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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 05/07/2016 14:53 |
La cárcel de homosexuales de Badajoz:
Cuando el franquismo castigaba a los que amaban libres
Cerca de un millar de homosexuales pasaron por prisión entre 1970 y 1979 por la ley de Peligrosidad Social
El régimen marcó dos centros, el de Huelva (para los que consideraba "activos") y Badajoz (para "pasivos")
En la ficha de Antoni de la época se recoge que su delito era ser "homosexual"
La ley franquista de vagos y maleantes les envió a prisión
Tiene grabado a fuego aquel 5 de junio de 1976. Nada más salir Antoni hacía una parada en una tasca de Badajoz para tomarse un vermú. Un aperitivo con sabor a libertad porque con 18 años recién cumplidos acababa de abandonar la cárcel de homosexuales en la que había estado recluso dos meses.
A Antoni lo encerraron por ser homosexual, tal como quedó constancia en su ficha policial y en la condena que le llevó a recorrer varios penales de presos comunes para acabar en Extremadura. En 1954 se criminalizó al homosexual incluyéndole en la Ley de Vagos y Maleantes, una norma que fue sustituida en 1970 por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, en vigor hasta bien entrada la democracia. Fue con esta norma con la que se habilitaron cárceles específicas para "rehabilitarlos". Marcaron dos centros penitenciarios, el de Huelva (para lo que consideraban homosexuales "activos") y Badajoz (para "pasivos").
Ocurrió en un régimen que, aunque agonizante, seguía reprimiendo las libertades. Esa es la realidad que cientos de españoles vivieron en su piel al final de la dictadura. Aunque muerto el dictador las cosas no fueron mucho mejor, teniendo en cuenta por ejemplo que Antoni salió libre en el 76.
La cárcel es hoy el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC). Allí el modo de redimirlos consistía en hacerles coser balones. Narra este testigo vivo de la represión que era un lugar vejatorio, donde eran humillados mientras los funcionarios "miraban para otro lado" ante los abusos. Había delincuentes comunes que se declaraban homosexuales pensando que así recibirían un régimen penitenciario más laxo. "La mayoría de los homosexuales nos cuidábamos, teníamos que tener bastante cuidado". Era bastante desagradable verse rodeado de ladrones o asesinos y el miedo a ser agredidos siempre estaba.
Antoni declaró su homosexualidad a su madre con 17 años y ella, que no lo entendió, pidió ayuda a la familia. Fue una monja cercana la que lo denunció. La policía vino a por él de madrugada y tras un periplo por los penales de Valencia y Carabanchel acabó en Badajoz.
Hace años que creó junto a más víctimas la Asociación Expresos Socialesy comenta con voz segura que aquello forma parte del pasado. "Lo superé porque llevamos años trabajando para devolver la dignidad a los compañeros, desarrollando una labor extraordinaria. Podemos decir que estamos resarcidos económicamente y moralmente".
Ha regresado cada vez que ha podido a la ciudad que le vio preso porque siente a Badajoz como su segunda casa, ya que también fue la primera que los reconoció como víctimas del franquismo por su orientación sexual.
"Aniquilar lo diferente"
Como sistema represivo que era, el franquismo apostaba por reprimir la diferencia según explica José María Núñez, presidente de Fundación Triángulo Extremadura. Un régimen que funcionaba mejor desde la estructura tradicional organizada y donde todo lo diferente dificultaba su modelo y era controlado. Una manera de aniquilar lo diferente con grandes dosis de maldad, con violencia y sentencias condenatorias sin juicio previo.
Una idea parecida traslada Javier Ugarte Pérez, activista doctor en Filosofía,que en sus estudios sobre la represión franquista concluye que cualquier modelo ajeno a la familia numerosa tradicional y católica (donde la pareja se dedicaba a engendrar) no encajaba en el ideal.
De hecho detalla que la detención no era una cuestión metafísica por ser homosexual, sino por tener relaciones homosexuales. Tras la Guerra Civil hay una destrucción económica, demográfica y moral a las que acompaña la llegada de un modelo de 'nacional catolicismo', allá por los años 50.
No fueron cifras enormes, si se tiene en cuenta que hubo hasta 50.000 fichados por homosexuales, de los que 4.000 fueron expedientados.
