|
Alucinación en La Habana Chanel desfila por primera vez en
América Latina con la capital de la Cuba socialista como pasarela
Chanel en la pasarela del deshielo
PABLO DE LLANO - LA HABANA - EL PAÍS
Construido en 1772 por orden del Capitán General Marqués de la Torre, el Paseo del Prado de La Habana fue la noche de este martes escenario de una extraña epifanía: el modisto alemán Karl Lagerfeld, de 82 años, americana de lentejuelas, gafas de sol cuando ya se había escondido el sol, caminando sobre el piso de mármol del paseo con un niño rubio de la mano y con cientos de invitados de élite reverenciando su paso con aplausos.
Cuando Barack Obama y los Rolling Stones estuvieron en marzo en Cuba en la misma semana, se confirmó que en Cuba se había abierto un cambio tremendo. Que el presidente de Estados Unidos visitase el único país comunista de la historia de América y que Mick Jagger se contonease en La Habana décadas después de que su música hubiese sido declarada non grata por la revolución, resultó epatante. Pero lo de esta noche tuvo un cariz más desconcertante, como un avistamiento marciano. Una efímera explosión de lujo en medio de un país que durante la contemporaneidad se ha visto obligado a conocer todas las formas posibles de la austeridad.
Desde el balcón de su casa del Paseo del Prado, el escritor y dramaturgo cubano Antón Arrufat, de 80 años, evaluaba el espectáculo al terminar: “Es un paseo largo y estrecho que permite una mejor apreciación de los modelos al futuro comprador, en este caso imaginario, porque los cubanos no tienen dinero para comprarlos”.
Fue el primer desfile de Chanel en Latinoamérica. La escenografía fue sencilla. El protagonista era el bello paseo colonial. Duró una media hora. Era, en concreto, la presentación de la Colección Crucero 2016/2017, es decir, ropa de alta costura especialmente adecuada para surcar los mares en buques de fantasía, o en general para lucir en tiempos veraniegos, ropas vaporosas, de colores, formas suaves, con un claro toque a la antigua.
Las modelos y los modelos desfilaron como si no fuesen modelos sino elegantes domingueros que habían salido a dar una vuelta, hasta con puro en la boca uno de ellos. Hubo tres modelos cubanas. No caminó la pasarela, aunque hasta la víspera estaba previsto, el modelo local Tony Castro, nieto de Fidel Castro.
Pese a la presencia entre el público selecto de celebridades como Gisele Bündchen, la reina brasileña de las pasarelas, o de la actriz inglesa Tilda Swinton, quien huracanó las emociones de los habaneros fue Vin Diesel, el protagonista de la saga Rápido y furioso, cuya séptima secuela se rueda estos días en la ciudad.
Llegó en un coche antiguo, se bajó, se acercó a la gente, porque sabe que la gente de Cuba lo adora, y en medio del griterío de las muchachitas exclamó: “¡Qué bolá, asere!”, un saludo coloquial de Cuba.
–Dijo qué bolá, asere –se sorprendía un vecino. –Dijo qué bolá, asere –se sorprendía otra vecina.
Eso ya lo había dicho Obama en marzo. Pero, de verdad, Vin Diesel le gana a Obama. Con todo lo entonado que estuvo el presidente de Estados Unidos en La Habana, locuaz, inteligente, suelto de movimientos como lo que en Cuba se dice un Tipo fino,Diesel, por alguna razón, produce un efecto superlativo de jolgorio entre el pueblo cubano. Tan inverosímil como ver la leve y entallada figura de Karl Lagerfeld dando pasitos por la capital de un país que apostó su destino a la filosofía de Karl Marx fue ver a una agente de policía grabando, en un paréntesis en sus funciones, al actor de Hollywood con un teléfono con carcasa de Minnie Mouse.
En los días previos, en La Habana había opiniones de todo tipo sobre el desfile de Chanel. Desde enfoques intelectuales que afeaban el evento como algo frívolo y chirriante en un contexto de carestía hasta los que lo celebraban como una expresión de modernidad, los pragmáticos que lo veían como una forma de lograr ingresos como cualquier otro país y los bastantes que no tenían ni remota idea de que había un desfile.
–El desfile es mañana a partir de las sietetreinta –decía raudo, el sábado, un señor sentado en un banco. Se refería al único desfile del que tenía noticia, el del domingo, Día de los Trabajadores, 1 de mayo.
Otros confundían eventos. –¿Es cierto que van a tirar un coche en el desfile? –preguntaba una joven el martes por la mañana.
