"NUNCA DEJARÉ DE LUCHAR POR EL AMOR"
“Me duele como hombre, como ser humano, como gay, porque
tantas de las víctimas eran hermanos y hermanas de la comunidad LGBT”.
Aunque estoy fuera del país, mi corazón está en Orlando. Todavía no puedo creer que este individuo era un hombre tan lleno de odio, que el pasado 12 de junio asesinó a 49 personas e hirió a otras 53. Personas que, a diferencia de él, celebraban el amor, la libertad y la vida. En mi corazón intento buscar la calma necesaria para poder desahogarme a través de este artículo y compartir con ustedes mi sentir en medio de este tan importante proceso del luto. La tragedia ocurrida en Orlando me duele de tantas formas. Me duele como hombre, como ser humano, como persona gay, porque tantas de las víctimas eran hermanos y hermanas de la comunidad LGBT. Esto provoca en mí dolor, tristeza e indignación.
Cuando leo los periódicos y miro los noticieros, los medios describen este acto como un delito motivado por el odio y un atentado terrorista propio. Varias fuentes indican que este individuo visitó esta discoteca con frecuencia el último año. Algunos deducen que fue un acto motivado por la “homofobia internalizada”, que es cuando una persona lesbiana, gay, bisexual o transexual siente odio por su propia comunidad.
Sin embargo, el propósito de este acto absurdo queda claro: sembrar el terror en la comunidad LGBT y en nuestra sociedad, que valora las libertades básicas y los derechos civiles para todos, y diseminar el odio mediante el mayor tiroteo masivo en la historia de Estados Unidos. Este hecho también ha demostrado que en este país las leyes de armas de fuego TIENEN que cambiar. Sin embargo, mi fe en la humanidad es mayor que todo esto. Sí creo que el amor es capaz de superarlo todo, pero también creo que tenemos que unirnos y ponerle fin a este odio.
Entonces ¿por qué recibieron disparos estas 102 personas? ¿A causa de a quién eligieron amar? ¿Porque estaban celebrando su igualdad y sus derechos civiles? ¿Qué cosas tan terribles estaban haciendo para que un hombre sintiera la necesidad de manejar en automóvil hasta Orlando, Florida, con un rifle de asalto estilo AR-15 y un arma de fuego estimulado por el deseo de matar a tantas personas de esta comunidad como le permitieran las balas y el tiempo? Cuando veo en las noticias el sufrimiento de las madres, los padres, los familiares y los amigos por este acto sin sentido, siento dolor en mi corazón. No puedo contener las lágrimas cuando leo las súplicas enviadas por las víctimas por mensajes de texto a sus seres queridos minutos antes de ser ejecutados a sangre fría. Se ha extendido una oleada de miedo por toda la comunidad LGBT y en nuestra sociedad en general. La comunidad LGBT es el blanco más reciente de este tipo de violencia, que ha incluido, entre otros, a periodistas, empleados de oficina y viajeros. Aún así, les pido que seamos fuertes y no nos rindamos ante el miedo. Estos actos horribles y cobardes, diseñados para silenciarnos y reprimirnos, nos deben unir aún más. No podemos permitir que el odio triunfe, y no podemos quedarnos callados y escondernos.
Pareciera que los titulares más recientes están cada vez más llenos de odio e intolerancia. Hemos crecido como sociedad al acercarnos a una mayor inclusión, solidaridas y aceptación, y tenemos que seguir por ese camino y rechazar siempre la división y el resentimiento. Estados Unidos es más fuerte cuando se afirma sólidamente en sus cimientos erigidos sobre la fe en la libertad; cuyas leyes se han forjado para poner distancia de los regímenes que sofocan la individualidad; un país que acepta las diferencias con los brazos abiertos y es consciente de que su grandeza está en su gente. Estos son ideales por los que luchamos en el interminable empeño de construir un mundo mejor. A menudo enfrentamos dificultades en nuestro empeño, pero nunca debemos desistir de completar esta misión. Esta inexplicable tragedia en Orlando es el perfecto ejemplo de por qué no es correcto que las personas en el poder utilicen el odio y el miedo para enfatizar su retórica política y religiosa. Como sociedad nunca debemos ignorar o aceptar que el odio, el racismo y la intolerancia se conviertan en parte de nuestras conversaciones diarias. Este individuo era un hombre que permitió que el odio lo consumiera hasta el punto de asesinar a 49 hombres y mujeres que no hacían más que vivir orgullosamente una vida digna. Es hora de reorientar la conversación. Tenemos que hablar un lenguaje de amor y rechazar abiertamente el odio, venga de donde venga.
Actualmente, demasiada gente sigue defendiendo lo indefendible. Hay varias cuestiones en juego en esta situación, pero lo que no podemos negar es que Estados Unidos tiene un problema con la violencia provocada por armas de fuego. ¿Cuántas vidas más hay que sacrificar para que hagamos algo acerca de nuestra tan débil legislación vigente sobre armas de fuego? ¿Cómo es posible que a una persona previamente vinculada al terrorismo e interrogada en varias ocasiones por el FBI se le permita trabajar como guardia de seguridad y además tenga la posibilidad de adquirir legalmente armas de fuego? ¿Cómo podemos seguir afirmando una enmienda ratificada en 1791 para justificar una inconcebible proliferación de armas de fuego en Estados Unidos? ¿Saben qué más estaba permitido en el año 1791? La esclavitud, los duelos a muerte como una forma lícita de resolver desacuerdos, el sexo consensual con niños mayores de 10 años en la mayoría de los estados (en Delaware, con niños mayores de 7 años), golpear a las esposas como una muestra válida de la autoridad de los maridos sobre ellas, y una lista prácticamente interminable de otros absurdos. Actualmente, somos más sensatos como sociedad. Somos más civilizados. Como señaló el Presidente Obama: “No hacer nada a sabiendas también es una decisión”. La gente sigue diciendo que portar armas es su derecho. ¿Y qué pasa con nuestro derecho a sentirnos seguros?
Les pido que ROMPAN EL SILENCIO y llamen a todos y a cada uno de sus congresistas (a esos a quienes les votaron para que los representen, a ustedes y a sus ideales) 10 veces al día hasta que hagan algo. Pongan una alarma en su reloj para no olvidarse, si es necesario, pero llámenlos. Por último, no dejen de AMAR.Amen con todo su corazón. Amen a aquellos que están cerca de ustedes y a aquellos que ni siquiera conocen. Sean amables, comprensivos, compasivos, generosos. Llenen sus vidas y sus palabras únicamente con amor. Tengo fe en la humanidad. Me niego a aceptar que este es el mundo que mis hijos heredarán. Nunca dejaré de luchar por el amor.