En aeropuertos como el de Ciudad Panamá o
Puerto España, los cubanos son tratados como criminales
A pesar de los controles migratorios, la comunidad cubana en Trinidad y Tobago crece
Prohibida la entrada a cubanos
Ernesto Pérez Chang | La Habana | CubanetEl Boeing 737 de COPA Airlines, proveniente de La Habana, aterriza en el aeropuerto de Tocumen. Apenas se han apagado las turbinas, una aeromoza anuncia que efectivos de la policía panameña, apostados a las puertas de la aeronave, realizarán un chequeo a la documentación de todos los pasajeros.
En el avión viajan europeos, asiáticos, sudamericanos y una treintena de cubanos. Todos han pasado horas disfrutando de videos promocionales sobre Cuba como destino turístico paradisíaco. Salen con el pasaporte en la mano, pero los uniformados solo detienen a unos pocos, incluidos niños y ancianas, a quienes van apartando en el túnel de salida después de retenerles los documentos de identificación.
Los pasajeros que no son detenidos pasan y miran a los segregados como preguntándose si aquellos que han dejado atrás serán criminales internacionales o traficantes de drogas.
Quizás temiendo un estado de alerta por terrorismo, otros pocos preguntan a los oficiales de aduana qué está sucediendo, y la respuesta que reciben los alivia de inmediato al saberse que no son parte de un drama al que asisten solo como espectadores: “Nada por qué preocuparse, solo detenemos a los cubanos”.
Ese mismo día, horas después, en el aeropuerto de Piarco, en Puerto España, sucede una escena similar. Aunque los guardias no se despliegan a las puertas del avión, un oficial de aduanas se dedica a identificar a los cubanos que arriban para someterlos a un extenso interrogatorio sobre los motivos del viaje a Trinidad y Tobago.
Se ha identificado al país como uno de los principales lugares de tránsito para los cubanos que buscan llegar a los Estados Unidos. Al no solicitar visado, es una de las pocas vías que han ido quedando luego que, a raíz de la crisis migratoria en Costa Rica, los países centroamericanos reforzaran el control en sus fronteras.
Durante el tiempo que dura el vuelo de Panamá a Puerto España, una madre y su hija conversan sobre las preguntas que deberán responder al arribar a Trinidad. Practican frases en un inglés muy deficiente. Se han entrenado durante los últimos días y la más joven habla de las recomendaciones que les hiciera el padre en un correo reciente. Él las espera a las dos para continuar viaje a Icacos, en el extremo suroeste de la isla, donde un bote de pescadores los cruzará a Venezuela, a solo 11 kilómetros de las costas trinitenses. Algún traficante los llevará a México y después a los Estados Unidos.
Fingen que van de vacaciones y hasta llevan reservas para un hotel. Para las autoridades, las dos mujeres debieran pasar como “turistas”, una categoría de viajero que cuesta trabajo asimilar cuando se trata de cubanos porque la incertidumbre y la desesperación las llevan muy metidas en el cuerpo.
A pesar de la estricta vigilancia y de las numerosas deportaciones que se suceden a diario, crece la comunidad de cubanos en Trinidad y Tobago y se estima que ya sobrepase el millar de personas, la mayoría a la espera de reemprender la ruta hacia los Estados Unidos, vía Venezuela, o hacia el amparo de cualquier otro país provisto por la iglesia Living Water, radicada en Puerto España, una especie de oasis dedicado a prestar auxilio a los cubanos.
Pero, de los que logran pasar la ventanilla de control de pasajeros en el aeropuerto de Piarco, no todos clasifican para la ayuda humanitaria de Living Water ni todos los que llegan a Trinidad saben que existe esa estrecha balsa de salvación.
Otra buena parte de los inmigrantes cubanos optan por inscribirse como dueños de un pequeño negocio y recibir el período de gracia que les permite la residencia y el permiso de trabajo (licencias renovables) durante unos meses, a la vez que reúnen dinero para pagar lo que piden los traficantes por sacarlos hacia los Estados Unidos.
“Entre 3500 y 5000 dólares por persona, a veces un poco más”, comenta Pablo, un inmigrante cubano que lleva tres años en Trinidad y Tobago”: “Después que uno llega aquí descubre que puede ser más complicado que en Cuba si no das con la persona ‘que está en la mata’. Hay quien te saca por mar vía Venezuela y de ahí a México; también hay quien te lleva directo a Panamá, todo legal, y de ahí tú mismo sales para México sin problema. Hay quien busca ayuda en la iglesia [Living Water] pero allí tienes que decir que eres perseguido político. Hay gente allí que, sin haber puesto ni un cartel en Cuba, dicen que son perseguidos y entonces reciben ayuda ...Yo estoy esperando por la residencia permanente, así puedo entrar y salir de Trinidad sin problemas, y cuando reúna lo suficiente ya veré”.
Yuri, también cubano, lleva un año en Trinidad y Tobago. Ha encontrado trabajo en un comercio chino de Charlotte Street, en el centro de Puerto España, y está reuniendo dinero para continuar viaje hacia los Estados Unidos:
“Vendí mi casa para venir a Trinidad. Pensé que era más fácil salir de aquí para los Estados Unidos pero es complicado. Hay muchos traficantes que son unos estafadores. Hay otros que no, pero todo está en dar con la persona. Yo tengo quien me saque directo a los Estados Unidos pero no quiero llegar a allá sin dinero. Aquí se gana bien pero no es un país como para quedarse a vivir, tampoco quiero regresar a Cuba. Prefiero quedarme aquí”.
Según ha revelado a CubaNet una fuente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, se pudiera esperar que muy pronto cambien las reglas de visado con respecto a Cuba, como sucediera recientemente con Ecuador, donde se ha desatado una verdadera guerra contra los emigrantes cubanos.
“Se ha multiplicado por diez el número de cubanos que viajan a Trinidad y Tobago. En los últimos doce meses ha habido un incremento preocupante. Puerto España no era un destino de viaje importante antes de la crisis [de Costa Rica]. Sin dudas, eso ha tenido una repercusión y se está usando Trinidad como puente alternativo, no como destino final. Eso está generando tráfico humano en el área y se ha lanzado una alerta a corto plazo, va a derivar en otro cierre como el de Ecuador. No son mano de obra, sino refugiados en tránsito que implican enormes gastos financieros y confrontaciones diplomáticas”, declaró el funcionario, que no quiso ser identificado por razones de seguridad.
Trinidad y Tobago, aunque necesita fuerza de trabajo y, según datos de la CEPAL y de la organización Carrington&Detragiache, desde hace años clasifica como uno de los países con mayor índice de fuga de cerebros y de un elevado por ciento de tasa migratoria, no está dispuesta a enfrentar un fenómeno similar al de Costa Rica.
La crisis económica que atraviesa como país exportador de petróleo frente a los bajos precios del mercado internacional, no le permite a Trinidad y Tobago dar refugio y sustento a un número de hombres, mujeres, niños y ancianos provenientes de Cuba que, de mantenerse el flujo actual, pudiera sobrepasar los 20 mil en menos de un año, si el control en frontera fuese mucho menos estricto.