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General: 20 de Mayo: República imperfecta, pero república innegable
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanodelmundo  (Mensaje original) Enviado: 20/05/2016 15:21
República imperfecta, pero república innegable
Nació el 20 de mayo de 1902. El castrismo comenzó a liquidarla desde 1959
 
Cuba-Colaborador.jpg (525×400)
20 DE MAYO DE 1902… DIA DE LA INDEPENDENCIA DE CUBA
        Eugenio Yáñez / Cuba Encuentro
No puede haber sido tan inapropiada aquella república que el castrismo llama “pseudo república” o “neocolonial”, si el generalísimo Máximo Gómez la celebró junto a Tomás Estrada Palma, primer presidente cubano, electo por cubanos en elecciones libres (lo que nunca han hecho los hermanos Castro).
 
Lastrada con la Enmienda Platt, sí, por más de tres décadas. Pero es falaz asegurar que Estados Unidos nos robó la independencia. Los mambises combatieron heroicamente durante 30 años, pero en 1898 no tenían condiciones militares para derrotar a España.
 
La correlación de fuerzas no favorecía a los cubanos. Por eso los heroicos mambises, pensando más en Cuba que en intereses y glorias personales, pidieron a EEUU intervenir en la contienda, para evitar mayores calamidades a los cubanos.
 
La “reconcentración” impuesta por el Capitán General español Valeriano Weyler había provocado muertes, hambre, insalubridad, destrucción y miseria en toda la Isla. Daño emulado en Cuba en el siglo XX por Fidel Castro con su “período especial” para mantenerse en el poder, sin que hubiera guerra.
 
Contrariamente al alboroto castrista, a EEUU no le interesaba inmiscuirse en nuestra guerra. Entonces estaban coronando su frontera del Atlántico al Pacífico. La insistencia mambisa inclinó a los americanos, con el criterio que sería leit motiv desde entonces hasta hoy: que Cuba estuviera tranquila y no presentara riesgos (militares, económicos, sanitarios, poblacionales, delictivos, sociológicos) para la nación del norte.
 
De manera que Estados Unidos entró en la guerra y junto con los mambises destrozó las fuerzas militares españolas en Cuba. Cuatro años de la llamada Primera Intervención Americana (1898-1902) supusieron una contribución a la Cuba naciente que nunca sería realmente valorada en su verdadera magnitud. Aunque no fuera por otra cosa, el aporte a la sanidad pública y la desinfección del territorio nacional, y la creación de infraestructuras y condiciones imprescindibles para subsistir como país independiente, fueron contribuciones más que suficientes para agradecer a la gran nación americana, que “antiimperialistas” de pacotilla en todo el mundo se niegan a reconocer por rencores y envidias.
 
Lastrada, cargada de imperfecciones, caudillos y oportunistas, la república nacida en 1902, desnaturalizada con la Enmienda Platt, venía de una Constitución de 1901 que nunca el decadente castrismo podrá superar. Surgió un país dirigido por “generales y doctores”, que durante casi 30 años fue testigo de intentos reeleccionistas, politiquería y golpistas en ciernes, pero que logró llevar al país desde las desgracias dejadas por la criminal “reconcentración” hasta la prosperidad, limitada, parcial y no universal, es cierto, pero en una sociedad libre, democrática y orgullosa de su independencia.
 
Cuando un general obtuso empeñado en reelegirse provocó una sublevación que en 1933 lo sacó del poder, y un grupo de irresponsables estudiantes junto a un demagogo y cínico profesor universitario jugaron a la revolución deponiendo y nombrando presidentes, los cubanos supieron reconstruirse, mostraron sabiduría, valentía y civismo para dejar atrás posiciones irreconciliables y acometieron una asamblea constituyente que culminó en la llamada Constitución de 1940.
 
Tan importante como esa Constitución fue el proceso donde participaron, electos limpia y democráticamente, delegados a la asamblea constituyente provenientes de disímiles partidos y diversas posiciones políticas, que fueron capaces —aunque no resultó nada fácil— de discutir respetuosamente criterios y opiniones divergentes y encontrar consensos suficientes para entregar finalmente a los cubanos un documento que entonces resultaba uno de los más avanzados del continente. Proceso que puede resultar ejemplar para cualquier país del mundo civilizado
 
La república que volvió por sus cauces en 1940 continuó cargando con graves males, corrupción, gangsterismo, fraudes electorales, clientelismo, abusos, pero también durante doce años siguió siendo un país donde existía sociedad civil, se respetaban las instituciones y las libertades individuales, de propiedad y de empresa, y se celebraban periódicamente comicios para los cargos de elección popular, donde participaban todos los partidos que cumplieran los requisitos establecidos por la ley. Era, de nuevo, una república imperfecta, pero república al fin, no feudo particular de ninguna familia.
 