Comenta también José Manuel Corbacho, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura, cómo la legislación franquista permitía medidas "preventivas" contra este colectivo LGTBI y tratamientos de electrochoques para erradicar lo considerado como una enfermedad. Han documentado casos de suicidios y numerosas violaciones.
La ley de Peligrosidad añade en el 70 la novedad de especializar dos cárceles ya existentes, aunque en la Modelo de Barcelona, Valencia y Carabanchel también se habilitaron módulos para recluir a este tipo de presos. Según ha documentado el periodista Fernando Olmeda en 'El látigo y la pluma' (2004) cerca de un millar de homosexuales pasaron por prisión entre 1970 y 1979 en virtud de la ley de Peligrosidad Social.
El perfil social de los encarcelados
Un elemento básico de análisis para el experto Javier Ugarte es el perfil social de las personas recluidas. Aunque algunos eran 'pillados' in fraganti en una pensión o en unos baños púbicos, hay otros que fueron denunciados como es el caso de Antoni.
En su mayoría eran gente humilde, de las clases más bajas y normalmente solteros (aquellos que no encajaban en el modelo demográfico de familia católica). Gente con poca instrucción y herramientas legales para su defensa, y que además tenían que enfrentarse a un doble estigma: al de la calle y el de dentro de las cárceles.
Porque estos presos, a diferencia de los políticos, no contaban con una red de apoyo y solidaridad fuera, sino que eran repudiados y tratados como inmorales o desvergonzados. En algún caso se les practicó el electroshock, pero tampoco era lo frecuente en las cárceles porque ello requería de un psiquiatra y de medios continuados para tratarles, y el régimen no estaba por la labor.
Estos tratamientos se aplicaban más bien en consultas privadas, donde llegaban los homosexuales por voluntad propia o de la mano de sus familiares. Y eran terapias que no reprimían el deseo sexual, sino que creaban impotencia en quienes lo sufrían, cuenta Ugalde Ugalde.
Puede considerarse que dentro de la escala de presos, los homosexuales pertenecían a uno de los eslabones más bajos, víctimas de violaciones y humillaciones. Además, se quedaban con los antecedentes penales una vez liberados, cuando en la época no era rara la obligación de presentar el certificado de antecedentes para trabajar.
Reconocimientos
En el verano de 1979 aún se podía detener a gente por "travestismo" y "prostitución homosexual". Paulatinamente los artículos referidos a las personas LTGB se fueron dejando de aplicar gracias a las luchas de los grupos pioneros como el Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR) o el Movimiento Español de Liberación Homosexual, según la información que ha recopilado la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en Extremadura.
Hace ya 18 años que Fundación Triángulo pidió con éxito a la Asamblea de Extremadura que instara al Gobierno central a resarcir a las víctimas LGTBI del franquismo, y a la eliminación de la ficha policial de estas personas. José María Núñez, de Triángulo, incide en que su apuesta fue por eliminar las fichas del registro policial, pero que se conservaran como un elemento vivo de la memoria histórica. Algo que generó debate dentro del propio colectivo de gais, lesbiabas, bixesuales y transexuales.
Con la creación de la Asociación de Expresos Sociales, Antoni y el resto de compañeros también lucharon por el reconocimiento moral y económico como víctimas de la represión. "Porque la libertad se conquista luchando, y porque animo a todas las compañeras y compañeros a seguir haciéndolo", expresa enérgico.
Con el gobierno socialista de Zapatero lograron que se les asignara una indemnización, que han llegado a lograr 165 personas. Aunque el Estado, según critica, no aceptó asignarles una pensión vitalicia con el fondo de cuatro millones asignados para este fin. Finalmente calcula que no han sigo gastados más de 500.000 euros, mientras que hay hoy víctimas de entonces que sobreviven con 400 euros.
Otra de las cuestiones que pone en duda, según las informaciones a las que ha tenido acceso, es que su ficha haya desaparecido de manos de la policía.
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La homosexualidad en la españa de Franco
Tres poetas y homosexuales de la época franquista: Federico García Lorca, fusilado, Luis Cernuda exiliado y Vicente Aleixandre, vivió su sexualidad en el closet.
