En 2015 fueron cremados
6.131 cadáveres de los 23.641 fallecimientos registrados en La Habana
Cementerio Colón de La Habana
Los ladrones de huesos saquean los cementerios
Ernesto no es para nada amigo de los cementerios, pero ese día llegó temprano a la necrópolis de Colón para limpiar la tumba y prepararla para recibir a su madre, recientemente fallecida. Con estupor, descubrió que en el lugar en el que había dejado a su padre cinco años atrás solo estaban los restos de un ataúd vacío.
Las palabras proféticas inscritas en la lápida estaban esparcidas en mil trozos tras el último mandarriazo del inescrupuloso profanador. El costoso mármol de Carrara importado a inicios de siglo por sus ancestros burgueses no pudo resguardar las reliquias familiares que celosamente custodiaba. El miedo a la profanación de tumbas para negocios relacionados con la religión es hoy uno de los principales móviles de los cubanos para incinerar a sus seres queridos.
A pesar de la seguridad con que el sepulturero intentaba convencerlo de que las osamentas desaparecen por efecto del tiempo, de las averiguaciones que procuró realizar con las autoridades del cementerio de Colón y del intento mismo de sobornar a los funcionarios para obtener información sobre la ubicación de los vestigios de su progenitor, no consiguió absolutamente nada. Como si se tratase del pasaje de la resurrección de los huesos del profeta Ezequiel, de aquellos restos no quedaba ni rastro.
El robo de huesos con fines religiosos se ha convertido en una manera más de resolver para los trabajadores de los cementerios del país. "El que trabaja en una tienda resuelve (roba), o el que trabaja en un almacén, pero los que trabajamos en los cementerios también tenemos que comer", dice Luis Ernesto, un sepulturero que asegura que su sueldo es de 250 pesos cubanos (10 CUC) más 100 pesos por trabajar en Servicios Comunales (4 CUC).
Entre las ilegalidades relacionadas con las necrópolis en el país, se encuentran la reventa de bóvedas de personas que emigraron y de ornamentos funerarios, especialmente el codiciado mármol de Carrara que no se importa desde hace décadas, pero también rejas, cristales y hasta floreros.
"A mi madre la tuvimos que incinerar después de ver aquello", cuenta Ernesto. "Pensábamos cremarla y dejar sus restos en el panteón familiar, pero una amiga de mi sobrina que conoce de santería nos aseguró que el mecanismo de robo de restos se activa en cuanto tú avisas de que vas a llevarlos, incluso las cenizas, y por eso finalmente tiramos las cenizas al mar".
Solo el pasado año 2015 fueron cremados 6.131 cadáveres de los 23.641 fallecimientos registrados en la capital cubana. Cremar un cadáver en Cuba puede parecer barato frente a los estándares internacionales, pero, además de los 340 CUP o los 115 CUP para los restos óseos, se tiene que complementar con un jugoso soborno para priorizar el trámite.
"Tuvimos que pagar 20 CUC para que pusieran en la cabeza de la lista de la incineración a mamá. Al regresar por las cenizas, las encontramos sobre un estante, en un jarrón de cerámica extremadamente rústico y sin identificación", dice Ernesto, quien, al reclamar por la ausencia de un nombre que probara que los restos eran efectivamente los de su madre, recibió una respuesta lapidaria de la funcionaria de Servicios Comunales: "Es la única que tenemos, así que no puede confundirse".
El uso de restos humanos en la religión afrocubana de Palo Monte es un fenómeno que tradicionalmente ha estado presente en el país. Un palero (sacerdote de la religión Palo Monte) de la Isla que prefirió el anonimato sostiene que "los huesos son esenciales. Sin restos humanos no hay obra espiritual".
"Para los trabajos generalmente utilizamos la cabeza ( macoyumba), los brazos y las piernas. Puedes tener un esqueleto completo, pero lo que se usa más son esos tres elementos. Cabeza para pensar, manos para trabajar y pies para andar".
Según expertos, aunque se carece de un estudio estadístico, en las últimas dos décadas se ha visto un repunte en expresiones religiosas y sincréticas, en especial en temas relacionados con el animismo afrocubano, que están vinculadas directamente con el empeoramiento de las condiciones de vida.
"En la actualidad, muchas mujeres vienen a que se les amarre el marido y para solucionar problemas de enfermedad, pero también hay un incremento sustancial de gente que viene buscando salir del país", comentó el palero.
Explica que para una salida ilegal se utilizan manos y pies del difunto. "La forma en que eso se usa no la puedo decir porque es secreto, pero por ejemplo, si la persona va a caminar y atravesar fronteras, necesitas huesos de los pies", añadió.
El líder religioso opina que su religión es muy incomprendida. "La mayoría de la gente cree que trabajamos con el mal y eso no es así, uno puede escoger si desea trabajar con el mal o el bien. El uso de huesos humanos en algunos de los ritos no es exclusivo nuestro. La Iglesia católica venera las reliquias de los santos, a las que se le atribuye poder", explicó.
Los insumos para las ceremonias religiosas han aumentado de precio en la última década. "Los precios por las osamentas pueden variar. Por ejemplo, un cráneo está costando entre 70 y 90 CUC, el resto de los huesos tiene un valor menor, pero siempre hay que tener presente que el que hace el trabajo también tiene que comer", dijo el religioso, que trabajó en Servicios Comunales y asegura que en ese tiempo conoció de alrededor de 800 quejas por profanaciones de tumbas que no pudieron ser solucionadas.
"Si hay que sacrificar a los muertos para dar de comer a los vivos, lo haremos", dice un personaje de la película cubana Se vende. Mientras la población de la Isla envejece a un ritmo vertiginoso, la infraestructura funeraria apenas se ha actualizado en décadas.
Tener una bóveda puede considerarse un lujo y aún así no se está seguro de que los restos de los seres queridos sobrevivan al mercado ilícito que se ha creado en torno a las necrópolis. Ante esta realidad, en el país se busca repetir la experiencia habanera y se están construyendo nuevos hornos de incineración en las provincias.