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General: El bullino, la nueva moda en Cuba ...Un peligro para los jovenes
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 11/05/2016 17:38
“Se hace con una lata de refresco o de cerveza,
ahí se mezcla todo, se enciende y se aspira el humo”

crack10.jpg (533×400)
El tráfico y el consumo de drogas en la isla es un problema grave (foto aserequebola)
El bullino, la nueva ‘moda’ en Cuba 
             Ernesto Pérez Chang | La Habana  | Cubanet
“Ahora cuando estemos solos vamos a embullinarnos, quiero partirte pa´ arriba y vamos a matarnos…”, así dice la canción “Mírame”, de Harrison, un reguetonero muy de moda por estos días. No comprendía bien el sentido hasta que unos adolescentes que la escuchaban en un dispositivo móvil me explicaron el significado.
 
“Embullinarse” es sinónimo de drogarse y proviene, al parecer, del nombre del recipiente artesanal que se usa en las calles de La Habana para mezclar la marihuana con el polvo de la “piedra”, una mezcla de cocaína y bicarbonato de sodio muy popular entre los jóvenes por ser relativamente barata y fácil de adquirir.
 
“El bullino se hace con una lata de refresco o de cerveza, ahí se mezcla todo, se enciende y se aspira el humo”, dicen algunos; sin embargo, para otros, es la propia mezcla de hierbas y estupefacientes, a la que algunos le continúan llamando “primo” y hasta de mil maneras más, un repertorio de términos tan diverso que ya describe y evidencia una verdadera “cultura” de la adicción y del tráfico de drogas en Cuba.
 
El tráfico y el consumo de drogas en la isla, fundamentalmente entre los adolescentes y jóvenes, es, sin lugar a dudas, un problema grave. El hecho de que el 26 de abril pasado, el programa Mesa Redonda de la Televisión Cubana convocara a un debate sobre un tema que siempre fue tabú en los medios de divulgación masivos, habla del reconocimiento oficial de la afectación de un fenómeno que ya no es posible ignorar o mucho menos invisibilizar porque está involucrando a todos en la sociedad cubana.
 
Aunque, en aquella ocasión, el jefe de la Dirección Antidrogas del Ministerio del Interior, el coronel Juan Carlos Poey, sostuviera que el consumo ilícito no tiene un gran impacto en Cuba, las declaraciones de la Ministra de Educación Ana Elsa Velázquez ofrecieron un panorama distinto sobre lo que realmente está ocurriendo, al reconocer el consumo de psicofármacos en los centros educacionales, fundamentalmente en La Habana y, en especial, en los municipios 10 de Octubre, Arroyo Naranjo y Boyeros, que coinciden con aquellas zonas señaladas como de elevada criminalidad y con mayores niveles de pobreza.
 
Sin embargo, el consumo de drogas entre los adolescentes cubanos no es algo reciente. Aunque no suelen ser abundantes ni demasiado profundos, los estudios de científicos del patio sobre la drogadicción a edades tempranas en Cuba desde hace tiempo vienen llamando la atención sobre la tendencia al incremento desde la crisis de los 90, cuando millones de cubanos tuvieron que buscar alternativas de subsistencia en actividades ilegales que hoy en día se han establecido como formas “normales” de ganarse el sustento porque denotan un nivel de vida superior y hasta, absurda y paradójicamente, mucho “más digno”, dentro de los patrones morales que rigen las relaciones sociales en los barrios marginales.
 
En febrero de 2014, por ejemplo, la Revista Pedagógica de la Universidad de Cienfuegos, publicó un trabajo donde se reconocía que, “a pesar de los programas anti-droga llevados a cabo durante los últimos años por las autoridades en las escuelas y los institutos, y los programas educativos dirigidos a los padres de adolescentes, el índice de consumo de todo tipo de droga, desde tabaco, marihuana, alcohol, pastillas y cocaína, entre los jóvenes sigue en aumento”.
 
Y más adelante continuaba la publicación: “A partir del 2001, apreciamos que la situación operativa de las drogas en Cuba, se ha caracterizado por su complejidad creciente”, a la vez que señalaba “la existencia de un mercado interno, estructurado principalmente en la capital, el cual es abastecido por delincuentes locales que trasladan las drogas desde las provincias más orientales a la capital y que afecta a un número creciente de personas, en su mayoría jóvenes”.
 
Por otra parte, la Revista Cubana de Investigaciones Biomédicas, de enero-marzo de ese mismo año 2014, en un trabajo titulado “Caracterización del consumo de drogas psicoactivas por jóvenes y adolescentes atendidos en el Centro de Deshabituación de Adolescentes del municipio Playa”, también señalaba el incremento del “uso y abuso de drogas” tanto legales como ilegales dentro del sector etario en análisis.
 
El estudio, basado en una pequeña muestra, comprobó que “el grupo más numeroso de adictos tenía entre 20 y 25 años y que el inicio del consumo fue mayor entre adolescentes de 17 a 19 años”. Además se determinó que las drogas de mantenimiento más consumidas fueron, en primer lugar, la marihuana, seguida de la cocaína, la campana, la carbamazepina, el alcohol, el parkinsonil, el hachís y la ketamina; así como que la mayoría de los adictos de la investigación comenzaron a ingerir drogas en la adolescencia y que la mayoría iniciaron el consumo entre los 13 y los 19 años.
 
La Revista Cubana de Medicina General Integral, también en el 2014 publicó un estudio sobre el comportamiento del consumo de drogas en adolescentes de noveno grado, de la escuela secundaria “28 de Septiembre”, en la barriada marginal de Párraga, en Arroyo Naranjo.
 
Realizada por científicos de la Facultad de Química de la Universidad de La Habana, la investigación buscaba caracterizar el consumo de drogas en un grupo de 116 niños en una edad promedio de 14 años. Los resultados registraron un consumo temprano de alcohol y una considerable falta de percepción de riesgo en el consumo de psicofármacos y otras drogas fuertes.
 
Ya en el 2011, pero con datos recogidos en el 2009, la Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana había publicado un artículo acerca del consumo de drogas en estudiantes de medicina del hospital Julio Trigo, también en Arroyo Naranjo.
 
En aquella ocasión, los resultados señalaron que un 13 % de los estudiantes presentaba un consumo problemático de alcohol, un 7 % había introducido el alcohol o las drogas ilegales en su estilo de vida, un 2 % consumían drogas ilegales, mientras que un 1 % ingería medicamentos no indicados por prescripción facultativa.
 
Quienes viven el día a día en los barrios cubanos suelen reconocer que la convivencia con el consumo y el tráfico de drogas son una realidad palpable, visible pero cada vez más compleja por el modo en que se vincula con todo el entramado social y con las respuestas de las personas a un entorno que consideran un verdadero campo de lucha por la subsistencia.
 
“Me tienes enfermo, me tienes enredado…”, dice el mismo reguetón de Harrison donde se habla del “bullino” y, son frases que parecieran describir la actual correspondencia de los jóvenes cubanos con las adicciones.
 
Plasmado en las conversaciones de los adolescentes, referido en los grafitis y en los códigos que identifican a otras realidades erigidas como paradigmas, definiendo sus relaciones grupales, presente en las canciones de moda que tararean, el consumo de droga está teniendo un gran impacto en la sociedad cubana actual y la está conduciendo a las antípodas de esa sociedad perfecta de “hombres nuevos” que el gobierno cubano espera con la muy rezagada construcción del socialismo.
Vía Cubanet
  
 
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