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من: BuscandoLibertad  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 21/05/2016 17:49
Saber de Cuba en pocas palabras
Antes de que el acto de autonomía sucediera, transcurrieron 400 años de explotación colonial, que redujo a casi cero a los habitantes indígenas de la isla; la españolización de la isla, la inhumana trata de los esclavos africanos y una guerra de liberación que tuvo su grito inicial en la voz del nieto de españoles Carlos Manuel de Céspedes

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Vista parcial del Parque Central, en La Habana, donde destaca un monumento a José Martí
           Jesús Hernández - Diario las Americas
Contar la historia de una nación en pocas palabras es tarea imposible pero sí se puede resumir que la nacionalidad cubana comenzó a gestarse antes del 28 de octubre de 1492, cuando la expedición de Cristóbal Colón arribó a la isla de Cuba y reclamó el territorio para el Reino de Castilla, hasta alcanzar, cuatro siglos después, la independencia, el 20 de mayo de 1902, luego de cuatro años de ocupación estadounidense.
 
Pero antes que el acto de autonomía sucediera, transcurrieron 400 años de explotación colonial, que redujo a casi cero a los habitantes indígenas de la isla; la españolización de la isla, la inhumana trata de los esclavos africanos y una guerra de liberación que tuvo su grito inicial en la voz del nieto de españoles Carlos Manuel de Céspedes. Aquello fue una ardua batalla que tomó 30 años y tuvo a miles de seguidores, tan bravos como Antonio Maceo y magistrales como José Martí.
 
Enmarcada en un periodo en el que los grandes países europeos se disputaban los territorios que deseaban mantener o convertir en sus colonias, la naciente potencia de Estados Unidos de América miraba con recelo la repartición de los mercados y apostaba por conquistarlos, sin que ello significara, según aseguran varios historiadores, la ocupación militar permanente de los países.
 
Tras el rechazo de la propuesta de compra realizada por Estados Unidos sobre Cuba y la voladura, aún “inexplicable”, del buque de la Armada estadounidense Maine, que visitaba la Bahía de La Habana, las tropas estadounidenses desembarcaron en Santiago de Cuba y desde allí lograron ocupar la isla, luego de contener al ejército español y las fuerzas independentistas cubanas.
 
De esta manera concluyó la llamada Guerra hispanocubanoamericana, o Desastre del 98, que arrebató el territorio cubano a los españoles y el triunfo de la independencia a los cubanos.
 
Cuatro años después, los cubanos lograron alcanzar un acuerdo con los vecinos del norte para declarar la deseada autonomía.
 
De hecho, no fueron pocos los cubanos y estadounidenses que trataron de influir en las decisiones del Congreso de Estados Unidos para que Cuba fuese territorio estadounidense e impedir así que se izara la bandera de la estrella solitaria en el Castillo del Morro.
 
Sin embargo, venció la cordura y el bien, cuando el presidente estadounidense William McKinley firmó la Resolución Conjunta que declaró “…el pueblo de la isla de Cuba es y de derecho debe ser libre e independiente”.
 
Aseveran los estudiosos de la historia que la fecha escogida fue el 20 de mayo por ser el día posterior al 19, cuando el apóstol de la Independencia, José Martí, murió en combate, para cumplir con aquello de “muere un hombre, nace una nación”.
 
Entonces, el antiguo palacio de los Capitanes Generales, en La Habana, sitial de los 65 capitanes generales españoles que gobernaron a Cuba, acogió a distinguidos visitantes, embajadores y altos oficiales del Ejército Libertador cubano para presenciar el nacimiento de la República.
 
Ya no quedan testigos del que muchos aseguraron fue un hermoso mediodía, cuando la bandera cubana ondeó por primera en el asta del Castillo del Morro y el primer presidente elegido por el pueblo, bajo hechos de cualquier incertidumbre posible; Tomás Estrada Palma, tomó posesión de la Presidencia, rodeado de grandes figuras, entre las que destacó la del generalísimo independentista Máximo Gómez.
 
Sólo las páginas de la historia pueden rememorar la imagen de aquel día, aquellos años, cuando los cubanos presenciaron el comienzo de la nación.
 
“Al señalar los relojes las 12 de la noche, anunciando el 20 de mayo”, recogió el historiador Juan Martín Leiseca. “Repicaron las campanas, el pueblo llenó las calles y atronaron el espacio estampidos de cohetes y gritos de entusiasmo y gloria. ¡Era el día de la libertad!”.
 
En aquel momento la nación comenzó un largo periplo para dejar atrás las huellas del colonialismo, mientras apostaba por avanzar hacia el desarrollo socioeconómico y político que logró alcanzar, entre los puntales de la economía de continente americano, aunque llevara a cuestas la orden de la Enmienda Platt, que establecía la creación de “estaciones navales estadounidenses en ciertos puntos determinados”
 
Como planteó el analista Martín Rodrigo y Alharilla: “En la demarcación de los límites de la identidad cubana, en la elección de tradiciones y valores culturales hispanos se establecieron las fronteras respecto a los otros frente a los que Cuba tenía que definirse y defenderse, España, por un lado, y Estados Unidos, por otro, que ejercía una poderosa atracción intelectual y política para algunos intelectuales de la isla”.
 
Pero el significado del 20 de mayo de 1902 sobrepasa la importancia del evento histórico. Es incluso superior al hecho de la transición de territorio ocupado a república. Ese día se mostró el triunfo de la razón y se sentó un ejemplo de victoria ante los artificios políticos.
 
No obstante, la política nacional continuó siendo agitada. Mientras obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales planteaban sus necesidades y la clase gobernante intentaba asumirlos, otra parte de la sociedad cubana vivía a espaldas de la realidad, sin preocuparse por el caldo de cultivo que se preparaba. Aquello fue una sucesión de gobiernos constitucionales, alternados con golpes militares, que alcanzó el clímax detonante en los años 50, cuando Fulgencio Batista asumió el poder por la fuerza, tras haber sido presidente constitucional en 1940.
 
El nuevo régimen político endureció las reglas contra la disidencia, motivada por la fuerte corrupción existente y el populismo desenfrenado de un grupo de revolucionarios, dirigidos por el abogado Fidel Castro.
 
Derrocado Batista, los revolucionarios liderados por Castro asumieron el poder en medio de un fuerte apoyo popular.
 
Entre tanto, el caldo de cultivo comenzaba a dar sus primeros frutos: la nacionalización de empresas, la expropiación de bienes y la institucionalización de un sistema político único, que tuvo por bandera la mal asumida ideología marxista leninista.
 
Desde entonces, perdura la existencia de un único partido político, la falta de libertades civiles y la ausencia de los medios de comunicación independientes o privados, luego de una serie de penosos episodios que castigaron a miles de cubanos con el fusilamiento y arrojaron a casi dos millones a emigrar por diversas vías.
 
Nadie imaginó el 20 de mayo de 1902 que un siglo después de haberse establecido la República, los cubanos tendrían que seguir luchando por sus derechos cívicos y humanos.
 
Y es que la desdicha que Cuba sufre hoy no es superior o menor a la que el país confrontó antes, pero el presente que se vive duele más que el pasado porque lo vivimos, lo medimos con desconfianza, incertidumbre e inclusive provecho.
                           Fuente: *Especial por el 20 de Mayo Diario las Americas
  


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