercenarios, como tristemente nos calificó la dictadura castrista. Teníamos nuestras diferencias, pero a todos nos unía una causa noble que sentíamos en nuestros corazones.

Han pasado 55 años de aquel 17 de abril de 1961. La Brigada perdió a 110 hombres, y a cuatro norteamericanos que eran parte de nuestros instructores y fueron derribados. A los dos que hicieron un aterrizaje forzoso los mataron cobardemente.

Nuestra infantería pasó varios días sin apenas dormir ni comer durante la travesía y los días de lucha. Nuestros aviones volaban casi siete horas de ida y vuelta a Puerto Cabezas, Nicaragua. La Brigada peleó con valentía contra una ofensiva de 60,000 hombres, sus aviones volaban en media hora de San Antonio a Playa Girón. A los hombres que se habían infiltrado nunca se les avisó de la invasión.

La metralla del tiempo ha hecho más estragos en la Brigada que las balas comunistas. Todavía nos duelen el abandono y la traición a los cientos de hombres que se entrenaron durante meses con la fe de que nuestros aliados no nos fallarían.

Alguien me preguntaba si había sentido miedo al saltar en paracaídas o participar en misiones, y yo le respondí que el valor nace cuando podemos vencer el miedo.

Me siento orgulloso de haber sido parte de esa juventud que lo abandonó todo y partió llena de fe y esperanza hacia lo desconocido. Cuando besé a mi madre al despedirme, estaba consciente de que quizás nunca más la vería.

Nosotros vinimos para volver. Vinimos para liberar a Cuba, no para quedarnos. Y mientras tanto, no volvimos a ver a la familia, ni pudimos enviarles un centavo, porque no lo teníamos, ni existía la posibilidad de enviar remesas. Ni siquiera podíamos hablar por teléfono porque no nos pasaban las llamadas. El correo postal demoraba meses en llegar o era confiscado.

Los cubanos, y en especial los brigadistas, hemos sido traicionados muchas veces: el 17 de abril de 1961 y cuando la Brigada salió de la cárcel y nos llevaron al estadio Orange Bowl, donde se nos dijo que habría otra oportunidad para la libertad de Cuba. Y en otro 17, pero de diciembre de 2014, sucedió de nuevo, cuando tras 18 meses de negociaciones secretas se tramitó el futuro de nuestra patria entre la Cuba comunista y esta administración. En esos intercambios no hubo exiliados, ni veteranos del clandestinaje, ni de los que se manifiestan contra el gobierno comunista. Ese día sentí que esta administración concedía demasiado a los asesinos que desgobiernan a mi patria a cambio de nada.
Dicen que en 55 años no ha pasado nada, pero sí se han hecho intentos. Donde no ha pasado nada es en Cuba. Siguen los palos a los que discrepan o marchan por los derechos humanos, siguen las personas muriendo en las cárceles, siguen el hambre y el terror.
Como siempre, mi eterno respeto a nuestros mártires, mi afecto a mis compañeros de la Brigada y mi repudio a los que entregan tanto sin condiciones.
Sólo espero que cuando muera el último brigadista, nuestros hijos no dejen que se apague la luz y se lleven la bandera, sino que enciendan más luces e icen más alto la bandera de la Brigada 2506.
 
 
           Julio González Rebull 
               Periodista, Publicista, Miembro de la SIP, Miembro de la Brigada 2506
                                 Vía El Nuevo Herald


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 17/04/2016 20:11
Bahía de Cochinos:
la invasión que pudo evitar más de cinco décadas de dictadura en Cuba
 
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Veteranos de la operación de 1961 cuentan
cómo fracasó por la falta de convicción de Kennedy en la batalla
            Manuel Trillo - Corresponsal en Miami - ABC
El 17 de abril de 1961 pudo haber cambiado la historia de Cuba. Ese día se produjo el desembarco en la bahía de Cochinos, en la costa sur de la isla, de la Brigada de Asalto 2506, integrada por 1.500 cubanos entrenados y financiados por Estados Unidos, que pretendía poner fin al régimen comunista que había implantado Fidel Castro poco más de dos años antes.
 
Pero la falta de convicción del demócrata John F. Kennedy en una operación que había sido impulsada por su antecesor republicano, Dwight D. Eisenhower, le privó del respaldo necesario y frustró sus posibilidades de éxito.
 
De haber triunfado, «nos habríamos ahorrado 55 años de dictadura oprobiosa, tiranía, muerte, sangre y destrucción», asegura Luis González Lalondry, hoy de 82 años y que con 27 fue jefe de Comunicaciones de uno de los batallones que combatió aquel día.
 
Lalondry y otros veteranos de lo que él llama un «desembarco patriótico» recuerdan para ABC desde su largo exilio en Miami lo que vivieron aquel episodio en el que trataron de frenar la dictadura comunista en la isla.
 
