Atentado de Orlando:
¿Seguimos siendo ciudadanos de segunda?
Ayer, fue un día triste para todos nosotros. La salvaje matanza en orlando que acabó con la vida de 50 personas en una discoteca de Orlando a manos de un activista del ISIS nos sorprendió precisamente en el mes en el que en todo el mundo celebramos el Orgullo. Pero este horrible atentado que ha vuelto a demostrar lo frágil que es el mundo occidental frente a la barbarie yihadista, además de dejarnos bien claro que pese a los avances, y a la sensación de falsa igualdad que nos rodea, los gays seguimos siendo ciudadanos de segunda.
No, no es cuestión de victimismo. Ni de creernos mejores ni peores que nadie. Simplemente, se trata de comparar, y hacer el análisis pertinente. Es cierto que ha habido mucha gente que ha mostrado su solidaridad en las redes sociales, o que figuras como el presidente Barak Obama, entre otros muchos líderes mundiales, han mostrado su más absoluto rechazo a lo sucedido. Pero la mayor parte de los medios de comunicación, y lo más triste, la mayor parte de la sociedad, han pasado del tema. O al menos, no le han dado la misma importancia a unos atentados que a otros. Así de claro.
Como muestra, las redes sociales. Tras los atentados de Bruselas o de París, fueron cientos de miles las personas que a lo largo y ancho del mundo mostraron su solidaridad con las víctimas colgando en fotos y hastags para mostrar su rechazo. Ahora, y con sinceridad, ¿En cuántos de vuestros contactos habéis visto una imagen relativa al atentado del Pulse, un hastag en relación a esta tragedia?Muy pocas, en comparación con los casos anteriores. Por supuesto que son miles los usuarios de redes sociales que han reaccionado al atentado y han llenado internet de arco iris para mostrar su solidaridad, pero en proporción, la diferencia entre los atentados de París y Bruselas y el de Orlando son abismales.
De hecho, en casos anteriores, muchas empresas suspendieron sus publicaciones habituales por los atentados por no mezclar publicaciones que muchos podrían calificar de frívolas en un momento de conmoción general. En este caso, no he visto esas reacciones. En Twitter, tres cuartos de lo mismo, entre algunos tweets que sí que hacían mención al asalto a la discoteca de Orlando, la mayor parte de usuarios, y por supuesto, de las empresas, seguían con sus publicaciones. Por no hablar de esos tweets claramente homófobos que incluso se congratulan de que la muerte de los gays.
Dentro de estas diferencias, también recuerdo que tanto en el caso del atentado de París como en el de Bruselas, en muchos de los grupos de WhatsApp que tengo en el móvil, o en las conversaciones con amigos, salió el tema de qué cosa más horrible ha pasado. Hoy, estas conversaciones de asombro, de solidaridad, de miedo a que pueda pasarnos a cualquiera, y las fotos de solidaridad corriendo a velocidad de vértido un grupo a otro no las he visto.
Y al final, la pregunta que nos hacemos muchos es ¿Qué diferencia hay entre las personas asesinadas en la sala Bataclán de París o en el Aeropuerto de Bruselas con las del Pulse? En ambos casos eran ciudadanos de un país occidental, que disfrutaban de la libertad que en teoría ofrece un estado democrático. La diferencia, claro está, es que en los primeros casos no se conocía la orientación sexual de las víctimas, y en el caso de Orlando las víctima eran gays. Y está claro que todavía hay muchos heteros que no quieren mojarse por los gays. En unos casos, porque piensan que la cosa no van con ellos. En otros, porque muchos todavía temen que pueda confundírsles con homosexuales.
El caso es que en esta ocasión no hemos podido ver la movilización social que hemos visto en casos anteriores. Y eso, preocupa, porque, al final, y pese a las muestras de solidaridad que sí que han demostrado muchas personas, esaindiferencia por parte de la gran masa social te hace sentir solo, a la par que te reafirma en tu compromiso con la libertad y con la igualdad, y nos demuestra que la realidad es tozuda y que todavía queda mucho trabajo por realizar hasta que todos seamos realmente iguales. Por eso, hay que agradecer el gesto de personas anónimas, famosos y empresas que han mostrado su rechazo, mientras recordarmos a todos los que han pasado del tema que a lo mejor mañana les puede tocar a ellos, porque el terrorismo no entiende ni de raza, ni de sexo, ni de orientación sexual.