Hasta que en 1952 un innecesario golpe de Estado ejecutado por quien había sido anteriormente tanto golpista como presidente constitucional, complicó las cosas. Y aunque posteriormente el golpista intentó regresar el país a “la normalidad” y restableció libertades y derechos conculcados, ya se habían desatado los perros de la guerra en la Isla, y las cosas llevarían, tras guerrillas, levantamientos, sublevaciones, exilios, huelgas y luchas urbanas, hasta aquel victorioso primero de enero de 1959 donde casi todos los “revolucionarios” y sus simpatizantes tenían como primer objetivo el restablecimiento de la Constitución de 1940 y el ejercicio pleno de las libertades proclamadas en ella.
 
No por gusto Fidel Castro comenzó a desmantelar las instituciones republicanas desde el primer momento, despreciando las fechas patrias cubanas y sustituyéndolas por las de “su” revolución. Desde enero de 1959 comenzó a enterrar definitivamente la Constitución de 1940, sustituyéndola por monsergas jurídicas al servicio de la dictadura durante los siguientes 17 años, donde imperó la siniestra imposición de “elecciones, ¿para qué?”, hasta que se proclamó la llamada Constitución Socialista en 1976, copiada de modelos soviéticos, donde continuaron invisibles las libertades y derechos de los ciudadanos.
 
Desde 1959 hasta hoy, 57 años de represión, privaciones, miserias, familias divididas, economía en ruinas, infraestructura nacional destruida, insalubridad, desinformación, retraso tecnológico, exilio, historia falseada, grandezas nacionales ocultadas o ignoradas, educación cívica y urbanidad prácticamente desconocidas por la mayoría de la población, entre muchos otros males.
 
Además de haber actuado realmente como “república colonial” al servicio de los designios imperialistas de la Unión Soviética. Y permitir que se destruyera el país con el “período especial”, cuando ya había quedado absolutamente demostrado que el comunismo no era más que un mito sanguinario y cruel sin otro resultado posible que el más rotundo fracaso.
 
De manera que en los 57 años desde 1902 a 1959 tuvimos una república imperfecta, pero innegable. Y desde 1959 hasta hoy ni siquiera ha existido una república imperfecta, porque “la revolución” convirtió a Cuba en finca particular de los hermanos Castro.
 
Mil veces mejor aquella república imperfecta del 20 de mayo de 1902 que la del castrismo y su “perfeccionamiento”.
          Vía Cuba Encuentro


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: BuscandoLibertad Enviado: 21/05/2016 17:42
Saber de Cuba en pocas palabras
Antes de que el acto de autonomía sucediera, transcurrieron 400 años de explotación colonial, que redujo a casi cero a los habitantes indígenas de la isla; la españolización de la isla, la inhumana trata de los esclavos africanos y una guerra de liberación que tuvo su grito inicial en la voz del nieto de españoles Carlos Manuel de Céspedes

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Vista parcial del Parque Central, en La Habana, donde destaca un monumento a José Martí
           Por Jesús Hernández - Diario las Americas
Contar la historia de una nación en pocas palabras es tarea imposible pero sí se puede resumir que la nacionalidad cubana comenzó a gestarse antes del 28 de octubre de 1492, cuando la expedición de Cristóbal Colón arribó a la isla de Cuba y reclamó el territorio para el Reino de Castilla, hasta alcanzar, cuatro siglos después, la independencia, el 20 de mayo de 1902, luego de cuatro años de ocupación estadounidense.
 
Pero antes que el acto de autonomía sucediera, transcurrieron 400 años de explotación colonial, que redujo a casi cero a los habitantes indígenas de la isla; la españolización de la isla, la inhumana trata de los esclavos africanos y una guerra de liberación que tuvo su grito inicial en la voz del nieto de españoles Carlos Manuel de Céspedes. Aquello fue una ardua batalla que tomó 30 años y tuvo a miles de seguidores, tan bravos como Antonio Maceo y magistrales como José Martí.
 
Enmarcada en un periodo en el que los grandes países europeos se disputaban los territorios que deseaban mantener o convertir en sus colonias, la naciente potencia de Estados Unidos de América miraba con recelo la repartición de los mercados y apostaba por conquistarlos, sin que ello significara, según aseguran varios historiadores, la ocupación militar permanente de los países.
 
Tras el rechazo de la propuesta de compra realizada por Estados Unidos sobre Cuba y la voladura, aún “inexplicable”, del buque de la Armada estadounidense Maine, que visitaba la Bahía de La Habana, las tropas estadounidenses desembarcaron en Santiago de Cuba y desde allí lograron ocupar la isla, luego de contener al ejército español y las fuerzas independentistas cubanas.
 
De esta manera concluyó la llamada Guerra hispanocubanoamericana, o Desastre del 98, que arrebató el territorio cubano a los españoles y el triunfo de la independencia a los cubanos.
 
Cuatro años después, los cubanos lograron alcanzar un acuerdo con los vecinos del norte para declarar la deseada autonomía.
 