Hablar de homosexualidad en la España Franquista es hablar tristemente de la homofobia, y no de cualquier homofobia, sino la peor de todas, la homofobia institucionalizada, es decir la Homofobia de Estado. El gobierno del Dictador Francisco Franco unido a la recalcitrante Iglesia Católica hizo de España un país mojigato, puritano, gazmoño y homófobo, donde cualquier libertad sexual era vista como una perversión. Pero esta historia comienza realmente con la sublevación militar en España contra la Segunda República el 18 de julio de 1936, debido al triunfo inminente del Partido del Frente Popular en las elecciones de febrero de ese mismo año.
Si bien es sabido, que en España, país profundamente católico, ha existido desde muchísimo tiempo la homofobia, a principios de siglo XX, existía una subcultura gay bastante fuerte, consolidada, y lo que es mejor aún plena de maravillosos creadores artísticos, como poetas, músicos, pintores, cantantes, actores, arquitectos que si bien no competían con los mundos homoeróticos de Berlín, Paris y Londres, daban la lucha y formaron un exquisito foco de cultura que contribuyó en el crecimiento artístico de Europa e Hispanoamérica.
Tanto de Madrid como Barcelona existían cafetines y cabaret, donde los hombres homosexuales se reunían para socializar y también para “acomodar el mundo” con los ideales que se levantaban a principios de la nueva centuria. También los cabarets y las revistas fueron importantes centros de entretenimiento y arte gay musical, principalmente shows de transformistas como Edmond de Bries.
Otro de los grandes focos de la vida homosexual española de ese entonces fueron los centros de estudios y universidades, los jóvenes españoles de los años 1920 y 1930 estaban abiertos a las corrientes estilísticas, científicas y sociales que se expandían por el mundo, y en especial hay que nombrar a la Residencia de Estudiantes de Madrid, que fue un centro fundado en 1910 por la Junta para Ampliación de Estudios, producto directo de las ideas renovadoras que había iniciado en España el krausista Francisco Giner de los Ríos con la fundación en 1876 de la Institución Libre de Enseñanza. Desde el primer momento quiso ser un complemento educativo a la universidad. Algunos de los residentes eran homosexuales conocidos, como el gran Federico García Lorca.
Igualmente existían agrupaciones, clubs y círculos de intelectuales donde la mayoría o parte de ellos eran homosexuales como es el caso de la Generación del 27, a la que pertenecían Luis Cernuda, Juan Gil-Albert, Emilio Prados, Vicente Aleixandre, Rafael de León y el mismo Garcia Lorca. No podemos dejar de nombrar al club sáfico de Madrid donde se reunían mujeres como Carmen Conde, Victorina Durán, la periodista Irene Polo o Lucía Sánchez Saornil.
En España, inspirado en los preceptos franceses, no contempló el delito de “pederastía”, pero la reforma hecha bajo la dictadura del General Primo de Rivera en 1928 castigó la homosexualidad entre mayores con multa e inhabilitación para ocupar cargos públicos. El nuevo Código Penal republicano de 1932 despenalizó los contactos homosexuales entre personas mayores que había contemplado el Código de la dictadura de Rivera.
Con la llegada de la II República la sociedad española se introducen medidas de abierta tolerancia a la homosexualidad, y es que en el nuevo Código Penal publicado en 1932, se suprime los agravantes de homosexualidad incluidos en el Código de 1928. Además, en la Ley de Vagos y Maleantes de 1933 tampoco se mencionaba la homosexualidad. La homosexualidad, por tanto, deja de ser un delito y una conducta peligrosa, salvo entre los miembros del ejército.
Aunque no consta que hubiera una persecución abierta hacia los homosexuales por el mero hecho de serlo, sí parece que la homosexualidad podría haber sido un factor a favor de su encarcelamiento y ejecución en lo concerniente a los hombres gays que pertenecían al ejercito. No obstante durante casi treinta años hubo cierta paz, fueron pocos los casos de persecución y sometimiento, pero la paz duro poco. La homosexualidad, a pesar de no estar criminalizada, empezó a ser fuertemente perseguida y marginada por la sociedad española y en especial por los sectores más conservadores y ultracatólicos de la iglesia y durante la Guerra Civil la homofobia fue empleada por ambos bandos para atacarse y fue mucho el daño hecho, pues en los civiles se enquistó aún más el odio hacia los homosexuales llegando a prevalecer y afianzar en el inconsciente colectivo la homofobia ya generada por siglos y siglos de existencia.
