El 13 de junio la pareja logró formalizar su relación de seis años.
Francheska y Erlinda, la primera pareja de mujeres reconocida legalmente en Venezuela
Por Sabrina Machado - Panorama
Son jóvenes, ninguna de las dos llega a los 30 años, pero en su vida no han tenido momentos fáciles. Día a día han tenido que darle la cara a la humillación, al maltrato, a la ignorancia, incluso, a la espalda de sus propios familiares. Hoy, con 27 y 29 años respectivamente, están en un momento de gran plenitud, están juntas y a la espera de un bebé, que nacerá bajo la protección del primer concubinato legal del país entre una mujer transgénero y una mujer lesbiana.
Francheska Romero, nombre legal, Jesús Romero, y Erlinda Zambrano llevan seis años juntas, están a punto de ser madres y el pequeño Joshua es el principal motivo para legalizar una relación. Con el embarazo surgió el miedo de Francheska de que,—ante la terquedad y ceguera de las autoridades de los registros, no pudiera reconocer a su primer hijo, anhelado por años. Entonces, las dos mujeres se pusieron nuevamente a tocar las puertas, no ya las mismas que se les habían cerrado hace tres años, cuando surgió la primera iniciativa de legalizar su unión.
En un principio, acudieron a varios registros del centro de Caracas, luego dirigieron su cruzada hacia Sabana Grande y La Bandera, donde sólo obtenían una respuesta: “dos mujeres no se pueden casar”. El último intento se hizo ante la diputa de Un Nuevo Tiempo, Tamara Adrián, quien lleva su cruzada particular por el reconocimiento de la comunidad de LGTB. La abogada las remitió a Chacao, donde fueron atendidas por el concejal Diego Scharifker.
En Chacao las dos mujeres pudieron lograr su cometido y legalizar su unión, siendo éste el primer caso en el país, marcando un importante precedente, amparado por las mismas leyes que hasta los momentos desconoce los derechos civiles a cierto sector de la población. Hoy ya suman tres las parejas interesadas en legalizar su unión en este mismo municipio de la Gran Caracas, indicó el concejal. Sin quererlo, Francheska y Erlinda han sentado un precedente sin igual.
La pareja entiende lo que tienen por delante, lo que se les avecina, pero como familia sabrán enfrentarlo, aseguran. Desean que la situación de las personas LGTB cambie en el país. Están cansadas de encontrarse con la ignorancia a cada paso. Confían en que en un periodo no muy lejano el panorama cambie.
“Es necesario que llegue la educación sexual a las escuelas, que entiendan que existe un tercer sexo, que somos personas normales, no anormales. La educación viene de casa, pero es importante el apoyo que se dé en la escuela para cambiar la mentalidad de las personas. Que desde pequeños aprendan a respetar y a tolerar al que es distinto a ellos, sin sentirlo anormal”, afirma con ímpetu Francheska, quien desde hace nueve años vive estereotipada.
Hoy solo la mueve el nacimiento de su primer hijo, la felicidad que tiene con su pareja y una promesa de matrimonio, que se concretará cuando el pequeño Joshua tenga dos años de edad. Por primera vez en su vida, Francheska y Erlinda saben que existe la plenitud, a pesar de las dificultades de no poder comprar un paquete de pañales por no ser padre o una madre convencional.