De hecho, no fueron pocos los cubanos y estadounidenses que trataron de influir en las decisiones del Congreso de Estados Unidos para que Cuba fuese territorio estadounidense e impedir así que se izara la bandera de la estrella solitaria en el Castillo del Morro.
 
Sin embargo, venció la cordura y el bien, cuando el presidente estadounidense William McKinley firmó la Resolución Conjunta que declaró “…el pueblo de la isla de Cuba es y de derecho debe ser libre e independiente”.
 
Aseveran los estudiosos de la historia que la fecha escogida fue el 20 de mayo por ser el día posterior al 19, cuando el apóstol de la Independencia, José Martí, murió en combate, para cumplir con aquello de “muere un hombre, nace una nación”.
 
Entonces, el antiguo palacio de los Capitanes Generales, en La Habana, sitial de los 65 capitanes generales españoles que gobernaron a Cuba, acogió a distinguidos visitantes, embajadores y altos oficiales del Ejército Libertador cubano para presenciar el nacimiento de la República.
 
Ya no quedan testigos del que muchos aseguraron fue un hermoso mediodía, cuando la bandera cubana ondeó por primera en el asta del Castillo del Morro y el primer presidente elegido por el pueblo, bajo hechos de cualquier incertidumbre posible; Tomás Estrada Palma, tomó posesión de la Presidencia, rodeado de grandes figuras, entre las que destacó la del generalísimo independentista Máximo Gómez.
 
Sólo las páginas de la historia pueden rememorar la imagen de aquel día, aquellos años, cuando los cubanos presenciaron el comienzo de la nación.
 
“Al señalar los relojes las 12 de la noche, anunciando el 20 de mayo”, recogió el historiador Juan Martín Leiseca. “Repicaron las campanas, el pueblo llenó las calles y atronaron el espacio estampidos de cohetes y gritos de entusiasmo y gloria. ¡Era el día de la libertad!”.

En aquel momento la nación comenzó un largo periplo para dejar atrás las huellas del colonialismo, mientras apostaba por avanzar hacia el desarrollo socioeconómico y político que logró alcanzar, entre los puntales de la economía de continente americano, aunque llevara a cuestas la orden de la Enmienda Platt, que establecía la creación de “estaciones navales estadounidenses en ciertos puntos determinados”

Como planteó el analista Martín Rodrigo y Alharilla: “En la demarcación de los límites de la identidad cubana, en la elección de tradiciones y valores culturales hispanos se establecieron las fronteras respecto a los otros frente a los que Cuba tenía que definirse y defenderse, España, por un lado, y Estados Unidos, por otro, que ejercía una poderosa atracción intelectual y política para algunos intelectuales de la isla”.

Pero el significado del 20 de mayo de 1902 sobrepasa la importancia del evento histórico. Es incluso superior al hecho de la transición de territorio ocupado a república. Ese día se mostró el triunfo de la razón y se sentó un ejemplo de victoria ante los artificios políticos.

No obstante, la política nacional continuó siendo agitada. Mientras obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales planteaban sus necesidades y la clase gobernante intentaba asumirlos, otra parte de la sociedad cubana vivía a espaldas de la realidad, sin preocuparse por el caldo de cultivo que se preparaba. Aquello fue una sucesión de gobiernos constitucionales, alternados con golpes militares, que alcanzó el clímax detonante en los años 50, cuando Fulgencio Batista asumió el poder por la fuerza, tras haber sido presidente constitucional en 1940.
 
El nuevo régimen político endureció las reglas contra la disidencia, motivada por la fuerte corrupción existente y el populismo desenfrenado de un grupo de revolucionarios, dirigidos por el abogado Fidel Castro.
 
Derrocado Batista, los revolucionarios liderados por Castro asumieron el poder en medio de un fuerte apoyo popular.
 
Entre tanto, el caldo de cultivo comenzaba a dar sus primeros frutos: la nacionalización de empresas, la expropiación de bienes y la institucionalización de un sistema político único, que tuvo por bandera la mal asumida ideología marxista leninista.
 
Desde entonces, perdura la existencia de un único partido político, la falta de libertades civiles y la ausencia de los medios de comunicación independientes o privados, luego de una serie de penosos episodios que castigaron a miles de cubanos con el fusilamiento y arrojaron a casi dos millones a emigrar por diversas vías.
 
Nadie imaginó el 20 de mayo de 1902 que un siglo después de haberse establecido la República, los cubanos tendrían que seguir luchando por sus derechos cívicos y humanos.
 
Y es que la desdicha que Cuba sufre hoy no es superior o menor a la que el país confrontó antes, pero el presente que se vive duele más que el pasado porque lo vivimos, lo medimos con desconfianza, incertidumbre e inclusive provecho.
Fuente:
*Especial por el 20 de Mayo Diario las Americas
  


 
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