–Hija, no, lo de los coches es en el rodaje de Rápido y furioso –la corregía su madre.
Con los tiempos de apertura La Habana se ha convertido en algo parecido al tambor de una lavadora. Una centrifugadora. Tantas cosas sucediendo, tan aprisa, tan raras. Pero el proverbial buen humor cubano todo lo absorbe, pasándolo por un tamiz entre ingenuo y despreocupado que relativiza hasta a Vin Diesel.
–Hace unos meses escuché que iba a haber una pasarela de Chanel y pensé que había oído mal –contaba una académica–. Pero había oído bien. Yo, que un día vi desayunar juntos en un café a Camilo y al Che…
Para la generación que adoró a los guerrilleros Guevara y Cienfuegos, no debe de ser fácil digerir cambios como estos, casi mutantes a sus ojos.
“Es algo delicado para ellos”, opina el modelo en ciernes Miguel Leyva, de 21 años, “pero esto si se hace paso a paso y con demora, no se logra. Tiene que ser rápido y ahora”. “Somos la ciudad de moda, y creo que durante un tiempo seguiremos siendo esa ciudad donde pasan muchas cosas”, comentaba el domingo la diseñadora habanera Celia Ledon, de 33, en una galería de arte donde se inauguró una exposición sobre Lagerfeld y donde Lagerfeld se manifestó por primera vez en su estancia enCuba. Los flashes se abrieron como bocas glotonas, la escena artística habanera y global se apelotilló en torno al octogenario con guantes plateados.
Afuera de la galería, de propiedad estatal pero esa tarde de paso reservado, con lista, se escuchaban expresiones de estupefacción ante aquel insólito ambiente de individuos chic y modelos eslavas del siglo veintidós.
Como decía un taxista uno de estos días a un pasajero local: “Esto es pa vivirlo, no paentenderlo”.
El nieto de Fidel Castro desfila vestido de Chanel en la pasarela del deshielo.
La firma de moda francesa Chanel ha celebrado este martes un desfile en uno de los principales paseos de La Habana, convirtiéndose así en la primera gran marca en enviar modelos a desfilar en Cuba. Entre los espectadores han estado la actriz Tilda Swinton y la modelo Gisele Bundchen, mientras que entre los modelos cubanos ha fgurado el nieto del exlíder Fidel Castro, Tony, quien aspira a una carrera en el mundo de la moda. "Es un orgullo para todos los cubanos que un gran evento como éste se realice aquí", ha dicho Tony Castro, de 17 años de edad, según ha informado la agencia británica de noticias Reuters.
El alemán Karl Lagerfeld, quien ha estado al timón como director creativo de Chanel desde 1983, ha dicho que su última colección 'Cruise' está inspirada en la "riqueza cultural y la apertura de Cuba". Durante una presentación de 25 minutos con música cubana de fondo, los modelos desfilaron por una sección de 160 metros del Paseo del Prado, una frondosa zona con bancos de mármol, farolas ornamentales y tradicionales leones de bronce que conducen a la orilla del mar Caribe.
Apoyos y críticas al desfile Algunos cubanos criticaron el hecho de que Chanel, la segunda marca de lujo de más grande detrás de Louis Vuitton, haya elegido mostrar su nueva línea en un país carente de opulencia material
Las mercancías de la casa de moda no se comercializan todavía en el país, aunque la mayoría de los ciudadanos tampoco podría adquirir un bolso que cuesta miles de dólares. Y es que, alrededor de un 70% de los trabajadores cubanos trabaja para el Estado con un salario medio de 25 dólares al mes.
A pesar de la situación, otros han defendido el desfile. "El hecho de que no me pueda permitir eso, no significa que quiera negar a otros ese lujo. Y ¿quién sabe?, tal vez un día. Es importante para soñar", ha dicho Marilia Véliz, una contable.
La famosa casa de la alta costura ha llevado en años anteriores su glamuroso desfile para presentar su línea "Crucero" a lugares como Dubai, Singapur o Corea del Sur, siempre con apuestas atrevidas para la puesta en escena del show.