Durante la Guerra Civil Española muchos homosexuales apoyaron el bando republicano, que estuvo constituido en torno al gobierno legítimo de España y el del Frente Popular (una coalición de partidos marxistas, republicanos, anarquistas y nacionalistas, apoyado por el movimiento obrero) ya que esta coalición era liberal y en la parte sexual defendía los derechos de los homosexuales, la liberación de la mujer y el aborto, pues su ideología se fundamentaba en los estatutos y pensamientos primarios de la revolución sexual contenida en la Revolución Rusa. También hay que agregar que muchos homosexuales de la nobleza apoyaron a los del bando sublevado, pues estos seguían en el closet, y no querían perder sus privilegios como aristócratas
Sin embargo, tenemos también que nombrar a Álvaro Retana, que a pesar de su condición de aristócrata, apoya al bando republicano, y durante la Guerra Civil Española acudía a las manifestaciones obreras vestido con un mono de seda. Retana fue un escritor que no temió escribir en sus novelas plenas de sicalipsis homoerótico la realidad sexual de la nobleza española de su época. En el blog de Leopold Estapé “Bajo el Signo de Libra” se puede leer de su novela “Las Locas de Postín”:
"Las locas de postín" (1919), Rafaelito Hinojosa de Cebreros, vicioso hijo de marqueses, se siente fascinado por un misterioso argentino con quien sus amigos le han organizado una cita sólo para sacarle el dinero. Por sus páginas irán desfilando personajes de todo tipo, desde locas aristocráticas como Juanito Sí-sí, llamado de ese modo por no haber dicho nunca que no a una proposición indecente, hasta conocidos artistas de circo, aristócratas frívolos y escritores de mala fama. Es una historia de fiestas decadentes, de señoritos galantes, cocottes mantenidas, cupletistas de malas costumbres, y affaires en mansiones de alto copete.
Álvaro Retana después de la Guerra Civil Española es apresado en la casa de Ángel Pedrero, ambos son condenados a muerte. Álvaro se salva de la pena, pues su familia perteneciente a la aristocracia logra conseguir la intervención del Papa Pio XII y es encarcelado solamente, Ángel Pedrero es fusilado, pues no era de la nobleza y fue fusilado el 4 de marzo de 1940 en el cementerio del Este de Madrid.[3] Federico García Lorca perteneciente a la llamada Generación del 27, es el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX. Como dramaturgo, se le considera una de las cimas del teatro español del siglo XX, junto con Valle-Inclán y Buero Vallejo. Lorca era abiertamente homosexual y fue un militante del bando republicano, ejerció un puesto durante la II República en la codirección de la compañía estatal de teatro «La Barraca», donde disfrutó de todos los recursos para producir, dirigir, escribir y adaptar algunas obras teatrales del Siglo de Oro español. Escribió en este período Bodas de sangre, Yerma y Doña Rosita la soltera.
No obstante Lorca tenía amigos también en el bando sublevado, como lo fue el líder y fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, tal como lo narra la siguiente cita:
…”José Antonio. Otro buen chico. ¿Sabes que todos los viernes ceno con él? Solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo ni a mí me conviene que me vean con él.
Gracía Lorca es apresado en casa de su gran amigo y amante el también poeta Luis Rosales el 16 de agosto de 1936, dos días después es fusilado por su afinidad con el Frente Popular y por ser abiertamente homosexual.
Tras el final de la Guerra Civil Española en 1939, en España los homosexuales o estaban muertos, condenados en terribles cárceles, exilados, o escondidos dentro de sus closets. Ya hemos visto el caso de Lorca que fue fusilado y Retana que fue encarcelado, entre los exilados se encuentran De los Ríos, Azaña, Prados, Cernuda, Salazar, Salinas, Altolaguirre. El régimen de General Franco fue triste, represivo e hipócrita. Fueron censurados todos los materiales de orientación sexual, especialmente los homosexuales y sus autores fueron encontrados inadecuados para la España franquistas.
En principios el gobierno déspota de Franco se concentró en perseguir, hostigar y eliminar cualquier tipo de disidencia política, cuando la disidencia dejo de ser un fastidio y amenaza para el franquismo empezaron a perseguir a los gays de una manera más clara y contundente. La represión homosexual que se dio en el régimen franquista se vio descansada y fundamentada por la imposición de la moral católica conservadora como oficial: el ejército y la Iglesia fueron las bases del esqueleto del régimen franquista (Concordato del 27 de agosto de 1953 : la religión católica era la única para la nación española y el Estado estaba obligado a protegerla). El Estado español asumió igualmente la moral católica y sus imperativos morales en lo relativo al matrimonio, la familia y a su concepción negativa y aberrante de la homosexualidad, y por lo tanto la Ley natural como única forma de sexualidad: el sexo es para procrear y aumentar el número de fieles a la Iglesia Católica y al Régimen, el sexo no se puede concebir entre iguales ni para el placer, está fuera de la ley de Dios.