El respaldo de Estados Unidos
Desde principios de 1960, las autoridades norteamericanas habían dado luz verde al adiestramiento de hombres con vistas a futuras operaciones contra el régimen de Fidel Castro. El origen de la Brigada 2506 que finalmente se encargaría del intento de invasión fue un grupo de jóvenes estudiantes y ex militares rebeldes de Cuba que se empezaron a concentrar de la mano de la CIA en una isla frente a la costa occidental de Florida, en el golfo de México, desde donde se les envió a formarse en países centroamericanos como Panamá y Guatemala, donde se fueron incorporando otros nuevos reclutas.
 
Uno de aquellos primeros jóvenes era Jorge Gutiérrez Izaguirre, alias «El Sheriff», un alumno de Derecho en la Universidad de La Habana que se instruyó como radiotelegrafista y que fue designado como segundo jefe de un grupo de infiltración que debía tomar contacto con los guerrilleros anticastristas que estaban operando en la isla.
 
A sus 80 años, Izaguirre recuerda como si fuera hoy que a las siete de la mañana del 19 de marzo de 1961, unas semanas antes del desembarco en Bahía de Cochinos y habiendo contactado ya con la resistencia anticastrista, el pequeño grupo con el que se encontraba amaneció rodeado por unos 1.500 soldados del régimen en la provincia de Matanzas.
 
Tras formarse una «balacera», trató de cruzar una explanada y una bala de un fusil belga Fal le atravesó desde la paleta hasta el esternón, perforándole el pulmón derecho, mientras otros compañeros caían fulminados a su lado, rememora mostrando el agujero que el balazo le ha dejado de por vida en el pecho. Cuando intentaba reincorporarse con una granada en la mano, un oficial se dispuso a terminar con su vida. «Hijo de puta, te voy a rematar», le anunció. Sin embargo, cuando apretó el gatillo el arma se le había encasquillado y pudo sobrevivir, explica este antiguo combatiente en las instalaciones de la llamada Casa de la Brigada 2506 en Miami.
 
Izaguirre estuvo después a punto de ser fusilado, pero volvió a esquivar la muerte al suspender Fidel Castro la ejecución de prisioneros. En cambio, acabó cumpliendo 18 años de prisión con trabajos forzados.
 
La aviación castrista, intacta
Una de las claves del fracaso de la operación de Bahía de Cochinos fue que no se pudo acabar con la aviación castrista. Esteban Bovo Carás pilotaba una de las ocho naves que volaron desde Nicaragua el 15 de abril para bombardear la fuerza aérea del régimen.
 
Por una parte, se habían retirado las torretas de ametralladoras traseras para reducir el peso de las naves y aumentar la autonomía de vuelo, lo que les impidió defenderse como habrían podido hacerlo con todas sus armas cuando un enemigo se situaba a su cola. «El primer día, perdimos la mitad del escuadrón», se lamenta Bovo.
 
Por otro lado, tras las primeras protestas de Cuba ante Naciones Unidas, Kennedy ordenó suspender los vuelos de los días siguientes, con lo que buena parte de los aviones castristas quedaron intactos para hacer frente al desembarco. «Eso fue suficiente para acabar con nosotros», recuerda el antiguo piloto de un B-26.
 
El día del desembarco, el 17 de abril, Luis González Lalondry se encontraba a bordo del «Houston» con el Batallón 5, listo para desembarcar con explosivos y las armas para distribuir entre los cubanos que se sumaran a la invasión. Pero a las 9.15 de la mañana, el buque recibió el impacto de un cohete lanzado por un T-33 y el capitán del barco lo lanzó contra la costa para encallarlo y evitar que se hundiera del todo, aunque no pudo impedir que parte de los hombres murieran ahogados o alcanzados por la artillería en la cubierta. Los que llegaron a la orilla, trataron de alcanzar Playa Larga, que fue donde «se combatió más duro», señala. A su juicio, la de la Brigada 2506 fue «una misión heroica».
 
Otro de los barcos, el Río Escondido fue alcanzado de lleno por los bombardeos enemigos, provocando una explosión «gigantesca», rememoraAurelio Pérez Lugones, que ejerció como segundo en el Servicio de Inteligencia.
 
«La idea era que, una vez asegurada la cabeza de playa, aterrizaran los aviones y se surtieran con lo que llevábamos en los barcos y comenzaran a operar desde este aeropuerto», explica señalando sobre un mapa unas pistas próximas a la bahía.
 
Para Pedro Corzo, presidente del Instituto para la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo, «la política primó sobre las consideraciones militares de los encargados de planificar la operación». «Indudablemente el presidente no estaba convencido del todo de la necesidad de ese tipo de acción militar.», señala Corzo, ya que «Kennedy había heredado el plan de su predecesor y lo enmendó, convirtiendo lo que en principio iba a ser una guerra irregular en una de tipo convencional, sin facilitar los recursos que tal tipo de contienda demanda».
                 VÍA ABC.es

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 17/04/2016 20:14

 
   


 
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