Los Rolling Stones ya causaron furor el pasado 25 de marzo con con el concierto de rock gratuito que dieron en La Habana, décadas después de que su música fuera denostada por los "guardianes culturales" del castrismo en los primeros años tras la Revolución.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 3 de 3
Siguiente
Último
|
|
A Chanel le gusta La Habana, pero sin los habaneros
La propia casa de modas pidió que se excluyera a los cubanos del espectáculo
Celebridades y amantes de la moda se congregaron bajo la protección del Estado cubano
Mientras tanto Los cubanos comunes vieron el show atrás de líneas policiacas y a la distancia
Con cientos de agentes de seguridad manteniendo a cubanos comunes atrás de líneas policiacas a cuadras de distancia, los actores Tilda Swinton y Vin Diesel, la supermodelo Gisele Bundchen y las estrellas de la música cubana Gente de Zona y Omara Portuondo observaban espigadas modelos pasearse por el paseo del Prado vistiendo ropa casual de verano que parecía inspirada en la elegancia Art Deco de la Cuba prerrevolucionaria.
El corazón de la capital cubana fue privatizado brevemente por una corporación internacional bajo la atenta mirada del Estado cubano, la presentación de la línea "cruise" Chanel 2016/2017 ofreció un espectáculo asombroso en un país consagrado oficialmente a la igualdad social y el rechazo a la riqueza material.
Chanel agradeció la oportunidad de mostrar sus creaciones en un sitio inusual. "Explorar nuevos horizontes es una manera de encender imaginaciones y renovar la visión de nuestra marca, compartiendo al mismo tiempo la cultura y herencia de los lugares elegidos para nuestros desfiles de moda", dijo la casa francesa de modas en un comunicado.
El desfile fue la manifestación más extrema hasta la fecha del nuevo estatus de moda que ha adoptado Cuba en la escena cultural y artística internacional desde la distensión con Estados Unidos declarada en diciembre de 2014.
El presidente Barack Obama realizó una visita en marzo, el grupo de rock Rolling Stones se presentó en La Habana la misma semana, el lunes atracó un crucero estadounidense en la isla por primera vez en casi cuatro décadas, y se está filmando en la ciudad el nuevo episodio de la multimillonaria franquicia cinematográfica "Rápido y Furioso".
Muchos cubanos dicen que están encantados de que su país se esté abriendo al mundo, ofreciendo a la gente común un atisbo de primera mano a celebridades y superproducciones. Pero el vertiginoso despliegue de riqueza en las calles de La Habana está proporcionando material a muchos que ya estaban desencantados por lo que consideran las promesas incumplidas de una igualdad socialista sostenible en Cuba.
Mabel Fernández, una locutora de radio, llegó cuatro horas antes del inicio del desfile, ansiosa por mostrar a su hija de 14 años una probada de un mundo de moda internacional que la niña ha visto sólo en televisión y películas.
"Estamos muy carentes de este tipo de evento novedoso", comentó. "Que las personas conozcan más de la cultura".
Pero dado que la policía rodeó el área horas antes del espectáculo, prácticamente todos los residentes de la capital fueron colocados atrás de barricadas amarillas y líneas continuas de policías uniformados y vestidos de civil, al menos una cuadra antes de la sede del desfile de modas.
Reinaldo Fonseca, un modelo local, permaneció de pie junto a un grupo de amigos que igualmente están tratando de hacer una carrera en la moda y observaron mientras extranjeros ricos con invitaciones llegaban al evento en sedanes estadounidenses antiguos rentados especialmente para la ocasión.
"Es una lástima que no nos dejen pasar", dijo. El espectáculo terminó con las modelos bailando por Prado al son de una banda afrocubana. Después, los asistentes fueron trasladados en coches antiguos a la plaza de la Catedral en La Habana, una joya barroca del siglo XVIII transformada para servir de escenario a una fiesta con temática de playa, con un gran bar en una choza de estilo tropical y una pista de baile que cubría sus adoquines coloniales.
El director creativo de Chanel, Karl Lagerfeld, de 82 años, llegó en un Ford Fairlane de 1957 en color azul y crema, y avanzó con cuidado hasta la zona VIP, mientras su chaqueta de lentejuelas doradas reflejaba las luces de la pista de baile.
Las modelos bailaron en un breve concierto privado del dúo afrocubano Ibeyi, mientras las camareras entregaban aperitivos y cócteles a los asistentes.
En los últimos años Chanel ha instaurado como costumbre presentar las propuestas de su colección Crucero en paraísos turísticos a lo largo del mundo.
Según la marca, “la riqueza cultural y la apertura de Cuba al mundo hacen del país una fuente de inspiración para Karl Lagerfeld y para Chanel”, por lo que decidieron incluir a La Habana en un recorrido que ya los ha llevado por Miami, Venecia, Singapur, Dubái y Seúl.
Vía Cubanet
|
|
|
|
|