Así los llamados “violetas”, “maricones”, “sarasas”, “patos”, “acaponados”, “blancanieves”, “sodomitas”, “bujarrones” , fueron perseguidos “legalmente” a partir del 15 de julio de 1954, cuando la Ley de Vagos y Maleantes fue modificada e incluyó a los homosexuales:
“Articulo primero.- los números segundo y undécimo del artículo segundo y el número seguno del artículo sexto de la Ley de Vagos y Maleantes, de cuatro de agosto de mil novecientos treinta y tres, queda redactados en la siguiente forma:
‘Artículo segundo.- Número segundo.- Los homosexuales, rufianes y proxenetas.’” “ ‘Artículo sexto.- Número segundo.- A los homosexuales, rufianes y proxenetas, a los mendigos profesionales y a los que vivan de la mendicidad ajena, exploten menores de edad, enfermos mentales o lisiados, se les aplicaran, para que las cumplan todas sucesivamente, las medidas siguientes:
a) Internado en un establecimiento de trabajo o Colonia Agricola. Los homosexuales sometidos a esta medida de seguridad deberán ser internados en instituciones especiales y, en todo caso, con absoluta separación de los demás. b) Prohibición de residir en determinados lugar o territorio y obligación de declarar su domicilio. c) Sumisión a la vigilancia de los Delegados.’ ” “Dada en el Palacio de El Pardo a quince de julio de mil novecientos cincuenta y cuatro.
Pero esta ley modificada viene a ser precedida por otras leyes donde se criminalizaban la homosexualidad, por ejemplo el Código Penal de 1944 donde no se hizo mención expresa a la homosexualidad, la homosexualidad se condenó dentro de los delitos de escándalo público, abusos deshonestos y contra la honestidad. Igualmente el Código de Justicia Militar del 17 de julio de 1945 en su apartado penal, en el Tratado II, artículo 352, tipificó los actos deshonestos cometidos por un militar con una persona del mismo sexo, estableciendo pena de cárcel militar de 6 meses y un día a 6 años de cárcel, apartándolo además del servicio.
Durante ese tiempo fueron cerrados muchos bares y cafetines de orden gay, los shows travestis se redujeron enormemente y pocos cabarets los tenían dentro de sus revistas, tal vez porque estaban auspiciados por algún miembro de la nobleza o del gabinete gubernamental.
La cultura gay española se retiró de nuevo a la poesía. El gay más conocido del periodo franquista, Vicente Aleixandre, aunque Aleixandre nunca admitió su homosexualidad públicamente, y prefirió creer que la mantenía en un secreto. Carlos Bousoño era el protegido de Aleixandre, amante y autor de un estudio fundamental de la obra de Aleixandre. El poeta Luis Rosales, amante de Lorca, nunca se sintió preparado para hablar abiertamente de u homosexualidad, especialmente después del asesinato de su amado. Otros poetas homosexuales masculinos de este período son Francisco Brines, Leopoldo Panero, Juan Gil-Albert, y el más erótico de todos Jaime Gil de Biedma, muerto de SIDA en 1990. El grupo Cántico de las poetas, ubicado en Córdoba, incluyeron nombres como Vicente Núñez, Pablo García Baena, Juan Bernier y Juan Gil-Albert fueron objeto de autocensura. El “Heracles” Gil-Albert, el único ensayo serio sobre la homosexualidad escrito en España durante el franquismo, sólo pudo ser publicado póstumamente, en 1981.
Otros de los elementos que ayudo a sustentar la homofobia de Estado en el gobierno de Franco fueron los estudios científicos y médicos de aquel entonces. Las investigaciones y los estudios científicos llevados a cabo en España corroboraron la homosexualidad como una enfermedad, tal como se establecía en el conocimiento médico en todo el mundo, para eso de abrió Departamento Especial de Homosexuales (sección creada en el Hospital penitenciario de Madrid para la investigación “científica” sobre el comportamiento de los homosexuales). En dicho centro se llevó a cabo toda una serie de “estudios” con los homosexuales para observarlos y ver la manera de curarlos.
