Por Ricardo Fernández Izaguirre
Para los cubanos que, de una u otra forma, tenemos que ver con el campo, la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dio inicio a una oleada de esperanza. Un mes después de aquel viaje, la decisión del Departamento de Estado de permitir laimportación de café (y de productos textiles) producidos por "empresarios independientes" cubanos nos hizo soñar con exportar nuestros productos directamente, sin intermediarios gubernamentales.
Planificamos la compra de maquinarias agrícolas e insumos para aumentar el rendimiento de las tierras con el dinero que nos darían esas exportaciones. Nos sentimos respetados como individuos, imaginándonos sentados frente a representantes de firmas extranjeras para negociar nuestras producciones.
Por eso nos pareció una broma la carta de protesta del Buró Nacional de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), es decir, los "productores" de café, a través de la que se rechazaban la medida del Departamento de Estado, al que acusaban de querer influir en el campesinado y separarlo del Estado.
Alguna reacción de ese tipo podíamos esperar, porque era demasiado bueno para ser cierto.
Sabíamos que los monopolios estatales de Cuba no estarían dispuestos a soltar las exuberantes ganancias que consiguen a costa de nuestro trabajo. Pero el gesto de respaldo del Gobierno de EE UU hizo que me sintiera respetado. Esa apertura podría servir como mecanismo de presión sobre el Gobierno de la Isla, pues la única forma de negociar con Estados Unidos sería a través de los productores a los que nunca reconoció derechos.
Por eso fue tan grande mi desconcierto cuando leí que Nespresso planea comenzar la importación de café cubano a Estados Unidos para este otoño.
En Cuba no ha habido ninguna flexibilización que permita a los cafetaleros negociar, al contrario. El VII Congreso del Partido Comunista reafirmó que no habría ninguno de los tan esperados, y necesarios, cambios. Entonces, ¿las regulaciones del Departamento de Estado bailan tan rápido al ritmo de la conga de los monopolios cubanos o es que Nespresso está siendo miserablemente engañado?
No ha trascendido cómo esta marca comercial, perteneciente a la compañía transnacional Nestlé, podrá negociar directamente con los productores cubanos. Los campesinos de la Isla no tienen siquiera derecho de vender directamente a las entidades del Gobierno. El Estado cubano no hace negocios con personas naturales, por eso creó las cooperativas (UBPC, CPA, CCS) con personalidad jurídica como intermediarios.
En lo práctico, por ejemplo, si un productor necesita insumos tiene que solicitarlo a la cooperativa, porque no puede comprar directamente en la entidad que lo comercializa. Este tipo de prácticas suponen retrasos e ineficiencias, además de aumentos de los costos para el cafetalero, puesto que la cooperativa aplica un impuesto sobre cada transacción que procesa.
Cuando una empresa hace una compra a un productor confecciona un cheque a nombre de la cooperativa que le sirve para pagar al campesino después de cobrarle el impuesto, un asunto que se alarga aún más cuando la compraventa es entre productores.
Esa es la realidad que soñamos que cambiaría con la nueva política de empoderamiento de emprendedores cubanos por parte del Gobierno de EE UU. Puede que Nespresso esté siendo engañada con alguna artimaña de las autoridades cubanas, o que la intransigencia del Estado haya logrado doblegar las buenas intenciones de la Administración Obama. Pero de una cosa pueden estar seguros: el nuevo Cuban Nespresso Grand Cru, Cafecito de Cuba, tendrá sabor a sueños rotos, porque será hecho a costa de nuestros derechos.
Crisis o imposición a los cubanos.
El café con chícharo es el que toman los cubanos Sería una ironía tomar en cuenta a los cubanos para las 400.000 millones de tazas de café que se consumen cada año en el mundo. Doy por sentado el prestigio de varias fuentes que aseguran este dato, pero es necesario aclarar que lo que beben por café hoy la mayoría de los ciudadanos de esta isla, está muy distante de la libación que se obtiene de la mitificada planta del café o (cafeto) como se conoce.
