El barbero cubano con el que Obama estaba dispuesto a pelarse
Un barbero impulsó negocios privados que emplean a casi 100 personas
El Callejón de los Peluqueros tiene cuatro restaurantes, tres galerías de arte y más
Gilberto “Papito” Valladares en su barbería en La Habana Vieja. Mimi Whitefield - El Nuevo HeraldCuando Gilberto “Papito” Valladares Reina, barbero privado de La Habana, asistió en marzo a una reunión de emprendedores con el presidente Barack Obama, el mandatario le dijo que si no se hubiera acabado de cortar el cabello, habría pasado por su barbería.
Pero si Obama hubiera visitado el Callejón de los Peluqueros, una cuadra llena de emprendedores donde está ubicado el local de Valladares, probablemente hubiera visto mucho más que una barbería. Después que Valladares estableció allí su local, 97 personas han llegado al lugar como cuentapropistas, dueños de pequeños negocios o sus empleados.
A lo largo del callejón hay también cuatro restaurantes privados, tres galerías de artes, Pedro’s –una tienda de guayaberas finas de lino y otras prendas de ropa–, un estudio fotográfico, una tienda de artesanías, varias casas particulares que se alquilan a los turistas, y una escuela gratis de peluquería y barbería.
A la entrada de la barbería de Valladares, llamada Arte Corte, hay un tradicional cilindro rotatorio en blanco, rojo y azul. La barbería comenzó en su casa, con un solo sillón y un espejo. En ese entonces, también tenía pelo, peinado al estilo afro.
“Cambié el pelo por un sueño”, bromea Valladares, que ahora es calvo.
Cuando comenzó en 1999, fue uno de los primeros en el país en tener una licencia de barbero privado. Ahora, explicó, casi el 95 por ciento de los barberos cubanos trabajan de manera privada.
“A lo mejor usted piensa que es una locura abrir una barbería que para llegar a ella hay que subir 52 escalones. Pero no tenía otra opción. Tenía que usar la sala de mi casa cuando empecé”, dijo Camilo Condis, quien trabaja con Valladares en el proyecto comunitario Arte Corte, que se desarrolló a partir del negocio de Valladares.
Cuando se hizo barbero independiente, Valladares viajaba por todo el país para impartir clases, participar en show de moda y e incluso ofrecía cortes de pelo en las plazas públicas. Pero cuando el gobierno autorizó a los cuentapropistas a contratar empleados, Valladares decidió quedarse en La Habana para ampliar su negocio.
Ahora tiene cinco empleados, pero Valladares, de 46 años, sigue viviendo en la misma casa cerca del Malecón que comparte con su esposa e hijas.
Los clientes se sientan en sillones de barbería tradicionales restaurados, rodeados por espejos y colecciones de herramientas antiguas de barbero. Las paredes del salón, de puntal alto y piso de baldosas de diseño intrincado, están adornadas con objetos relacionados con el arte de cortar el cabello.
Condis describe la barbería como un museo interactivo. “Incluso hoy, 17 años después, somos el único lugar del mundo con una colección de arte dedicada a los barberos”, dijo. Todas las piezas de la colección , conocida por el nombre de “Hasta el último pelo”, fueron regalos a Valladares.
“Él quiere que se quede como un museo de barberos después que fallezca”, explicó Condis. “Quiere que sea su legado”.
Arte Corte es también escuela
Pero su legado también será el proyecto Arte Corte, que ha ayudado a transformar el vecindario. En el 2009, la escuela Arte Corte comenzó a funcionar en el callejón, donde capacita a peluqueros y barberos, y ofrece pelados gratis a los vecinos. En alianza con la Asociación Nacional de Sordos, que ha enviado intérpretes del lenguaje de signos, la escuela capacita en este momento a 10 estudiantes sordos.
También hay una escuela de cantineros Arte Corte que prepara a adultos jóvenes para trabajar en el sector de restaurantes y bares.
Y para los niños de educación primaria e intermedia, Arte Corte ofrece clases de pintura, arqueología, peluquería y barbería, y patrocina un equipo de fútbol. En alianza con la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, ha creado un parque de juegos único, frente al cercano Museo de la Revolución.
El barbeparque tiene un cachumbambé (también llamado subibaja) que parece unas tijeras, una canal que parece una cuchilla barbera y un aparato para subir que parece una secadora de pelo.
“Es importante darle a la comunidad”, dijo Valladares, haciendo una pausa al terminar un corte de pelo.
Ahora el callejón, ubicado en la Calle Aguiar entre Peña Pobre y Misiones, y sus restaurantes, galerías de arte y el museo-barbería, se han convertido en una atracción turística.
“Es turismo, pero desde otra perspectiva, porque muestra nuestra vida diaria”, dijo Valladares. “Como producto de turismo, lo más importante que tenemos es nuestra gente”.
Hace sólo tres años, contó Valladares, él era el único emprendedor privado en su callejón. Pero con inversión privada, el ejemplo de Valladares, el impulso de Arte Corte y alianzas con el gobierno, el Callejón de los Peluqueros ha comenzado a florecer.
Obras de arte adornan las fachadas de edificios viejos con rejas de hierro forjado y marcos gruesos de madera en las puertas, junto a macetas grandes colocadas en la calle, y mesas para comer al aire libre. El canto de un gallo se mezcla con la música que sale de uno de los cafés.
Restaurante inspirado en el ‘Fígaro’
Algunos de los negocios privados también tienen decoración relacionada con los barberos. En el restaurante El Fígaro, cerca de la barbería, la decoración incluye viejas secadoras de pelo cromadas, potes de Old Spice y otros artículos vinculados con el sector de la belleza. El letrero del restaurante bromea: “Comida sin pelos”.
Entre las especialidades del lugar están la sopa de calabaza, langosta, malanga frita y Copa Lolita, una combinación de helado con flan.
A los comensales se les entregan marcadores para que firmen en las paredes de El Fígaro, que tiene capacidad para unas 100 personas, incluidas las mesas afuera. Joan Blanco, ex empleado de un restaurante del gobierno quien ahora se encarga de muchas cosas en el El Fígaro, muestra con orgullo una firma reciente: la de Guy Fieri, presentador de Diners, Drive-Ins and Dives.
Fieri estuvo recientemente en Cuba y El Fígaro será parte de un próximo programa de la serie de Fieri, dijo Blanco.
Durante la conferencia de emprendimiento del presidente Barack Obama en un viejo almacén de tabaco y madera en La Habana que ha sido convertido en un pub de cerveza artesanal, el presidente alabó las virtudes de los pequeños negocios: “Se puede ganar dinero para la familia, para los niños. Y a eso se agrega el orgullo de crear algo y mejorar la vida de los tuyos.
“Es autodeterminación, la oportunidad de forjarse el futuro de uno”, dijo Obama.
Esos son los temas de los que se hacen eco Valladares y sus colegas en el callejón.
“Ahora que tenemos la oportunidad de abrir nuestros negocios propios y ganar dinero, tenemos más oportunidad de disfrutar de las cosas de la vida”, dijo Blanco. “Esta clase de negocios sobrevive porque tenemos una visión. Tratamos a los clientes como si fueran familia”.
Valladares le dijo a Obama que lo que ocurre en su comunidad no sólo está creando una “cadena de beneficios económicos, sino también sociales. Estoy convencido de que los beneficios sociales hacen crecer los económicos. Al final, no voy a cambiar el mundo, pero sí puedo cambiar este pedacito de tierra donde vivo”.
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