El Departamento Especial de Homosexuales dirigida por el psicólogo clínico Fernando Chamorro llevó a cabo un estudio de un grupo de 200 “delincuentes” homosexuales, entre los meses de septiembre de 1967 y finales de diciembre de 1969. Los internos se alojaban en celdas individuales y se clasificaron a estos 200 hombres en unos tipos concretos:
- Homosexuales pasivos (30) y mixtos con predominio pasivo (69). - Homosexuales activos (37) y mixtos con predominio activo (37). - Homosexuales activos sin ningún predominio (27).
Se llevó a cabo su estudio a través de su observación, entrevistas con psicólogos, y se concluyó lo siguiente: que los homosexuales puros más bien constituían la excepción, que la falta de educación era un factor determinante para caer en la delincuencia y la homosexualidad, que la mayoría tenía un coeficiente intelectual inferior al tipo medio de los españoles, más acentuados en el grupo de homosexuales de predominio pasivo y que la mayoría sufría de neurosis.
Gregorio Marañón, médico endocrinólogo, decía que la homosexualidad era como una enfermedad la cual, como enfermedad, se puede curar, se trataba de un trastorno del instinto sexual. Según él el invertido es, pues, tan responsable de su anormalidad como pudiera serlo el diabético de su glucosuria. Por lo tanto la “Medicina de Franco” dispuso operaciones como injertos testiculares o la organoterapia (injerto de órganos o glándulas endocrinas de animales), y la terapia ocupacional como ejercicios viriles en ambientes viriles para curar el mal. Marañón también tenía como medicina para la homosexualidad la religión y por supuesto la continua oración:
“Yo he recibido en mi despacho confesiones inesperadas de gentes que jamás despertaron la menor sospecha de su instinto torcido ni aun en sus más íntimos allegados. No hay que decir que, en estas cuestiones, la fe y la disciplina religiosa suelen ser la razón suprema de que la conducta se haya mantenido limpia y el alma en paz. En ésta, como en todas las tempestades del espíritu, la ayuda de Dios es, claro, lo esencial.”
Otro catedrático de la medicina Valentín Pérez Argilés decía que la homosexualidad es como una enfermedad la cual es contagiosa. Pérez Argilés, en la sesión inaugural del curso académico en la Real Academia de Medicina de Zaragoza, en 1959, da las pautas a seguir, cuando ante los tibios argumentos que en algunas partes muestran la inocencia del homosexual ante sus inclinaciones, como en el caso de los diabéticos, señala que la comparación entre unos y otros es falsa, por cuanto:
“La comparación sería más justa si dijera: ‘Tampoco el tuberculoso es responsable de su tuberculosis; pero tendrá una grave responsabilidad cuando por odio al resto de la Humanidad sana (dolo), o desinteresándose del riesgo de su contagiosidad (dolo eventual), o por ignorancia, etc. (culposamente), se dedique a la siembra de sus esputos bacilíferos’.”
Por lo tanto la solución de Franco y su gobierno fue el aislamiento total, la confinación del “enfermo” a lugares remotos y alejados de la sociedad “sana y pura del franquismo”.
Para Antonio Vallejo Nájera, médico psiquiatra, la homosexualidad como una enfermedad mental. Nájera situaba al homosexual más próximo a la figura del delincuente que del enfermo:
“Adquieren estos postencefalíticos todas las características propias de las personalidades psicopáticas: holgazanería, importunidad, tendencias cleptómanas, agresividad, vagabundeo, etc. Lo característico es la habilidad cinética y la tendencia a la acción, en finalidad o con fines perversos.”
Para tal caso, el remedio de la “Medicina Franquista” fue la esterilización. Y más adelante, el electroshock, que tanto se aplicaron a partir de los años cincuenta en varios países, para modificar la conducta homosexual. Alrededor de cuatro mil expedientes fueron abiertos durante el régimen franquista contra ciudadanos homosexuales en virtud de la legislación vigente durante la dictadura, y muchos más vivieron con miedo porque en cualquier momento podían ser denunciados o extorsionados. Ante esta situación, los gays españoles estuvieron obligados durante los cuarenta años del régimen franquista a vivir con discreción y siempre bajo la amenaza de ser denunciados por delitos morales que, en todo caso, no eran contemplados de igual manera para clases altas como para clases bajas, siendo más fácil la vida para los ciudadanos gays de las altas esferas políticas y económicas.