Desde hace varios años se les está asignada a la población una cuota de “café” a base de sucedáneos (productos no derivados de éste), que se usan para imitar el café. En cuyo caso la excesiva cantidad de chicharos que se usa en la mezcla, constituye un verdadero desafío para el paladar de todos los consumidores.
Y si bien es conocido que otros sucedáneos pueden usarse por razones médicas, económicas o religiosas, en el caso de los isleños el asunto simplemente viene dado porque el café puro –como otras tantas cosas que ya les han quitado- no está disponible para ellos. A no ser que alguien bien cercano lo traiga de los campos donde se cultiva, un riesgo que muchos no se disponen a correr por temor al decomiso o multas excesivas, que se imponen en los controles policiales de las carreteras cubanas.
Otra opción para poder tomar café de verdad sería adquirirlo a precios astronómicos en las tiendas en divisas (CUC), pero todos sabemos que esta moneda no está disponible para la mayoría de los cubanos, por cuanto sus magros ingresos provienen de un salario que les pagan en pesos cubanos.
En fin, resulta increíble para la gente común de la isla, que siendo uno de los grandes productores del café a nivel mundial, se vean privando del consumo de la agradable bebida. Ante esta reprensión que dura ya tiempo, seguimos lidiando con la pésima calidad de un “café” distribuido en un patético envase de unas 4 onza que se oferta a través de la libreta de racionamiento una vez al mes.
Este producto, cuya elaboración y comercialización corre a cargo de la Empresa Cubacafé, ubicada en calle 150 no 2124 e/ 21 A y 25 Reparto Cubanacán, recibe una constante ola de críticas y maldiciones, desde cualquier rincón de la cocina cubana. Llegando incluso a crear un enorme descontento, cada vez que alguien se dispone a colar la dudosa mezcla.
Luisa, un ama de casa residente en El Vedado, pero que se crió en un campo cafetalero, fue abordada por este reportero, y al respecto dijo: “Los cubanos siempre hemos presumido de consumir un buen café, ya hasta eso nos han quitado”, y añadió “El colmo de la ironía y el descaro, se plasma en forma de anuncio en letras blancas sobre la superficie de la envoltura de nylon. Dentro de sus especificidades se puede leer: “mezclado con chícharo al 50 %, y advierte otras cosas más: “El agua a añadir no sobrepase la válvula de la cafetera, el “café” dentro del colector no debe ser comprimido, así como el fuego de la hornilla debe ser pequeño”.
Lo cierto es que más allá del mal sabor que ofrece el alto por ciento de chícharo del mencionado “café”, hay que señalar el trabajo que se pasa a costa de las rudimentarias cafeteras, que en más de una ocasión hay que bajarlas del fuego y mojarles el fondo para que suelten la extraña libación. Estos artefactos no son idóneas para esta mezcla, por consiguiente se produce desgastes en las juntas, tupiciones en los orificios del colador, y en muchas ocasiones explosiones que en el mejor de los casos rompe las cocinas o los techos, sin contar que se han reportados accidentes humanos.
Si bien es cierto que los granos del café constituye uno de los principales productos de origen agrícola que se comercializa en los mercados internacionales y supone una gran contribución a los rubros de exportación en la isla, también es verdad que sólo bajo los “iluminados dirigentes comunistas", los cubanos han sido privado de consumir con abundancia y calidad, esa deliciosa bebida que suele tomarse como desayuno, o en la sobremesa después de las comidas, y que es una de las bebidas sin alcohol más socializadoras en Cuba y en muchos países del mundo.
Valga recordar que según la revista Investigación y Ciencia, la industria del café mueve en la actualidad aproximadamente 70.000 millones de dólares al año, cifra superada únicamente por el petróleo en lo que se refiere a exportaciones a escala mundial. Muchos de los productores de este grano son países tropicales y sub-tropicales donde el cultivo del café se encuentra ampliamente difundido. A diferencia de Cuba, incluido por derecho propio en este grupo, ninguno se atrevería a ofertarles el café ligado con la mitad de chícharos a sus ciudadanos, por temor a una protesta sin límites. Lamentablemente los cubanos aún seguimos aguantando.