En 1970 la Ley de Vagos y Maleantes fue sustituida por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que al castigo unía la filosofía de la “defensa social” y la “curación” del presunto delincuente y añadió la novedad de especializar dos cárceles ya existentes, la de Badajoz y Huelva, en la custodia de detenidos homosexuales masculinos. Los presos se dividían según sus tendencias: los “pasivos”, a Badajoz, y los “activos” a Huelva.
Todo este conglomerado homofóbico legal y científico produjo dos visiones sobre el homosexual en la sociedad española; la primera visión o juicio era el del individuo burlesco, el travestido, “el mariquita” que gusta vestirse de mujer, y que la sociedad y el propio cuerpo judicial los considera retrasados o débiles mentales, con escaso peligro público. Esta visión del homosexual se desarrollaró como elemento de burla, dándose así toda una serie de muestras públicas aceptadas por el régimen, como el caso de algunas películas como fueron los films “No desearás al vecino del quinto” dirigida por Ramón Fernández en 1970, y “Aunque la hormona se vista de seda” del director Vicente Escrivá de 1971. A estos homosexuales se les aplicaron en menor medida las leyes franquistas, pues eran más aceptados por la sociedad. Aún así, sufrieron encarcelamientos, destierro de sus pueblos, entre otros castigos.
La otra visión era la de los individuos peligrosos, como los pederastas pasivos, los pervertidos, los invertidos. Los que van en contra de la ley natural, del sexo entre hombre y mujer destinado a la reproducción, por lo tanto individuos que hacen del goce del sexo una perversión entre dos personas del mismo sexo, arrastrando con sus prácticas a los jóvenes, convirtiéndolos en homosexuales como ellos. Asimismo se los considera violentos, oscuros, antisociales, delincuentes, facinerosos, y contagiosos. A estos se les aplicó fuertemente las leyes franquistas, con internamientos en cárceles especializadas en la búsqueda de su “curación”, y también en cárceles normales.
Los gays que se escondieron en los closets, fueron muchos, hubo una cantidad de tíos solteros y tías solteras, “ovejas negras” que se aceptaron por caridad y porque era “cristiano” ayudar a un familiar con aquel problema que era innombrable.
La “Historia Oficial Española” nos dice que al menos 5.000 personas fueron detenidas por actos o actitudes gays, lésbicas o transexuales durante el franquismo, pero sabemos que esta cifra es sólo un aproximado, porque sabemos que la “Historia” y sus “Archivos” los hacen los ganadores y Franco y sus secuaces, aun injertados en la sociedad española actual, fueron los triunfadores y por mucho tiempo manipularon los hilos de los españoles, su historia y sus vidas. Fueron más de cinco mil los asesinados por ser diferentes, fueron más de cinco mil los exilados, fueron más de cinco mil los que pagaron en la cárcel por amar a su prójimo del mismo sexo, son más de cinco mil los que padecieron los electroshocks o sometidos a operaciones para recuperar su “virilidad perdida” fueron más de cinco mil los que tuvieron que esconderse en los “fríos y oscuros closets” por terror a sufrir represalias.
Los homosexuales fueron condenados en todo momento, aunque se cambiase o variase el motivo de la condena. Fueron perseguidos por la policía, bajo la acusación de que corrompían a los jóvenes, o por relacionarse entre ellos si eran adultos; o porque atentaban contra la moral y las costumbres. Lo que cambió a lo largo de los años que duró el régimen, es que los homosexuales comenzaron siendo sujetos de pecado y acabaron siéndolo también de enfermedad, para la que se aplicaron terapias, tan importadas como las teorías que las sostenían.
Pese a todo, a la persecución, encarcelamiento, detenciones y exilios, algunos hombres gays y mujeres lesbianas pudieron crear durante aquellos años unos pequeños espacios de libertad donde vivir y expresarse. Se establecieron así unas bases mínimas para explicar los cambios que se produjeron con la llegada de la democracia.
Miguel de Molina. Artista folklórico español que vivió los vejámenes de la dictadura franquista
por su homosexualidad.Fue torturado y obligado al exilio en 1942 en la Ciudad de Buenos Aires.
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